Opinión
COVID-19: el virus coronado
Secretamente hay quienes aún consideran que la forma más rápida y barata para acabar con la pobreza es eliminando físicamente a los pobres y las armas biológicas son sus elegidas, pues no levantan suspicacia y quedan registradas como víctimas de la madre naturaleza.
Y es que infinidad de conjeturas rodean la súbita aparición, el 1 de diciembre de 2019, en el paupérrimo y asqueroso mercado público de Wuhan (China), del virus COVID-19, diseminado como un rayo, provocando pánico colectivo, presagiando apocalipsis en todo el planeta.
Por eso los ‘mal pensantes’ ponen signos de interrogación sobre la publicitada pandemia, asegurando que, si los chinos, hace miles de años, inventaron la pólvora, es posible que hoy, genios de la tecnología, encontraron la fórmula de ‘coronar’ al virus para luego ‘coronar’ el multimillonario negocio de las vacunas.
Lo cierto es que el COVID-19 ya está aquí, tosiéndonos en la nuca, sumándose a las cinco pandemias que azotaron a la humanidad desde tiempos inmemoriales. En 1981 apareció el VIH-Sida, y la ‘Peste Negra o Bubónica’ en la Edad Media originó 75 millones de fallecimientos. Entre 1918-1920 la terrible ‘Gripe española’ causó cien millones de muertos y el sarampión cobró también su cuota mortal.
El récord lo ostenta la viruela: 300 millones de muertos, erradicada por la vacunación masiva, pero sospechosamente las potencias mundiales guardan provisiones de esos minúsculos asesinos para usarlos como arma biológica cuando sientan amenazada su hegemonía. ¡Válgame Dios!
No olvidemos que durante la conquista del suelo americano ocurrió la más terrible de todas las epidemias: entre el 70% y 90% de los Mayas murieron víctimas del ‘Cocoliztli’, causado por salmonelas altamente letales, contenidas en las heces de los españoles, diseminadas, adrede, en aguas y alimentos de los indígenas. Igual ocurrió con los Caribes y demás tribus ancestrales diezmadas casi hasta su extinción, por los dardos envenenados de viruela, sarampión, gripe y venéreas, armas devastadoras que aseguraron la usurpación gastando muy poquita pólvora.
Al COVID-19 lo pintan como terrible amenaza, pues fallece el 2% de los infectados; sin embargo, el dengue hemorrágico, influenza, leptospirosis y la tuberculosis son cinco veces más letales sin que aparezcan planes concretos para controlarlos. Y mientras nuestras autoridades miran fijamente hacia China, las pestes criollas, compinches de la miseria, organizan su fandango de muerte.
Y, ¿qué decir de la vergonzosa pandemia del hambre? Cada día mueren 10.000 niños de desnutrición en todo el mundo. ¿Cuántos son cartageneros? Hijos de Juan y Juana, a nadie parece importarle.
Henry Vergara Sagbini
Sobre el autor
Henry Vergara Sagbini
Rocinante de papel
Profesor y médico. La columna “Rocinante de papel” es una mirada entrañable a la historia y geografía del Caribe, y en especial de Cartagena (ciudad donde reside el autor).
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