Opinión

El Cesar prestado

Edgardo Mendoza

02/01/2019 - 05:50

 

El Cesar prestado
Estampillas en homenaje a los 50 años del Cesar

Después de 51 años de vida administrativa en el departamento del Cesar, se han dicho mil cosas, otras se olvidaron. Siempre hay una historia oficial llena de pergaminos, personajes, esfuerzos, milagros, guerras y pactos de todas las calañas, hasta construir héroes, que muchas veces no aguantan una investigación. Para las nuevas generaciones ésta es la verdadera historia del Cesar.

Iniciamos diciendo, que aquí todo ha sido prestado, desde el nombre hasta el primer gobernador. Ocurre que el llamado Magdalena Grande con capital Santa Marta, era eso, muy grande, y los pueblos estaban olvidados, sin carreteras, ni salud, ni escuelas, ni empresas y sin suerte. Sin gobierno. Entonces, José Ignacio “Nacho” Vives, abuelo del actual cantante Carlos Vives, acababa de crear el departamento de La Guajira, dizque porque los samarios se robaban la plata y no hacían las obras, luego, fueron los guajiros, ya con departamento creado que repitieron el ejemplo, pero es otro cuento. A Vives el cantante, 50 años después por ese detalle lo homenajearon en el festival de la Leyenda vallenata. Incluso su hermano Guille casó con una de la provincia.

Entonces, entre  los vallenatos se despertaron las ansias creativas que todos llevamos dentro, la idea de crear un departamento para desligarse del Magdalena Grande fue el anhelo, pero resulta que el hombre más “grande” de Valledupar, Pedro Castro Monsalvo, no estaba de acuerdo con la creación, de manera que hubo la necesidad de  formar un cabildo abierto, donde la comunidad con malicia indígena, llegó con sus metros de madera y en cintas amarillas en las manos, para medir hasta encontrar al hombre más grande para tan difícil tarea, y salió ganador José Antonio Murgas, quien era representante al congreso para aquellos tiempos, siendo un potro brioso de 47 añitos.

Como para crear un nuevo departamento era necesario tener territorio y un número alto de habitantes, entonces se dieron cuenta que teníamos territorio pero no alcanzaba la cifra de personas, de manera que tomamos prestados a miles de santandereanos que venían huyendo de las guerras internas del país y, con los recolectores de algodón que llegaban de todas partes, completamos y sobrepasamos la cifra. Lo mismo hicimos con los pueblos, ya teníamos a Chiriguaná, Chimichagua y Tamalameque, pero esos nombres confundían a los bogotanos que pensaban que eran caciques vivos, reducidores de cabezas, incluso confundían Chiriguaná con chimichurri, y Chimichagua con changua, por esa razones pedimos  prestados algunos pueblos a Santander, entre ellos González, Rio de Oro y San Martin. Se salvó Ocaña, porque otro grupo de ciudadanos aprovechando la fiebre de “departamentalitis” querían formar por esos lados, el departamento de Caro, pero la vaina a ellos se le embolató.

En el comité secreto formado para la creación del nuevo territorio, había mucha gente, hombres y mujeres, pero a estas últimas no las incluyeron en la historia, dizque por su costumbre de contarlo todo, pues podían comadrear el secreto con sus amigas samarias y se perdía la cosa.

Era necesario ir a Bogotá para convencer al gobierno la necesidad de crear el nuevo ente territorial, cosa que aprovecharon muchos para colarse en los buses contratados y de paso conocer la capital. Hay que formar una bulla en la puerta del palacio presidencial, dijo José Antonio, Murgas, el Grande, apoyados por otros de igual o superior altura, Aníbal Martínez Zuleta, Pepe Castro, Amador Ovalle, Crispín Villazón de Armas, Alfredo Araujo, Armando Maestre, Alfonso Araujo Cotes en estricto orden de  tamaño.

