Opinión

Que me juzgue mi madre

Leonardy Pérez Aguilar

31/08/2020 - 04:50

 

Que me juzgue mi madre

Reforma a la Justicia. En virtud del Artículo 1087985 de la Constitución Política de Colombia –que expresa que “Todo colombiano tendrá libertad de elegir quien juzgue sus delitos”–, y de mi buen nombre, declaro incompetencia legal, moral, sentimental y de cualquier otra índole, a cualquier tribunal colombiano. No habrá juez de la república ni magistrado de ninguna corporación judicial, que pueda poner en duda mi honorabilidad. Y como soy un verdadero demócrata, amante de la igualdad, emplazo a mis compatriotas a que tomen la misma decisión. Y para ser más justo aún, propongo que en mi país ya no existan los delitos, que por fin acabemos, de una vez por todas, el cuentecito ese de las demandas, las denuncias, y esa majadería de andar buscando pruebas y testigos. Es más, vivamos "como Dios quiera" y hasta donde podamos resistir.

En cuanto a la jurisdicción de mis actos, me acojo al espacio habitacional de mi viejita querida. ¿Para qué desgastarnos con abogados y tribunales aburridos a donde nadie quiere ir? ¡No! Tomemos una decisión con la mano firme y el corazón grande: ¡que cada quien se defienda como pueda! De esa forma, estoy seguro, en unos años estaremos orgullosos de que nuestras calles sean mejores que el viejo oeste norteamericano. Ya me imagino con dos pistolas en el cinto, montado a caballo y vestido como Clint Eastwood, desafiando a cualquiera que no me mire bien: “ciudadano, te doy 3 minutos para abandonar este pueblo, de lo contrario atento a mis pistolas”, y para todo el que no se someta “plomo es lo que le vendría”. La justicia sería “en vivo y en directo”, en la calle, no en una sala de audiencias, y la buena puntería, definitivamente, determinaría el nuevo país que queremos.

No pecaré de deshonestidad intelectual, reconozco que esta maravillosa propuesta me la han inspirado dilectos funcionarios del Estado y políticos muy inteligentes de las respetadas, queridas, admiradas y bendecidas bancadas de la ultra derecha colombiana. Son ellos los que merecen todos los aplausos y créditos, hasta la Cruz de Boyacá. Casi puedo verlos entrar con sus carrotanques al Congreso, con sus 300 escoltas, y sus respectivas miniuzis, o yendo a sus haciendas protegidos por aviones Sukhoi. Dentro de ese grupo de notables, ese ex magistrado que es uno de los grandes filósofos de esta iniciativa, injuriado por sus emprendimientos rurales ¿lo recuerdan?: “A mi mujer no me le tocan un pelo, a ella no me la toca nadien, nadien”, es que yo digo: ¿Qué tanto es matar por acumular unas tierritas? Por eso cada madre colombiana debe levantar su voz: “¡A nuestros hijos los juzgamos nosotras!”. Por fin resolveríamos los problemas de la justicia, por eso ¡abajo los jueces prechavistas, los acuerdos en La Habana, los magistrados que persiguen a la gente de bien!

Doy el crédito a los verdaderos autores de esta propuesta política, no vaya a ser que tenga problemas con Palomita de Castaño y me rete al primer duelo público de esta nueva era republicana. Yo con mis dos pistolitas (de juguetes, no me alcanzó para más), y ella con sus drones, AK47, misiles y su principal arma de guerra: sus gritos, ¡convirtiéndome en un buen muerto por copión!

Se cumplirá por fin el sabio mandato presidencial, el que la hace la paga:

Aquel robó: pum pum 

Aquel mintió: pum pum 

Por infiel: pum pum 

Por no ir a la iglesia: pum pum 

Por no ser heterosexual: pum pum 

Por no pertenecer a mi partido: pum pum 

Allá va un sospechoso: pum pum

Por conformar grupos paramilitares: ah no, ¡a esos no!

Y así, los problemas resueltos. Unámonos a una gran celebración nacional, se valen disparos al aire. Imagino a todos los países pidiéndonos la fórmula, y yo dando entrevistas y conferencias en todas las universidades del mundo. 

Y qué importa si les robé la idea, ése es un delito que hace mucho tiempo no existe en mi país.

 

Leonardy Pérez

Activista cultural

Sobre el autor

Leonardy Pérez Aguilar

Leonardy Pérez Aguilar

El sembrador de poesía

Leonardy Pérez Aguilar. Padre de cinco hijos y dos nietos, oriundo de la Jagua de Ibírico (César, Colombia). Activista cultural, defensor y promotor de los DDHH. Amante de la vida, la naturaleza, y de cada cosa que el creador nos ha delegado para amar y cuida. Frustrado bailarín y cantante, apasionado de las artes y la poesía, y sobre todo: un ferviente soberbio contra la injusticia e indeclinable soñador. 

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Obra del Santo Eccehomo: un futuro incierto

Obra del Santo Eccehomo: un futuro incierto

Contra todo pronóstico, y luego de insistencias fallidas por hacer deporte con él, Carlos César tomó la iniciativa de hacer el pl...

El infierno de María Fernanda Cabal

El infierno de María Fernanda Cabal

Yo nunca he podido entender a los ricos de Colombia. Viven muy bien, se dan la gran vida en paseos, mansiones, carros lujosos, hacienda...

Las luces de diciembre

Las luces de diciembre

  El 31 de diciembre de 2011, sobre las ocho de la noche, tuve una conversación fluida con ese amigo de la infancia, compañero en...

El Sirirí

El Sirirí

  Acudí al Parque de la Leyenda Vallenata, más para atender la curiosidad que me causaban los repetidos comentarios favorables sobr...

Pobreza vs deporte

Pobreza vs deporte

Todas las tardes voy al Parque Estadio que la gobernación anterior edificó en mi pueblo. En términos generales, una obra bonita qu...

Lo más leído

El origen de la deliciosa tres leches

Verónica Machado | Gastronomía

Las tuquecas de cualquier lugar

Rodrigo Rieder | Medio ambiente

Un paseo por el cementerio San Miguel de Santa Marta

Joaquín A. Zúñiga Ceballos | Turismo

La narratividad en las canciones de Luis Enrique Martínez Argote

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

Poética de Carlos Vives en el Canto vallenato

José Atuesta Mindiola | Música y folclor

Contiendas en la música vallenata

Luis Carlos Guerra Ávila | Música y folclor

La crónica en el Caribe colombiano

Lina Vega-Estarita y Marta-Milena Barrios | Periodismo

Aquella “Sombra perdida” que encontró El Binomio de Oro

Juan Rincón Vanegas | Música y folclor

Que vuelvan aquellos Díaz

Eliecer Jiménez Carpio | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados