Opinión

Ladrido cultural

Alberto Muñoz Peñaloza

16/01/2020 - 05:40

 

Ladrido cultural
Casa de la Cultura de Valledupar, antes de su remodelación en 2017 / Foto: archivo PanoramaCultural.com.co

 

Cuando el cantor cañaguatero, Santander Durán Escalona, pujaba con su canto, la rebeldía y el fulgor de sus versos, Valledupar era el pueblo embotellado, vestigios de cuya idiosincrasia se perciben, abundante en sueños que materializándose van. Por la creación del departamento, ‘ladraba’ con el alma: “Cantos de Valledupar cantos de Valledupar, historias del Magdalena, versos de noche serena, que hallan eco en el Cesar; en los ecos del Cesar, canta el alma vallenata, la que expresa en forma innata, su música y su cantar. Cuando suena el acordeón cuando suena el acordeón, se arremolina la gente, se inspira el compositor, surgen versos de su mente; en los ecos del Cesar, canta el alma enamorada, cuando le implora a su amada, que un beso se debe dar”.

Fue parte del mostrario que irrigó ante propios y “extraños” el concepto creativo que, medio siglo después, ha sido reconocido por la Unesco, con la inscripción en la red de ciudades creativas, en el ámbito de la música.

Ese norte se mantuvo vivo durante muchísimo tiempo, por eso en 1969, Gustavo Gutiérrez Cabello, gana el primer concurso de la canción inédita en el marco del segundo Festival vallenatos, con ‘rumores de viejas voces’: “porque mi tierra ya no es lo que fue, emporio de dulce canción, remanso de dicha y de paz, amenizado en acordeón; recuerdo aquellas mañanas que por las calles se oían venir, canciones que con sus versos al despedirse querían decir; rumores de viejas voces, de tu ambiente regional, no se escucharán los goces, de tu sentido cantar; ya se alejan las costumbres del viejo Valledupar, no dejes que otros te cambie, el sentido musical.

Lo primero

En admirable sincronía el gobierno de Alfonso Araújo Cotes, luego de la creación del festival en los primeros meses del Dr Lopez como primer gobernador, construyó, dotó e inauguró, en 1970, la Casa de la Cultura “Cecilia Caballero de Lopez”, cuyo primer director fue el sociólogo, historiador e investigador, Álvaro Castro Socarras. Se convirtió en el faro cultural de la capital y su influencia regional.

Veinticinco años después, durante la administración del gobernador Mauricio Pimiento, por razones de austeridad extrema, se dispuso la supresión y liquidación de algunas entidades entre otras el Instituto Departamental de Cultura y Turismo del Cesar, en virtud de lo cual, la casa de la cultura fue entregada al Municipio de Valledupar. Apenas en 2004 fue creada la estampilla pro Cultura, después fue creada la Biblioteca Municipal “Ciro Pupo Martínez”, la Escuela Municipal Artística y Musical, con productos culturales significativos como la banda municipal, el conjunto institucional “juglares vallenatos” e infraestructura cultural en la sede de la escuela y la adecuación del Teatro “Rafael Valle Meza.

La gestión departamental fue prolífica: organización anual del festival vallenato hasta cuando nació la Fundación Festival de la leyenda vallenata, servicio excelente de biblioteca, operación del museo arqueológico, activación sostenida de la sala de exposiciones e incentivación de actividades culturales prevalentes (teatro, Danza, música, artes plásticas, taller literario, cine, entre otros). Durante la era municipal, los programas decayeron, la estructura física se deterioró y desaparecieron procesos culturales de resonancia social. Continuó la falta de necesaria visión de largo plazo y en materia de recursos se cometieron errores, omisiones y distorsiones. Quedan logros por resaltar, pero es notable que los primeros 25 años correspondieron a la instancia departamental.

