Opinión
Ecos gubernamentales en el túnel de La Línea
En el ámbito ciclístico nacional y en las apoteósicas vueltas a Colombia de antaño, siempre serán de grata recordación los narradores Carlos Arturo Rueda C y Julio Arrastia Bricca, consagrados y consumados profesionales, el primero de Costa Rica y el segundo del país gaucho, pero adoptados oportuna y cariñosamente por una afición fervorosa y confiada a sus orientaciones, conceptos y sapiencia efectiva en dicha actividad. Estos depurados comentaristas del deporte de las bielas, como eximios conocedores de la geografía nacional y los recorridos tradicionales del magno evento, determinaban con suficiente anticipación, en la mayoría de los casos, que los ciclistas opcionados o mejor preparados, empezaban a cubrirse de gloria en los pasos montañosos de La Pintada, Letras, Minas, Patios, Boquerón, La Tribuna y la Línea, accidente geográfico difícil, a 3265 metros sobre el nivel del mar, localizado entre la Villa Del Cacique Calarcá en el departamento del Quindío y la cálida Cajamarca en el departamento del Tolima, separadas por 35 Kilómetros, atravesando plenamente la Cordillera Central.
Conocí el emblemático lugar de La Línea entre 1974 y 1976 como paso obligado en mi itinerario anual entre Valledupar y la Ciudad Milagro, donde inicié mis estudios de formación académica superior; siempre lo recuerdo como un sitio inexpugnable, con parajes inhóspitos donde tuve la percepción obsesiva de sentirme cerca del alcance de las capas atmosféricas del universo; su complicada ubicación geográfica era propiciadora de infinitas angustias al observar inevitablemente una movilización vehicular parsimoniosa, lenta en extremo, con colas interminables que pugnaban por adelantar a otros en curvas y alineamientos demasiado riesgosos. El denso tránsito de automotores pesados era otra conduerma habitual en el abrupto paso.
Hoy, después de muchos años, el gobierno nacional, con un ruido apropiado en este periodo pandémico del 2020, da al servicio del país este mega proyecto no exento de vicisitudes y contratiempos, desde su concepción hasta nuestros días, incluyendo los rifirrafes consabidos de la política polarizante, envolvente además de uno de los componentes a los diez (10) pasos de la fase de un proyecto en Colombia: “Aplausos para los que no participaron”. Indudablemente, una gran obra con grandes beneficios para resaltar, como la disminución de los costos de operación de la vía, incentivo al turismo, desaparición del alto índice de accidentalidad vehicular, dinámica positiva en la movilización y la reducción de distancias, sorteando los inconvenientes estructurales de toda índole, causados por una topografía difícil y fallas geológicas inherentes a la conformación de los suelos predominantes.
El siguiente inventario de hitos sirve para señalar aspectos relevantes del proyecto:
1902: En el gobierno de Manuel Murillo Toro, se informó que la ruta ideal para cruzar la Cordillera Central era por la llamada Depresión de Calarcá.
1913: Se ordena mediante ley 129 el primer trazado del túnel.
1922: Según ley 122, se ordena construir el túnel en forma definitiva.
1929: Se inicia la construcción del Túnel Ferroviario; se paralizan las obras en este periodo por las complejidades de la obra y fallas geológicas.
1945: Se reinician las obras de la vía vehicular y el túnel.
1985: Se efectúan los diseños a nivel de factibilidad para la construcción del túnel vehicular.
1998-2000: Se conforman los diseños en fase 2 para la construcción de la vía Armenia- Ibagué, incluyendo el túnel de La Línea.
2004: Contratación del túnel piloto o de emergencia.
2016: Finaliza el plazo del contrato 3460 del 2008. Se comienza el proceso para revisión, diagnóstico y terminación de obras faltantes.
2017: Se contratan obras para la terminación del túnel principal, pero los recursos resultan insuficientes.
2019: El gobierno nacional tiene previsto licitar nuevos contratos para culminar todas las obras del paso de La Línea.
2020: Es el año previsto para concluir todas las obras del proyecto.
Como se indicó anteriormente, se entregó la primera fase del Mega proyecto del Túnel de La Línea; muchos medios de comunicación y opinadores se manifestaron por doquier sobre al tema de actualidad. Existe pluralidad de criterios, positivos unos, negativos otros, controvertidos la mayoría; uno de los aspectos mayormente analizados es el de la demora en la entrega de los trabajos.
Los más objetivos puntualizan que las modificaciones en los contratos, escasa gestión y seguimiento a los procesos, y baja calidad de los materiales utilizados son alguna de las causales por las cuales la obra tuvo demasiados contratiempos. Son muchos los aspectos aún sin definir como las reclamaciones, demandas, cumplimiento de obligaciones, etc. Se entregó una gran obra, pero el país ignora realmente cual fue la totalidad de las inversiones, incluyendo, por supuesto, las suspensiones, imprevistos e imponderables.
En algún momento, la Cámara Colombiana de Infraestructura aseguró referente al proyecto en ejecución, que fue evidente la falta de estudios y diseños completos desde los inicios. INVIAS afirmó que no hubo fallas en la planeación y estructuración de las obras. ¿Quién tuvo la razón? A los entes de control, en algún momento les corresponderá informar a la nación, sobre lo realmente ocurrido. Hasta ahora tenemos una gran obra con beneficios promisorios en su incipiente periodo de operación. Viene la segunda fase del proyecto, ¿se tiene certeza sobre la financiación de recursos? Ojalá que sí.
Lo ocurrido con el desarrollo del citado proyecto, de ninguna manera debe pasar desapercibido por el actual gobierno; se deberían tomar las experiencias pasadas, para mejorar en el futuro. Desde sus inicios, en agosto del 2018 se tenía un Plan Nacional De Desarrollo que prometía iguales oportunidades a todos los colombianos, así como volver más eficientes las entidades del estado. ¿Se han diluido dichas iniciativas? ¿Por culpa de la pandemia? Actualmente, y a la espera de prontas intervenciones como política de estado, se tienen la retoma del proceso de paz y acuerdos de La Habana, el permanente problema del Narcotráfico, la reaparición de las masacres en todo el territorio nacional, muerte a líderes sociales, entre muchas dificultades preocupantes.
Ojalá en lo que resta del presente periodo presidencial, las prioridades para cambiar la imagen del país, tengan eco gubernamental e institucional como los ruidos causados con ocasión de la entrega parcial del Túnel de La Línea.
Álvaro Yaguna Núñez
Fuente: Revista DINERO, EDICION 557.
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