La bulla en el palacio tenía que ser con música rara, entonces pensaron en “Colacho Mendoza” su acordeón, y sus músicos; Escalona para aquellos años era simplemente Rafa, después se convirtió en Maestro. En aquella época lejana los músicos acordeoneros no los dejaban al Club Valledupar, pero sí podían hacer bulla en otra parte. Hoy subsiste el Club gracias a las fiestas con vallenatos, cosas de la historia.

Ya estaba casi todo listo, pero faltaba el nombre. De nuevo hubo Cabildo abierto. Antes, para cualquier vaina abrían el cabildo. Reunidos sonaron algunas sugerencias, entre ellas, el departamento de Chipuco, pero no se aprobó por ser el nombre de un bebedor de ron, el departamento de Loperena y tampoco por ser mujer, y además, había donado unos caballos al Libertador y se temía que podía algún dirigente usar el mismo gesto, y donar algunos de los pueblos prestados. Otras opciones, departamento de Padilla, pero tampoco, averiguaron que era negro y bailador, departamento de Guatapurí, pero ya una emisora registraba el nombre y el dueño cobraba por usarlo como si fuera un servicio social, pero más caro. San departamento de la Virgen del Rosario, Santo Eccehomo, Melchor, Gaspar y Baltazar, propuso el obispo Roy y Villalba, tampoco se aprobó por largo y en aquella época, Telecom cobraba por palabra y ahí gastaban los recursos recolectados para la creación. Entonces se acordaron del segundo préstamo, y pidieron a los guajiros el nombre del rio Cesar, y así quedó la vaina.

Ya había formalidad jurídica en todo el proceso. Algunos políticos empezaban sus pinitos en el difícil arte de aspirar. Para las elecciones se invitó a votar rojo o azul y escoger presidentes y congresistas en urnas, los indios arahuacos bajaban de la Sierra Nevada, al sufragar marcaban con tinta roja el dedo. Nuestros dirigentes grandes tenían una visión global, se les ocurrió que haciéndolos votar muchas veces la democracia crecía y raspaban en cada acto esos humildes dedos, que muchos hermanos mayores lastimados y a punto de perder el dedo índice, decidieron montar ellos mismos el jueguito, desde entonces eligen a Jaime Arias y cerraron por siempre el cabildo. Ellos también lo llaman presidente eterno, como el mismo Presidente de la Republica lo hace con su amigo.

Cuando ya estaba todo casi listo, a alguien se le ocurrió que debíamos tener identidad para distinguirnos de los otros. Es decir cultura, música, danzas, gastronomía, políticos, moda y protocolo, periodistas, escritores, poetas, ingenieros, médicos, abogados etc… Desde entonces se recurrió en su orden al Turco Gil, Lola Bolaños, La Bella Ustariz, Cielo Gnecco, la firma Luquez Galvis S.A, Nubia Helena de La Parra, Mary Daza Orozco, José Atuesta Mindiola, Romoca Castro, Hugo Carrillo, Evelio Daza, y otros profesionales en cada arte y ciencia.

Deberíamos tener plato típico como la bandeja paisa o el frichi guajiro, para ir pensando como nuevo departamento -dijeron los organizadores- fue así como se escogió el arroz de fideos, leche cuajada, arepa de queso, carne salada y yuca harinosa, para representarnos gastronómicamente. Recordemos que somos un departamento agrícola, ganadero y minero, de ahí la carne asada al carbón, por la visión de los Grandes en la minería actual.

Muchos años después la investigadora paleontóloga y nutricionista de la universidad de Patillal, Elida Ochoa, agregaría al menú el cupcakes de chilonga reconocido por la Unesco como algo único en el mundo, pero nadie sabe prepararlo ni comerlo y menos como acompañarlo. ¿Antipasto? ¿Entradas? ¿Postre? Incluso hay estudios que indican que puede ser venenoso, fatal como el cianuro, de moda en noviembre pasado. Claro, si ustedes revisan la gastronomía del Cesar en Wikipedia, allí aseguran que comemos cuchuco, arepas con pellejo, moncholo y peto. Revisen y comprueben, por eso no se puede confiar todo a internet.