El Municipio se hizo cargo de la casa de la cultura, fue en ese periodo que se extinguió la biblioteca ignorándose el estado de la dotación bibliográfica cuyo valor patrimonial es innegable. En los 25 años más recientes, fue salvada la planta física, disminuido su tamaño y radio de acción cultural. Una casa de la cultura en la instancia cultural municipal. La Oficina de cultura municipal quedó relegada al cargo de jefe, sin equipo, con funciones que superan la capacidad funcional y la estructura administrativa para cumplirlas. En una de las reestructuraciones de la alcaldía, se “llevaron” turismo para la Oficina Asesora de planeación, lo mismo que el tema patrimonial.

Con motivo de la inversión de recursos provenientes de la contribución parafiscal de los espectáculos de las artes escénicas, se cedió ante el Ministerio de Cultura, dejándose de lado el concepto de casa de la cultura en pos del teatro. No obstante, el gobierno de Mello Castro González puede reorientar el concepto primigenio de la edificación y mantener la funcionalidad del teatro. Para ello urge darle el uso establecido, por el cual se adquirió el compromiso de ponerlo al servicio de las artes audiovisuales, pero lleva más de un año cerrado, destinado a reuniones y conversatorios esporádicos. Una buena opción es fomentar el teatro infantil, habilitarlo como espacio para grupos diferentes a lo que, de manera magistral, realiza Maderos Teatro en su sede. La Danza puede tener allí espacio para su promoción y divulgación.

El camino

Barranquilla cuenta hoy día con 137 casas de Cultura diseminadas en la territorialidad distrital. Es tiempo de fortalecer lo que tenemos, salvar las piezas arqueológicas y ponerlas al servicio de la formación y la promoción cultural. Rescatar lo que se pueda del material bibliográfico embodegado, activar un plan estratégico de servicios culturales, a partir de lo que se puede llevar a cabo en la casa de la cultural y promover el establecimiento de una casa de Cultura en cada comuna y cada subregión corregimental.

El manejo de los recursos provenientes de la estampilla procultura exige pulcritud, no repetir el error de ponerlos al servicio de convenios con fundaciones de concejales y sectorizándolos, cuando menos, con criterio político. Es hora de volver a procesos culturales que promuevan el arte, desde la niñez hasta los grupos de mayores, en las manifestaciones culturales prevalentes en la municipalidad.

Hay manera de obtener logros tempraneros: sembrar conciencia patrimonial a partir del programa “vigías del patrimonio”, restablecer los recorridos culturales por el centro histórico, abrir de una vez por todas la recortada sala de exposiciones de la casa de la cultura para que nuestros artistas puedan mostrar sus obras, asumir desde la Oficina de Cultura Municipal el manejo de la escuela municipal artística y Musical, cuya edificación tuvo un costo superior a los dos mil millones, pero con programas sin punto de retorno, sin verificación y sumidos en la intermitencia y el desgano.

Cuatro años se pasan en un ‘dos por tres’. No hay tiempo que perder. Lo siguiente es la realización de mesas sectoriales para la construcción del programa de cultura para el plan de desarrollo municipal, que derive en carta de navegación realista, medible y a la altura del salto cultural que merece el Municipio de Valledupar. El sector cultural tiene el compromiso de quejarse menos y ser más activo en la contribución, la veeduría y la participación, en favor del sueño colectivo cultural para Valledupar.

¡No habrá excusa válida para no hacerlo!

 

Alberto Muñoz Peñaloza

Sobre el autor

Alberto Muñoz Peñaloza

Alberto Muñoz Peñaloza

Cosas del Valle

Alberto Muñoz Peñaloza (Valledupar). Es periodista y abogado. Desempeñó el cargo de director de la Casa de la Cultura de Valledupar y su columna “Cosas del Valle” nos abre una ventana sobre todas esas anécdotas que hacen de Valledupar una ciudad única.

@albertomunozpen

2 Comentarios


Edgardo Maestre 17-01-2020 07:11 PM

Excelentehay finura en esa pluma.

Rafael Moreno 18-01-2020 03:58 PM

De acuerdo, maestro Muñoz

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