Opinión

Los crucigramas del señor Google

Álvaro Yaguna Nuñez

30/11/2020 - 04:30

 

Los crucigramas del señor Google

 

Alguna vez en la vida hemos intentado resolver un crucigrama o acertijo de los que con frecuencia se encuentran en revistas y diarios, casi siempre en las secciones de recreación, ocio, y entretenimiento, con el objeto de apaciguar el espíritu individual, ante tanto afán y afugias del dinamismo cotidiano. Particularmente, siempre me he preguntado cuál es el origen de dichos enigmas, definidos como el entretenimiento consistente en hallar cierto número de palabras, mediante pautas dadas, para ser transcritas en un diagrama o casillero pre-determinado.

Esa búsqueda me llevó a encontrar por casualidad, en un relato del Nobel Gabriel Garcia Márquez, Un día después del sábado, la explicación la más cercana al origen de los enigmas citados: “Él padre Antonio María Isabel en el seminario, en una tarde lluviosa y lúgubre, leía un trozo de Sófocles, en su idioma original. Cuando acabó de llover, miro a través de la ventana, el campo fatigado y se olvidó enteramente del teatro griego y de los clásicos que él llamaba de manera general –los ancianitos de antes-. Treinta o cuarenta años después en una población remota y desconocida, atravesaba la plaza empedrada, al que había ido de visita, y sin proponérselo, recitó la estrofa de Sófocles que leía en el seminario. Esa misma semana, se refirió largamente a los –ancianitos de antes-, con el vicario apostólico, un anciano locuaz e impresionable, aficionado a unos complejos acertijos para eruditos que él decía haber inventado y que se popularizaron años después con el nombre de Crucigramas¨.

Después de trajinar durante mucho tiempo las revistas especializadas Cruci-Mes, Cruci- Grama, Jóker, los diarios El Espectador, El Tiempo, y el Magazín Dominical, inserto del primero, me quedó para siempre la experiencia de que la resolución de esos ¨jeroglíficos¨¨no obedece a un conocimiento pleno y científico como una ciencia exacta o un arte perfecto. Quizá la clave y éxito del crucigramista es mantenerse permanentemente en la actividad, logrando acumular en su subconsciente gran cantidad de conceptos y definiciones, enmarcadas figuradamente en un comportamiento lineal.

Alguna vez, el benemérito hijo de San Bernardo Del Viento (Córdoba), el periodista Juan Gossain, se refirió específicamente al tema, indicando que la pericia del crucigramista no se la da un conocimiento científico, sino el roce, la familiaridad e intimidad lograda a través del tiempo de entrega y muchas veces la perseverancia, con la labor recreativa; existe en la actualidad gran cantidad de diagramadores y diseñadores de los mencionados enigmas que estructuran ¨los problemas ¨ de tal manera que se convierten en un fastidio debido a la reiteración de interrogantes muy asiduos en los contenidos propuestos.

Ahondando en el análisis, el verdadero perfil del aficionado a resolver crucigramas es aquel que se arma literalmente de diccionarios, enciclopedias, libros de consulta, para derrotar los retos didácticos de la ocupación recreativa y entretenida. Hasta este aparte, el desprevenido lector quizá no haya encontrado en estas cuartillas, un buen motivo para expresar unas palabras de consuelo destinadas a quien escribe, pero tal vez lo expresado a continuación, lo logre. En el entorno dinámico y cambiante de los medios de comunicación, todo es posible, como también es posible encontrar a un aficionado de los crucigramas, resolver los acertijos, al lado del Señor Google; el personaje es un individuo de aproximadamente 72 años, dedicados buena parte de ellos a la ocupación anunciada. Éste, aprovechando el insólito auge, muy disciplinado, diariamente realiza su labor, según él, muy eficazmente. El operador Google, todos lo sabemos, es un valioso recurso para investigadores y consultores que escudriñan en el firmamento de lo desconocido, el origen de infinitas incógnitas del mundo contemporáneo, pero ante la estructura desconocida de un diagrama indefinido cada vez, no me imagino al famoso “sabelotodo”, respondiendo acertadamente a preguntas muchas veces capciosas, como frecuentemente observamos. El modus operandi de nuestro referido personaje es el de formular mediante el micrófono incorporado del equipo, los requerimientos solicitados.

De lo anterior no manifiesto que no sea posible, solo que se me torna algo insólito y un recurso insospechado, y quizá inédito, merecedor de un aplauso grandioso y sonoro; reitero, no imposible, quizá más difícil. Es tal vez la apertura a una transición hacia la costumbre de buscar la resolución de dificultades y adversidades con el concurso del señor Google. Cabría el interrogante inmediato siguiente: ¿Llegará el día en Colombia en que el famoso operador se convierta en el robot imaginario que sea capaz de ayudar a resolver los problemas estructurales de la nación, como la polarización política, la erradicación total de la corrupción, la consolidación de una verdadera paz, la esquiva reconciliación nacional, la solución a la problemática socio-económica y a los no menos importantes como el colaborar en la mejor opción electoral, incluyente de unos buenos representantes, para un país de buenos representados?

 

Álvaro Yaguna Nuñez

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