Opinión

Fundamentalismo vallenatero

Luis Carlos Ramirez Lascarro

20/01/2021 - 04:20

 

Fundamentalismo vallenatero

 

Las músicas populares han sido empleadas para la construcción de una identidad regional y nacional que, se cree, debe defenderse a ultranza, en ocasiones sin importar si en medio de este ejercicio se divulgan y perpetúan falacias, con la pretensión que la gran mayoría acepte y siga de manera acrítica sus ideas, atropellando, atacando, frecuentemente, a quien disiente.

En su momento, fue la música andina la insignia nacional, a tal punto que aún se le dice música colombiana de manera genérica. Luego, el turno del auge comercial y de representatividad fue para la cumbia y el porro, ritmos que cedieron su hegemonía al vallenato, un mutante en constante evolución, que ha sabido adaptarse con el paso del tiempo para mantenerse vigente a pesar del empeño obstinado de muchos por momificarlo.

Siguiendo esa línea de forjamiento de identidades en torno a la música vallenata, se ha erigido un discurso nacionalista que tiene, incluso, pretensiones de carácter universal -exacerbado a partir de la declaratoria del vallenato como patrimonio en riesgo- en el cual se encuentran claros indicios ideológicos que han desembocado en lo que podríamos llamar un fundamentalismo vallenatero que se evidencia, quizá mejor que en cualquier otro espacio, en los foros virtuales sobre música vallenata, donde es costumbre atacar a las personas en vez de controvertir las ideas.

Del fundamentalismo podemos decir que es aquella actitud que rechaza cualquier desviación en las doctrinas y las prácticas que se consideran esenciales e inamovibles en un sistema ideológico, especialmente religioso, las cuales, regularmente, se encuentran consignadas en un texto que guía todo el pensamiento y el actuar de los prosélitos. Se puede pensar que en torno a la música vallenata no existe un sistema ideológico; sin embargo, si se tiene en cuenta que una ideología es un conjunto de ideas fundamentales que definen un modo de pensamiento, bien sea político, religioso, cultural o identitario, se encuentra que las ideas en torno a lo que es y lo que no es el puro, el verdadero, el auténtico vallenato son un sistema fundamental que definen la forma de pensamiento de un grupo que se siente representado con esta música y las defiende a como dé lugar, casi siempre de manera poco objetiva y sin dar cabida al método científico en sus planteamientos.

En la forma de actuar y pensar de la gran mayoría de los “defensores del folclor”, podremos encontrar una representación ideal de lo que es o debe ser el “verdadero vallenato” a partir de las tradiciones inventadas por los folcloristas a mediados del siglo XX y, también, un proyecto político o plan de acción tendiente a la conservación de lo más puro de esta música, lo cual termina siendo, en verdad, la restauración o re-adopción de un estadio previo de la manifestación, superior, desde su punto de vista a la realidad vigente y representativo del ideal que tienen prefigurado. Sin embargo, este ideal no está definido y caracterizado con una claridad incontrovertible que permita dar una definición precisa sobre ese “verdadero vallenato”, por el contrario, muchas de las definiciones que se dan, no solo en estos foros, están basadas en lo que el profesor Abel Medina Sierra, recientemente, ha nombrado como mitos del vallenato, con lo cual se termina convirtiendo ese “verdadero vallenato” en un meta-mito o mito de nivel superior. Un mito que condensa a los otros mitos.

El fanatismo persigue que todo el mundo comparta una determinada forma de pensar. El fanático es una persona que defiende con tenacidad desmedida sus creencias y opiniones, también es aquel que se entusiasma o preocupa ciegamente por algo o alguien. La persona fanática manifiesta una apasionada e incondicional adhesión a una causa, un entusiasmo desmedido y/o monomanía persistente hacia determinados temas, de modo obstinado, lo cual le impide estar abierto al diálogo con quienes no comparten su misma visión. Tampoco le permite hacer una revisión de sus creencias ni aceptar las evidencias que se le presenten y que puedan poner en tela de juicio, que hagan tambalear su sistema de creencias. Prefieren el insulto, la descalificación ramplona e, incluso, vetar o expulsar de sus espacios a quienes proponen una visión que choque con la suya, aun cuando estos personajes sean miembros de la academia, en sus distintos niveles.