Finalmente, para el 21 de junio estaba lista aprobada la ley que debía regir dentro de 6 meses, es decir el 21 de diciembre de aquel año de 1967. Y ahí fue Troya. ¡No teníamos  gobernador! De nuevo cabildo abierto.

Y a proponer nombres se dijo. Los Palencia Carat, Muñe Monsalvo, Rita Fernández Padilla, Lipe Perea, y una larga lista de doctores Castros, Araujo, Ovalle, Dangond, García, Mejía, Ariza, Mestre, Molina, Rodríguez, Pavajeau, Pupo, etc y nada que hubo acuerdo. Y miraron la brújula, consultaron a los Mamos sagrados, y la bola de cristal, es cuando aparece por enésima vez la palabra mágica: ¡Préstamo!

Resulta que aquí nadie sabía cómo firma un gobernador, ni como vestía, ni qué cosas comía, ni qué pastillas tomaba para montar en avión, pues en Valledupar, escogida capital, había pocos carros y muchos caballos y burros y burras, de estos últimos quedan excelentes ejemplares, pero será para otro capítulo. Para la comida, algunos recordaban la estrofa del canto popular el Amor-amor, que dice, “los bollos calientes pal gobernador”.

Nadie se atrevía, nadie sabía cómo camina, cómo baila, ni siquiera cómo era la mujer de un Señor Gobernador. Con la plata de los recursos de apoyo a la creación del departamento del Cesar, asustados se atrevieron a llamar al presidente Carlos Lleras Restrepo para pedirle que si él había firmado la ley, entonces también nombrara al gobernador, porque quien puede lo más puede lo menos. Hubo un silencio de santos, nadie decía nada, todos vestidos de blanco reposaban cerca de la iglesia y los más alegres debajo del palo de mango en la plaza, que entonces no tenía nombre ni le invertían millonadas para que pareciera Jerusalén.

Al cabo de un eterno silencio, el presidente anunció el nombre para gobernar el nuevo departamento: ¡Alfonso López Michelsen! Los vallenatos y los cesarenses recién nacidos gritaron en coro: ¡Ése es el pollo, López El pollo, el pollo López, viva, viva!

En cabildo extraordinario se aprobó poner el nombre a un pueblo para homenajear al Dr Lleras Restrepo y lo pusieron LLerasca (LlerasCamargo) se equivocaron, pero así quedó. Todo por culpa del acto extraordinario y cobrar las extras los cabildantes, claro.

A la semana siguiente llegó el nuevo gobernador, con su esposa La Niña Ceci y los músicos de bandas pensaban que era Santa Cecilia, la patrona de la música y tocaron fandangos, porros y vallenatos de Wilfran Castillo cerca de la plaza.

Ya con todas las de la ley fueron llegaron nuevos gobernadores desde la capital, siempre liberales o conservadores, no había más colores, ni Uribismo por ninguna parte. Solo los de familia muy conocida y apreciada podían ser gobernadores, pues ya sabían cómo se vestía, caminaba, hablaba, firmaba y tomaba tragos de whisky un gobernador.

Tiempos después, llega la elección popular de gobernadores y alcaldes, entonces, ahí sí se colaron todos, incluso sin ser bachiller como cualquier presidente de congreso.

Hoy son jóvenes y profesionales los gobernadores y alcaldes, con mucho presupuesto, incluso ponen el nombre de sus suegras y esposas a obras como bibliotecas y salas de niñas adolescentes. ¡El Cesar está vivo! ¡Viva El Cesar!

 

Edgardo Mendoza Guerra

#TiroDeChorro

Sobre el autor

Edgardo Mendoza

Edgardo Mendoza

Tiro de chorro

Edgardo Mendoza Guerra es Guajiro-Vallenato. Locutor de radio, comunicador social y abogado. Escritor de cuentos y poesías, profesor universitario, autor del libro Crónicas Vallenatas y tiene en impresión "50 Tiros de Chorro y siguen vivos", una selección de sus columnas en distintos medios. Trata de ser buena gente. Soltero. Creador de Alejo, una caricatura que apenas nace. Optimista, sentimental, poco iglesiero. Conversador vinícola.

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