Opinión
De la libreta al celular
En recientes días, muchos comentarios ciudadanos y personas de medios de comunicación de Valledupar, comparten inquietudes sobre un oficio tan libre, necesario y cambiante como el arte de comunicar. Llámenle periodismo, diarismo, comunicación social, comentaristas, opinadores, incluso ingeniería social como proponen algunos estudiosos de las ciencias humanas.
La preocupación ni es nueva, ni termina aquí. Al contrario, cada momento encontramos más herramientas y menos personas capaces de su total dominio, incluso de la responsabilidad que la prensa debería tener en todos los tiempos. Ya sabemos que los grandes escándalos mundiales se conocen por la prensa y no por los medios policiales o judiciales, menos por los mismos gobiernos, cualquiera sea su filosofía o estilo. Anota Yuval Noah Harari que, a finales del siglo XX, las grandes batallas ideológicas entre el fascismo, comunismo y liberalismo, daban como victoria abrumadora a este último, es la revisión entre la problemática política y tecnológica.
Hoy las discusiones tanto ciudadanas como entre periodistas, es quien dice las cosas primero, no quien las dice mejor. Los jóvenes en el oficio hacen la tarea que corresponde a su generación, a su manera y circunstancias, mientras ayer un comunicador debía tener mil libros, diccionarios, y fuentes por consultar, le bastaba una libretica y un lapicero común para informar correctamente; por supuesto la prensa y luego la radio, dos medios que a cada instante les anuncian su muerte, algo que ocurrió con la llegada de la televisión y hoy la llamada amenaza, que no es ninguna, son las redes sociales y sus distintos formatos.
Todo el tiempo han existido excelentes, regulares, malos y pésimos periodistas, no se coman el chiste los muchachos actuales, que los de antes sabían más, puro cuento. Un pequeño ejercicio bastará para sanarse, como dicen ciertas iglesias. El viernes, había menos medios, menos población, muchos problemas, menos conocimiento, mucha gente honesta, pero igual había delincuentes de miles de calañas. Entre el sábado y el domingo se formó una revolución tecnológica, de comportamiento humano, crisis de valores y olvidos de materias como la historia y la filosofía que ya están casi en desuso y terminan por desaparecer. ¿Para qué carajos sirve hoy un historiador o un filósofo? Nos quedaba Diana Uribe y le quitaron el programa, no es que fuera la mejor del país, es el estilo de comunicar sus cosas lo que la hizo visible, viral, dicen hoy. ¿Para qué Heródoto, Ortega y Gasset, Sartre?
Cuando hablo de viernes, sábado y domingo, entendamos que son décadas los días, para comprender mejor ciertos fenómenos sociales del tema que nos preocupa. El viernes, además de la libretica y el lápiz, la utilización del cerebro era esencial, incluso cosas de natura como la voz, complementaban y fortalecían la causa de periodismo. Un pequeño recorrido tres décadas atrás, no tiene muchas sorpresas, hombres y mujeres que hoy son añosos y panzones consejeras y consejeros no dejaron muchas huellas, excepto lograr pensionarse en cualquier entidad oficial o privada sin más recorridos. ¿Dónde están sus grandes espacios radiales, sus “frenteras” investigaciones, sus orgullosos logros en prensa y televisión sobre temas regionales o locales, sus libros y ensayos? Con pocas excepciones, la cosa sigue igual.
En la actualidad los jóvenes sólo necesitan un buen celular con el que logran fotos, graban voces, publican textos, muestran con inmediatez todo lo que transcurre e imaginan lo que pueda transcurrir. Algunos, al igual que ayer, sólo se dedican a publicar tres cosas básicas: viajó el alcalde, llegó el gobernador, no hay servicios en tales barrios y mataron a otro la noche anterior.
Abunda eso sí, un cardumen de pececitos sin otro oficio que meterse al periodismo, ya saben son orden de las cinco W, y las sueltan sin restricción y sin juicio. El caso más reciente sucedió hace pocos días, cuando dos muchachos que inician sus carreras en el vallenato se accidentaron en carros de ultima gama, como exigen los tiempos actuales donde el dinero corre por montones y cualquiera es rico con tres discos y dos videos. Para los periodistas de ayer no era mayor cosa, incluso no era una noticia de interés, pues muchachos borrachos abundan en todas partes desde que el mundo existe. Mejor desde que el ron existe. No olvidemos que la cerveza tiene cinco mil años de existencia, incluso en el código de Hammurabi se castigaba a quienes adulteraban sus sustancias.
