Opinión
Valledupar le quedó debiendo a Toño Sagbini

Al inicio de esta semana se nos fue un hombre que hizo más por Valledupar que muchos políticos de esos que, constantemente, se dan golpes de pecho, Antonio Manuel Sagbini Polo. Puedo dar fe que, sin haber nacido en Valledupar, entregó buena parte de su vida a esta ciudad y a su gente.
No sé cuántos periodistas o columnistas le hayan dedicado unas líneas a reconocer a este empresario exitoso, que llegó a Valledupar como técnico de radio y logró crear un emporio empresarial que denominó Almacenes Sagbini y levantó un edificio que para la época revolucionó a Valledupar. No sé cuántos hogares del Valle aún tienen electrodomésticos que ‘Toño’ le entregaba a crédito a personas de escasos recursos y que, en muchas ocasiones, les condonaba la deuda.
‘Toño’ Sagbini, como cariñosamente le llamábamos, era un incansable trabajador que amaba el deporte y la música vallenata. Buena parte de las ganancias de su trabajo y de sus empresas las dedicaba a fomentar y patrocinar equipos de fútbol y de béisbol, él mismo organizaba campeonatos, y cuando no conseguía patrocinio, almacenes Sagbini asumía los costos y los premios.
Pero Sagbini hizo un gran aporte al folclor vallenato y pocos en Valledupar se lo reconocieron en vida. En la época de los radioteatros en las emisoras, él se inventó el Festival Sagbini para impulsar los cantantes vallenatos, tanto hombres como mujeres, y lo realizó con sus propios recursos.
Por el Festival Sagbini pasamos muchos jóvenes cantantes que buscábamos una oportunidad y allí se nos abrieron puertas, para solo mencionar a algunos que me llegan a la mente: Farid Ortiz, Robinson Damian, Jorge Luis Ortiz, José Díaz, de las voces femeninas se destacaron Yolanda Ariño y Ludys de la Ossa, entre otras. Esos festivales se realizaban en la emisora Ondas de Macondo y las finales se hacían en la Plaza Alfonso López, por allá entre los años 1975 y 1985.
Los premios que ‘Toño’ Sagbini entregaba, eran electrodomésticos: neveras, televisores, lavadoras, máquinas de coser, equipos de sonido, la mayoría de los concursantes éramos de pueblos cercanos y algunos llegábamos a nuestras casas por primera vez con un aparato desconocido, que era la sensación.
Me contó el hoy abogado José Díaz Cujía, que, cuando él ganó en la categoría infantil, el premio fue una lavadora, que era la primera que llegaba a la población de El Molino en la Guajira, en aquella época, y el operario de la planta eléctrica del pueblo la prendió a plena luz del sol, solo para ver cómo funcionaba una lavadora.
En mi pueblo (La Loma), cuando yo llevé el televisor rojo de doce pulgadas que me gané en el Festival Sagbini, se arremolinaba la gente de la calle de las vacas a ver las novelas venezolanas en blanco y negro.
Antonio Sagbini fue un hombre altruista, empresario con responsabilidad social, trataba por igual, tanto a los de apellidos de abolengo, como a la gente de pocos recursos. Valledupar y su gente le quedaron debiendo un homenaje a ese hombre querido: ‘Toño’ Sagbini.
Colofón: Al momento de escribir estas líneas tengo información de una mejora en la salud de nuestros grandes hombres de la Paz: Pablo López y Jorge Oñate.
Jorge Nain Ruiz
@jorgenainruiz
Sobre el autor

Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
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