Opinión
El día D de la pandemia en Colombia
A través del presente acontecer incierto, la pandemia del Covid 19 ha sido forzosamente didáctica, pedagógica hasta límites incalculables, dejando enseñanzas claras en un conglomerado nacional socialmente desobediente, no preparado ni dispuesto a acatar órdenes, disposiciones, ni mandatos coercitivos.
Analistas y comunicadores especializados en el tema han encaminado y enfocado sus apreciaciones, explicaciones y conclusiones hacia lo cultural y niveles académicos exiguos en grandes sectores poblacionales. Podría ser. Ante la perspectiva y angustia reinante, el gobierno nacional, dando “bandazos”, tratando de “manejar” situaciones inmanejables, poco a poco se ha ido tornando frio y calculador, evaluando parámetros determinantes sin poseer elementos ni indicadores de gestión técnicos coadyuvadores en la gestión de superar la actual crisis; una impresión generalizada es que diariamente se enfocan circunstancias cercanas quizá a lo irreal, a lo ficticio. Sustenta lo anterior el hecho de que para la opinión pública es claro que las razones del “no cierre” oportuno y racional de aeropuertos y fronteras, dio al traste con un control más efectivo y sistemático.
El comportamiento contradictorio de mandatarios con jerarquía, corroboran la aseveración; igualmente, hasta la saciedad es sabido que la exigua infraestructura de servicios médicos en centros asistenciales para conjurar el impacto rotundo de una epidemiologia compleja, ha sido uno de los grandes dolores de cabeza del alto gobierno. La verdad que ha prevalecido es que todas las medidas, disposiciones y normas coercitivas (aislamiento preventivo, obligatorio, inteligente, ley seca y la extrema, toque de queda), siempre fueron prioritariamente encaminadas a impedir a toda costa, el colapso potencial de dichos establecimientos de salud, aplanar la famosa curva, mantener a la población en los rangos del control y la mitigación, a costa de una situación socio económica más difícil y compleja que la evolución misma del terrible virus.
Y fue precisamente el aspecto socio económico el que en realidad le permitió al gobierno nacional, “tomarle la temperatura” a una gran parte de la comunidad nacional; aparentemente para propiciar una reactivación y ayuda económica al sector empresarial, con la anuencia de los expertos de la economía, Fenalco y la Dian, se propusieron unas iniciativas de día sin IVA, los días 19 de Junio, 3 y 19 de Julio, de la presente anualidad. La propuesta, una vez conocida, se controvirtió debido a que, antes de entrar en rigor la primera fecha, ampliamente se difundió y denunció que los comerciantes, irreflexivamente modificaron las reglas de juego, contraviniendo la normatividad, la legalidad y la transparencia, subiendo el valor de los productos y no asumir la rebaja buscada, inherente al impuesto del valor agregado; en resumen, una más de las acostumbradas componendas en la “normalidad” de un país culturizado para sacar provecho de cualquier situación, en detrimento casi siempre de la población más vulnerable y necesitada, socialmente venida a menos; con muchas expectativas y controversias se inició la gran jornada, el día “D”, catalogado en el transcurso de él, como el ejercicio de la improvisación, el desorden y la antítesis a los protocolos de bioseguridad propuestos con antelación, a la postre, infructuosos, desatendidos, irrespetados, con el riesgo inminente de que el amenazante y latente contagio, alcance registros desbordados e inusitados en los próximos días. Los establecimientos comerciales de gran superficie, denominados así en la eventualidad, contra todos los pronósticos y expectativas lograron hacer “su agosto” en junio de Covid 19. Fue un hecho notorio, que, ante la realidad y desproporción del caos, el cierre de alguno de ellos se hizo perentorio.
Seguramente, en los próximos días se hablará en los medios de difusión existentes, de un rotundo éxito en la reactivación socio económica del país, en la parte epidemiológica tal vez no. Es prudente esperar y opinar con objetividad; me queda la inquietud de que, ojalá que no, el gobierno no se vaya a quedar con la perspectiva de una población no necesitada y con holguras financieras; un análisis mesurado y objetivo debe llevar a modificaciones sustanciales, si se persiste en las dos fechas pendientes, jornadas de “rebaja”. Por lo menos, los establecimientos deberían empadronar a sus clientes para que, potencialmente, a las autoridades sanitarias, se les facilite la gestión de localizar a los comprometidos con el contagio.
Al gobierno nacional, recomendación especial, para que los análisis correspondientes se efectúen sin los anteojos del exitismo rotundo y el aterrizaje de rigor; ojalá no se continúe aprovechando la “ceguera”, principalmente social de las gentes, para seguir “tomándole la temperatura”. Esa, creemos, no es la finalidad; la pandemia actual tampoco puede ser propiciadora directa o indirectamente de situaciones de desmejoramiento social y de salubridad. Seguimos creyendo que el cerco epidemiológico al virus avanza ostensiblemente, en el momento que se aumenten la práctica de las pruebas, se cristalice el aislamiento social real y que la reactivación de la economía es de lo más importante en la conjura de la crisis, pero articulada con medidas cumplibles, razonables y evaluables, por supuesto.
Álvara Yaguna Núñez
4 Comentarios
Excelente... pondré de mi parte lo que más pueda para mejorar. Esto no lo compone el gobierno, lo componemos entre todos.
Me gusta. Real y sin apasionamientos
Interesante analisis, estamos de acuerdo
Interesante análisis de la realidad que vive hoy por causa de la pandemia.
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