Opinión

Una amable lección indígena

Diógenes Armando Pino Ávila

23/10/2020 - 05:05

 

Una amable lección indígena
Manifestaciones en el corazón de la Minga / Foto: Semana

Desde la semana pasada, se movieron las redes, periódicos, revistas, noticieros de televisión, editoriales, la política, sindicatos, izquierda, derecha y tibios, se polarizó el ambiente y entre los dimes y diretes que se suscitaron, el tema principal era La Minga. Pero, ¿qué es la Minga? ¿Cuál es su origen?

Nuestros indígenas tenían una forma comunitaria de resolver los problemas comunes o particulares de sus miembros, uno de ellos era la Minga que no era otra cosa que un rasgo de pertenencia y solidaridad donde se daba la mutua colaboración y la hermandad de una comunidad. En quechua, la palabra "minga" o "minka" hace referencia a la reunión de diversos actores, saberes y herramientas en busca de un objetivo común. Es una institución precolombina que sirve para todo: desde la construcción de un puente hasta la preparación de un almuerzo.

Ahora bien, debido a la desatención del gobierno nacional, la dilación en el cumplimiento de acuerdos, los asesinatos selectivos y sistemáticos de los lideres y autoridades indígenas, la estigmatización, el constreñimiento, los ataques continuos, los enfrentamientos armados en sus territorios por parte de grupos armados ilegales, llámense guerrillas, bacrim, disidencias y además, los grupos armados legales como policía, ejercito, los Hermanos Mayores no tuvieron otro opción que organizar la Minga para llamar la atención del gobierno y del pueblo colombiano para que centren el foco en la oleada violenta de exterminio que les acosa desde siempre.

Citaron al gobierno, concretamente al presidente Duque, para que dialogara o debatiera con sus mayores y autoridades la problemática que les aqueja, pero el gobierno, como siempre se hizo el desentendido para atenderlos, lo que les llevó a tomar la decisión de marchar en Minga hasta Cali con la esperanza de ser atendidos. La prepotencia del gobierno y sus asesores menospreciaron la invitación, desconociendo que los indígenas querían hablar con “el jefe del circo y no con los payasos”, pero Duque hizo lo contrario, envió a sus ministros y los indígenas no aceptaron dicho diálogo y anunciaron su viaje a Bogotá si no eran atendidos en Cali por el mismo Duque. De nuevo menospreciaron lo dicho por la Minga y, ante tal situación, decidieron marchar hacia la Capital del país.

A partir de ahí se incendiaron las redes, la derecha daba a entender que ese viaje de ocho mil indígenas y su estadía en Bogotá debía costar por lo menos medio billón de pesos, como si los indígenas licitaran con coimas como lo hace el gobierno, desconociendo que el gobierno tenía la obligación de asumir los costos logísticos de estadía y bioseguridad. Duque y sus asesores negaron esta responsabilidad y Claudia López como alcaldesa de Bogotá debió tomar la iniciativa y asumir dichos costos con dineros de la ciudad.

Salió Sergio Fajardo al ruedo a decir con suficiencia mal disimulada que, si él fuera presidente no hubiera dejado que llegaran a Bogotá, pues hubiera ido a Cali a dialogar. La palera que recibió en las redes por su oportunismo lo retiró del ruedo y no asomó más las narices con el tema de la Minga. El gobierno, su aparato de inteligencia advertía de la infiltración de la Minga por parte del ELN y la FARC, la derecha de desgañitaba haciendo el coro. Luego que Bogotá iba a ser vandalizada, pronosticaban los altos mandos del ejército y policía y la derecha repetía el discurso. Todo esto despertó en las mentes enfermas, que, si las hay, llenas de odio hacia todo pensamiento democrático que nazca del pueblo, el insulto racista, la discriminación, el ninguneo y la ofensa hacia los indígenas. Pero también es justo decirlo, la mayoría del pueblo colombiano se solidarizó de alguna manera. Incluso hubo memes geniales donde se le castigaba a los racistas por sus despropósitos, recuerdo uno que me pareció genialísimo que decía: “Amor, usted con esa cara de artesanía precolombina, no le queda bien andar insultando a los indígenas”.

Finalmente debo decir que nuestros indígenas nos dieron una clase avanzada de civilidad, pues no permitieron el ingreso de un infiltrado, entre otras cosas un policía. Castigaron con el fuete a un ladrón. Recogieron todos sus desechos, dejando calles, plazas y sitios donde estuvieron tan limpio que hasta la misma prensa tuvo que reconocerlo. Marcharon siempre con el tapabocas, tan difícil a nosotros los “civilizados” usarlo. En fin, el comportamiento indígena debe ser un ejemplo a seguir por “los civilizados” cuando tengan marchas o concentraciones masiva.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

@Tagoto

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

@Tagoto

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Los hombres sí lloran

Los hombres sí lloran

  Cada día conozco aliados que buscan reinventarse, cambiar paradigmas y liberarse de cargas que son difíciles de llevar, como lo e...

Claudia y el lenguaje de la guerra

Claudia y el lenguaje de la guerra

Antes de ser senadora, Claudia López hizo parte de la Séptima Papeleta, el movimiento estudiantil que entre 1989 y 1990 fue esencia...

Se perdió la capacidad de asombro

Se perdió la capacidad de asombro

  “El problema de esta sociedad es que la gente inteligente tiene muchas dudas, mientras que la gente estúpida cree tener la cer...

Lágrimas en el sueño

Lágrimas en el sueño

  Las lágrimas caen por mis mejillas mientras duermo, salen de mis ojos cerrados por el profundo sueño. En ese mismo sueño tomé e...

Cemento y hierro: el gran milagro

Cemento y hierro: el gran milagro

  En una reciente visita que realicé por varios municipios del departamento del Atlántico, incluyendo su capital Barranquilla, me i...

Lo más leído

La Muerte de Abel Antonio

Álvaro Rojano Osorio | Música y folclor

Origen del Festival de la Leyenda Vallenata: un viaje en el tiempo

Simón Martínez Ubárnez | Música y folclor

La parranda vallenata como un ritual de amistad

María Ruth Mosquera | Música y folclor

La Parranda vallenata

Carolina Rosa Guerra Ariza | Patrimonio

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados