Opinión
El poder colosal de nuestra voz
Â
Nos hemos acostumbrado a que otros opinen por nosotros, porque creemos que lo que nosotros tenemos que decir no es importante, que carece de consistencia y sentido: por no tener el grado de escolaridad, por no ser de tal clase social, por no ser de tal color de piel, de tal género, por tener tal peso, por tener tal edad, tal estatura, tal adicción; en uno de los tantos patrones con los que hemos crecido en este mundo de estereotipos, cobardÃa, clases sociales, presunción y patriarcado.Â
Y guardamos silencio, con el corazón a mil, con las palabras como borbotones anudándose en nuestra garganta, sin salir; por miedo, por vergüenza, por timidez, por no tener el valor de atrevernos a escucharnos a nosotros mismos y a que otros escuchen lo que tenemos que decir.Â
Y es asà como nos vamos relegando, auto censurándonos, nos aislamos, nos convertimos en las masas que ven cómo otros hablan por ellas, cómo otros sà se atreven a decir; cómo otros sà elevan la voz, sà expresan su opinión, sà debaten, sà cuestionan, sà proponen, sà crean. Y lo que es peor, muchas veces en una inconformidad propia de la lucha personal y los demonios personales, a esas personas que sà se atreven las apedreamos por haber tenido las agallas de hacer lo que nosotros no. Y nos pudrimos por dentro, en el silencio, la ira y la frustración. De ahà que existan las drogas medicadas con las que permitimos nuevamente que otros nos digan qué sentimos, qué pensamos y qué debemos hacer con nuestras vidas. Â
Generalmente a esos otros les damos el poder de pronunciarse en nuestro nombre, aunque muchas veces no estemos de acuerdo con lo que tienen que decir; el creer que no somos importantes y por ende no es importante tampoco lo que tenemos que decir nos paraliza y es asà como vemos a distancia la imposición de un sistema que nos convierte en marionetas. En las masas frente al televisor. En las masas creyendo todo lo que dicen quienes manipulan la información. En las masas dando vueltas en los centros comerciales, ansiosas, añorando comprar lo que no necesitan.Â
En hijos que no se atreven a hablar con sus padres, en padres que no se atreven a conversar con sus hijos, en parejas sin comunicación que terminan engañándose y fingiendo estabilidad para no romper con lo que saben que es una farsa, en amistades de mensajes de texto. En estudiantes que no se atreven a cuestionar a su maestro, en docentes que son incapaces de cuestionar a sus alumnos. Porque el deber del docente es otro, no han dicho y no nos hemos atrevido a romper con lo que otros nos impusieron.Â
Y adentro nuestra voz devanándose por salir, reventándonos el pecho, doliéndonos los huesos, a flor de piel la enclaustramos una y otra vez. Y asà nos sucede, y se nos pasa la vida, dejando que otros nos digan qué pensar, qué comer, cómo vestirnos, porque somos incapaces de escuchar nuestra propia voz. ¿Qué serÃa de nosotros el dÃa que la dejáramos salir? ¿Qué serÃamos como humanidad? ¿Cómo seres individuales? ¿Cómo género? ¿Cómo sociedad que se atreve a derribar patrones opresores? ¿Derribando clases sociales y estereotipos?  ¿Cuándo seremos nosotros expresando para que otros escuchen lo que tenemos que decir? Ese dÃa tal vez desaparezcan las drogas recetadas que nos mantienen sedados y excluidos de nuestro propio ser y de nuestra propia voz.Â
Ese dÃa desaparecerÃan las fronteras que nos impusieron. Ese dÃa empezarÃa el sueño de otro mundo inclusivo y tal vez, de perdida, en algún malaya, no verÃamos más niños viviendo en las calles porque escuchando nuestra propia voz, sabrÃamos que los niños del mundo también son nuestros hijos.Â
Â
Ilka Oliva CoradoÂ
@ilkaolivacorado
Sobre el autor
Ilka Oliva Corado
Crónicas de una inquilina
Escritora y poetisa. Ilka Oliva Corado nació en Comapa, Jutiapa, Guatemala, el 8 de agosto de 1979. Hizo estudios de psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora en el estado de Arizona. Es autora de dos libros: Historia de una indocumentada travesía en el desierto Sonora-Arizona, y Post Frontera.
0 Comentarios
Le puede interesar
Amo a Dios sin religiones
 He mantenido como lÃnea de conducta respetar las creencias religiosas de las personas de los diferentes credos. Personalmente te...
Asà conocà a Calixto
Cuarenta y cinco años atrás, en un pueblo de tres calles polvorientas y extensos sabanales, solo la proximidad de cuatro fiestas romp...
La fértil etapa de la máquina de escribir
 Definitivamente hay que quemar la etapa de la máquina de escribir. Y cada vez estoy más convencido de que éste es el perÃod...
Editorial: Si tu amigo periodista te plagia…
A lo largo de los casi 5 años de actividad de este periódico cultural, varios periodistas de la casa editorial, todos ejemplos de Ã...
Gracias, payaso
“RÃe fuerte payaso rÃe, No ves que a la gente no le importa tu pesar, Iluminada esta la gran carpa, es dÃa de fiesta La función...