Con el parte médico sobre el caso proporcionado por los profesionales de la salud, en el accidente del par de polluelos peliteñidos, nacieron las preguntas más pendejas, curiosas, torpes, ingeniosas, locas y desubicadas que los oyentes, lectores, o televidentes podían imaginarse. Algunas que recuerdo. ¿Cuantas veces le pasó el carro encima a la cantante? ¿A qué velocidad salieron del lugar de los hechos? ¿Es cierto que mezclaron ron con cerveza, sal y ají? ¿Es verdad que se bajaron a orinar antes del accidente? ¿Ellos andaban solos o con los novios de cada cual? ¿Por qué el novio de él y el de ella no andaban cuando se accidentaron? ¿Se puede decir que fumaron hierbas psicoactivas? ¿Revisaron las narices de los accidentados? ¿Por qué el cabello mono del joven, si era rojizo cuando salió de su casa y hace apenas una semana era negro? ¿Es cierto que había pastillas de colores regadas en el carro? ¿Recogieron pruebas de orina para examinarlas? ¿Revisaron las llaves del carro en busca de sustancias? ¡Por Dios!
Por respeto del tiempo de los amigos lectores de esta columna, no sigo con las preguntas de los muchachos y algunos viejos que cubren los temas judiciales como una novelita rosa, incluso andan de mal humor, cuando no hay sangre en las morgues y carreteras de la ciudad. Cubrir judiciales es una tarea sucia, pero alguien tiene que hacerla. Entre los animales, este oficio la realizan gallinazos, goleros, zamuros, zopilotes, chulos. Para qué hablar del llamado periodismo deportivo, este oficio lo realizan en el reino animal los loros, guacamayas, guacharacas y urracas. Hoy son bípedos quienes hacen esas cosas, pero con un cerebro algo desarrollado, a su manera claro, está. ¿Usted ha oído quién hable más paja que un periodista deportivo?
Para los periodistas de vieja data, era un par de jovencitos que inician sus carreras, se emborracharon y se accidentaron y punto. Para los nuevos son dos grandes superestrellas de la música, que sin ellos el mundo no puede seguir, la economía entra en recesión y la gente sale a las calles con desesperanza. La hecatombe, diría un expresidente.
Otras preocupaciones actuales debieran llamar la atención, el terrorismo, la globalización, enfermedades raras, la posverdad, guerras nucleares, cambios climáticos, justicia, resiliencia, tecnologías disruptivas, religiones, nuevas creencias, virtualidad, ocupan nuestras horas.
En resumen: cada tiempo tiene su gente, sus motivos y sus cosas. Errores todos cometimos y seguimos repitiendo, es la humanidad la que pasa. ¿Ahora falta que algunos jóvenes no sepan quién era Hammurabi, Yuval Noah, Heródoto, Agripina, Sartre, Marie Curie o Gabriela Mistral? Hoy la vaina es con Yatra, Gaga, James, J. Balvin, Shakira, Real Madrid.
Siempre han existidos entre nuestra prensa, Gustavos y Orgullos, Luis y luchoquiques, Arnoles y Arizas, Karinas y Patricias, Cadenas y Los Guerra, Beltranes y Mendozas, Ivanes y Castillos, Lucys y Mariaelisas, en fin gente excelente, mala, y buena por montones.
Las mismas personas con diferentes nombres. Nos vemos en la esquina, tengo cita con unos colegas que cubren judiciales y cronistas deportivos para el disfrute de unas cervezas, al final son los únicos que me hacen reír y hombre que no ríe es un animal, incluso un desperfecto animal.
Edgardo Mendoza Guerra
#TiroDeChorro
Sobre el autor
Edgardo Mendoza
Tiro de chorro
Edgardo Mendoza Guerra es Guajiro-Vallenato. Locutor de radio, comunicador social y abogado. Escritor de cuentos y poesías, profesor universitario, autor del libro Crónicas Vallenatas y tiene en impresión "50 Tiros de Chorro y siguen vivos", una selección de sus columnas en distintos medios. Trata de ser buena gente. Soltero. Creador de Alejo, una caricatura que apenas nace. Optimista, sentimental, poco iglesiero. Conversador vinícola.
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