Es entendible que se quiera defender lo que se siente como propio y que es generador de identidad, que de alguna manera ayuda a definir a la persona y a la cultura a la cual se pertenece, pero esta defensa no puede ser ciega, irracional ni incondicional.

Es bastante incómodo chocar frecuentemente con los hostigamientos de los muchos fanáticos y fundamentalistas que se encuentran en el ambiente vallenatero, sin embargo, me parece importante seguir aportando una visión disidente al consenso generalizado, así esto me cueste seguir siendo vetado y que mis planteamientos sean vistos, de manera desobligante, como locuras sólo por darle prevalencia a las opiniones de los lingüistas sobre las de los narradores al hacer análisis del discurso de las canciones vallenatas o preferir las fuentes documentales, las citas citables y las argumentaciones bien estructuradas frente a las opiniones cargadas de subjetivismo y carentes de método, que no suelen ver más allá de las propias narices, autocomplaciéndose.

 

Luis Carlos Ramírez Lascarro 

@luiskramirezl 

Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro

Luis Carlos Ramirez Lascarro

A tres tabacos

Luis Carlos Ramírez Lascarro (Guamal, Magdalena, Colombia, 1984). Historiador y gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena y Maestrante en Escrituras audiovisuales en la misma universidad.

Autor de los libros: Confidencia: Cantos de dolor y de muerte (2025); Evolución y tensiones de las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (en coautoría con Xavier Ávila, 2024), La cumbia en Guamal, Magdalena (en coautoría con David Ramírez, 2023), El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica (en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza, 2020).

Ha escrito las obras teatrales Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien también lo representa. Su trabajo poético ha sido incluido en antologías como: Quemarlo todo (2021), Contagio poesía (2020), Antología Nacional de Relata (2013), Tocando el viento (2012), Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Polen para fecundar manantiales (2008) y Poesía social sin banderas (2005), y en narrativa, figura en Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021).

Como articulista y editor ha colaborado con las revistas Hojalata, María mulata (2020), Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023), y ha participado en todos los números de la revista La gota fría (No. 1, 2018; No. 2, 2020; No. 3, 2021; No. 4, 2022; No. 5, 2023; No. 6, 2024 y No.7, 2025).

Entre los eventos en los que ha sido conferencista invitado se destacan: Ciclo de conferencias “Hablando del Magdalena” de Cajamag (2024), con el conversatorio Conversando nuestra historia guamalera; Conversatorio Aproximaciones históricas a las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (2024); Primer Congreso de Historia y Patrimonio Universidad del Magdalena (2023), con la ponencia: La instrumentalización de las fuentes históricas en la construcción del discurso hegemónico de la vallenatología; el VI Encuentro Nacional de Investigadores de la Música Vallenata (2017), con Julio Erazo Cuevas, el juglar guamalero; y el Foro Vallenato Clásico (2016), en el marco del 49º Festival de la Leyenda Vallenata, con Zuletazos clásicos.

Ha ejercido como corrector estilístico y ortotipográfico en El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), donde además participó como prologuista.

Realizó la postulación del maestro cañamillero Aurelio Fernández Guerrero a la convocatoria Trayectorias 2024 del Ministerio de Cultura, en la cual resultó ganador; participó como Asesor externo en la elaboración del PES de la Cumbia tradicional del Caribe colombiano (2023) y lideró la postulación de las Procesiones de semana santa de Guamal, Magdalena a la LRPCI del ámbito departamental (2021), obteniendo la aprobación para la realización del PES en 2023, el cual está en proceso.

Sus artículos han sido citados en estudios académicos como la tesis Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021); el libro Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020) y la tesis El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017).

@luiskramirezl

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