Opinión
Una forma diferente de hacer política
Fue más que casual el reencuentro con Gunart Tonvik, un amigo y viejo conocido en mi actividad laboral hace algunos años en el sector minero del centro del Cesar; ingeniero civil de profesión, originario de Suecia, país enclavado en la región escandinava, parte más septentrional del viejo continente, llegado a estas productivas tierras detrás de las múltiples faenas derivadas de la explotación carbonífera; ya con los años a cuestas, revelando las realidades y el inescrutable paso del tiempo en su rostro pálido atesado por la intemperie.
Nuestro jovial amigo actualmente tiene pleno dominio del español, a diferencia de diez años atrás cuando lo más claro en su incipiente léxico era la palabra *chicharrón*, para denotar irónicamente alguna dificultad o inconveniente de tipo técnico, en las obras del proyecto que en forma conjunta y entusiasta construíamos. Su otra expresión favorita era: *Hay un gran problema en el entorno minero*, cuando se le respondía prontamente, decía: *No me he tomado hoy la primera taza del producto vendido en Europa, por el arriero antioqueño*
Desempolvando nuestra vieja amistad, hicimos un tránsito delirante por conversaciones y temas de actualidad comunes entre nuestros países de origen, haciéndome caer en cuenta sobre su recién obtenida nacionalidad colombiana, propiciada por su relación sentimental iniciada a su llegada al país en el año 2003, conquistado irremediablemente por los atributos de una fémina soledeña, armada en su estrategia demoledora con las butifarras más famosas del universo, y los danzones e inolvidables merecumbes del maestro Pacho Galán.
En el recuento de anécdotas, chascarrillos y vivencias, caímos insospechada y desprevenidamente en el tema de la política contemporánea y la inveterada forma de hacerla en este país del Sagrado Corazón de Jesús. En este punto se ruboriza, tratando de evitar el aspecto propuesto, pero, al fin, accede por mi obcecación recurrente. Con humildad y buena disposición, indica: “La forma de hacer política en Colombia se convirtió hace tiempo en un procedimiento artificial y maquiavélico, para perfeccionar la manera de engañar a la gente, en todos los estadios y entornos, donde el sacar ventaja indebida y mañosa a los adversarios, es cosa de magia y componendas abyectas”.
Incrédulo sobre el conocimiento pleno de mi interlocutor, lo insté a ser más explícito, y me respondió: “En Colombia hasta el Todopoderoso es tomado como referente para mezclarlo en las estrategias y planes electoreros de los aspirantes a corporaciones públicas, alcaldías, gobernaciones, y parlamento principalmente”. Acicateado por el calor fatigante, la alta sensación térmica y la humeante reverberación del sancocho trifásico recién servido, agregó: “Mire, en Colombia cualquier proceso de elección, va acompañado del siguiente plan estratégico”:
- Una estructura organizada denominada *maquinaria*, constitutivo esencial del sistema cardiovascular de la política.
- Los recursos que mueven “el tren” de la campaña
- El rifirrafe de los avales
- El convencimiento a los representantes comunitarios
- La concertación con las administraciones de turno
- El despliegue publicitario y acomodado, proyectado en medios de difusión y recientemente en redes sociales donde se *sataniza* inmisericordemente al adversario que, creen, les puede arrebatar la elección propuesta
- La fecha de las elecciones, el día “D” y la profusión de masas engañadas una vez más por los candidatos más pudientes, alardeando con la movilización de vehículos y logística pagada fuertemente.
Así, a grandes rasgos, sintetizo lo que he visto en mi corto periodo de ciudadano colombiano. No me explico cómo no ha surgido a nivel nacional, una iniciativa popular que manifieste de veras, el deseo de erradicar estas prácticas que amenazan la verdadera democracia en un verídico estado social de derecho. En esta inflexión, el ex–escandinavo toma aire, se abanica y señala: “Por lo menos deberían emular a los países que han dado el viraje correspondiente”. Apoyado en la coyuntura presentada, le hice una pregunta final: Gunart, ¿hay una forma diferente de hacer política? O mejor, ¿cómo se hace política en tu país de origen?
El no necesitó mucho esfuerzo, concentración y aplomo para indicar socarronamente: Claro que sí, con mucha seriedad y responsabilidad. Todo antagónicamente a como se realiza en el país de mi bella soledeña, mi desvelo permanente.
Alvaro Enrique Yaguna Nuñez
4 Comentarios
buena reflexion de como se debe hacer politica
Oh remembranzas, excelente columna Alvaro Yaguna, y bien por la época pero seguimos de mal a peor.
Muy interesante columna, refleja totalmente nuestra corrupta politica, convebida como un hacer plata para mi y no como un servicio a la sociedad. Psra inicisr esa reingeniera politics, lo primero que se debe asi DEBE hacer es una reforma judicial y en ella incluir penas hasta de 80 años, confkscaciones de todos sus bienes, solo asi, lo pensarían antes de ROBAR el ersrio publico.
Gracias tocayo..
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