Opinión
Del paro de las tachuelas al paro del 2019
Han transcurrido más de cuarenta años desde el 13 de septiembre de 1977 , correspondiente fecha al periodo presidencial de Alfonso López Michelsen, cuando se suscitó un movimiento de alcance nacional, análogo al evento del 21 de noviembre de 2019, propiciado por los sectores de trabajadores, estudiantes, estamentos y comunidad en general, para protestar entre muchas cosas por los proyectos e iniciativas del ente gubernamental , con un cariz nada halagador para la anémica situacion socioeconómica de un país polarizado por los comportamientos controvertidos de los partidos políticos, representados convenientemente en el Congreso de la Republica.
Por aquellas calendas, en calidad de estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad del Cauca en Popayán, por compromisos académicos tuve una participación pasiva, contemplando las muchas motivaciones de los sectores interesados y actores principales de este tipo de manifestaciones; el preámbulo de aquella gesta fue mucho menor que la del jueves pasado, dado que los medios de difusión no contaban entonces con el despliegue y avance tecnológico contemporáneo, ni existían las redes sociales catalizadores insoslayables para dinamizar cualquier actividad, pensamiento, tendencia, e ideología.
Recuerdo al final de la jornada en septiembre de 1977, cuando el primer Gobernador del Cesar, ya en calidad de presidente de los colombianos, y ejerciendo el mandato claro, mostró a las cámaras de los canales de televisión unas tachuelas recogidas en las calles dela capital, diseminadas por los saboteadores del saboteo. Con una expresión lánguida, voz lacónica, como un encantador de serpientes, expresó: “Esto fue lo que se vio en el paro hoy”. Observando lo acontecido el pasado 21, hago la comparación de lo ocurrido hace 42 años y preciso que no se han modificado en el fondo el contexto de este tipo de situaciones. Con unas razones y motivos análogos en dicho interregno, el expresidente fallecido quizás hubiese manifestado: “Los vándalos encapuchados ganaron en el paro”.
El tema del análisis debe ser concienzudo, objetivo, serio, efectivo y concluyente; pienso que no se trata de decir que la marcha fue normal hasta que aparecieron los desadaptados; tampoco creo que hay que expresar sobre un sabor agridulce por el buen comportamiento en algunas partes del territorio, a los ojos de los colombianos de bien.
Creo que se trata de asimilar adecuadamente esas enseñanzas y experiencias, incluyendo actos de contrición si es necesario, para no repetir lo vivido, antes, en y después del evento controvertido. La pauta debe ser minimizar y tender a cero (creo que sí se puede), las presuntas actuaciones indecorosas, incoherentes, antipopulares e irregulares, denunciadas y propagadas por todas partes. Cada quien, en un reconocido estado social de derecho, debe actuar comedida y respetuosamente, sin quererse llevar el estado para su casa. Se debe respetar la ley y los mandatos constitucionalmente establecidos. No es necesario llegar a los límites del extremismo, el desgreño administrativo, el aguante, la resiliencia y estoicismo en una nación que indudablemente no es la misma de 1977, la de las tachuelas mostradas por el Dr. López, cuando “capoteó” su correspondiente paro.
Ojo. Ha pasado mucha agua cristalina del Rio Guatapurí, en Valledupar, por debajo del emblemático puente de Hurtado. Se han dinamizado las cosas, nuevas tecnologías y la gente en un proceso de despertar del letargo adquirido, desde los tiempos inmensurables de la colonia, y la Patria Boba. Señores gobernantes, por favor, no esperen que el pueblo sufra una crisis de insomnio.
Creo oportuno aportar una catarsis o exhortación tomada de la obra “Cómo mueren las democracias” de Steven Levitski y Daniel Ziblatt: “ya estamos saturados de tanta indignación. Lo que necesitamos con urgencia es una mirada sobria y desapasionada del estado actual de las cosas”. Yo le agregaría, todo lo anterior con una actitud resuelta al cambio y alguien con un verdadero liderazgo. ¿Es difícil?
Álvaro Enrique Yaguna
@alvaroyaguna
2 Comentarios
EL FIN UNICO DE LA POLITICA ES " EL SERVIR A LOS DEMAS ",Y COMO DIOGENES , LAMPARA EN MANO AL MEDIODIA, PODEMOS SALIR POR TODA COLOMBIA A BUSCAR UN GOBERNANTE ( TAN SOLO UNO POR FAVOR ) QUE QUIERA APROPIARSE DE ESA - LA VERDADERA GRANDEZA -Y GRANDE ES LA FRUSTRACION. EL PROBLEMA NO SON LAS PERSONAS, ES LA FALTA DE VALORES COMO LA INTEGRIDAD, LA HONESTIDAD Y LA ETICA; LOS TALES, SE RECIBEN EN EL HOGAR Y SE REFUERZAN EN LOS CLAUSTROS EDUCATIVOS. EL PROBLEMA NO SON LAS LEYES ( LAS QUE EXISTEN Y LAS QUE SE VAN A CREAR ) ,ES LA FALTA DE VALORES COMO EL RESPETO Y EL AMOR AL OTRO, INDEPENDIENTE DE SUS CIRCUNSTANCIAS DE ORIGEN SOCIAL O CREDO POLITICO Y/O RELIGIOSO. ALVARO ENRIQUE APAGA LA LAMPARA Y QUE CADA QUIEN LA PRENDA EN SU PROPIO CORAZON HACIENDOSE ESTA PREGUNTA : ¿ QUE CLASE DE SER HUMANO ESTOY CULTIVANDO EN MI HOGAR PARA QUE MAÑANA LE PUEDA SERVIR A LA SOCIEDAD ? EL PROBLEMA NO ES LA CORRUPCION, EL PROBLEMA SOMOS NOSOTROS. VARO, NO TE QUITO MAS TIEMPO. DIOS TE BENDICE.
Muy bien.
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