Opinión

Porque me da la gana

Baldot

15/02/2021 - 04:50

 

Porque me da la gana
El artista Baldot junto al arquitecto Beto González / Foto: Uvaldo Torres (Baldot)

 

Ayer por la tarde, divisé parado en la esquina del monumento Los poporos al arquitecto Beto González. Lo reconocí por su altura y su reluciente calva, me encontraba en mi taller haciendo mi tarea diaria, porque de casualidad queda al frente del mismo monumento; me emocioné al verlo y le dije: "Beto, primo, soy Baldot. Venga a ver mi trabajo y mis pinturas y se toma un vino conmigo".

Él, emocionado con su tapaboca a distancia, le noté la sonrisa por medio de sus ojos, estaba fascinado de saber que tenía un espacio con pinturas coloridas de expresiones abstractas y expresó de inmediato: “Primo, ¿usted sí tiene cliente para esas clases de pinturas que usted hace acá en Valledupar?”.  Y le dije: Claro que sí, primo, pero más me han creído los cachacos, en el exterior y aquel vallenato de buen gusto y conocimiento por el arte, sobre todo arquitectos y diseñadores como usted; siéntese y conversemos.  De inmediato le saqué una de las botellas que tenía guardada de vino chileno. Se la mostré y le dije: "primo, ¿le apetece este vino Cabernet Sauvignon?" Y me dijo: “bueno, si es de degustar un vino con usted, qué carajos”. Tenía vueltas que hacer y le dije: bueno, primo, se lo enfrío un rato en el congelador y se lo sirvo.

Se quedó mirando una obra abstracta por un buen rato y expresó: "El arte es cosa jodida y eso que usted hace tal vez la gente no lo entienda, pero a mí me ha llegado al corazón, me mueve lo que estoy viendo, considero que usted es un artista que pinta una historia con el alma, sus raíces prácticamente". Luego, caminó hacia la otra exhibición que tenía al lado de la entrada y, observando todas las obras, emocionado de saber que su pariente Baldot había permanecido tanto tiempo en esta esquina, expresó: "Como que te ha ido muy bien porque veo que has tenido mucho tiempo en esta esquina y uno cuando permanece tanto tiempo en un solo lugar es porque le ha ido muy bien", y le expresé: "Primo Beto, creo que conseguí con el arte el camino del norte esta vez". Aquella tarde en mi espacio pintoresco, escuchábamos en mi vieja radiola la música del guitarrista mexicano Santana, entonando melodías de canciones famosas sin voces interpretadas con su guitarra, en especial la canción “New York, New York”, y uno que otros sonidos de los pájaros que, a lo lejos en la avenida, se refugian en los palos de marañones y árboles de mangos alrededor del monumento Los Poporos. Aquí se aprecia un corredor mágico lleno de ese verde que solo da la naturaleza, en donde revolotean pericos por las tardes, salpicando frutas exóticas como el marañón o los “mangos pico e loro”, como le llaman. Ése era el ambiente que aquella tarde adornaba esa visita, seguíamos conversando de cómo veíamos a nuestro país, Colombia, de su política, economía, de la pandemia y su covid-19 actual que vivimos, de qué amigos se marcharon para siempre y de quienes se recuperaron.

Mientras hablábamos, Beto se refirió a Escalona y a la “Casa en el aire”, me preguntó que si yo pintaba murales, respondiéndole que yo los pintaba era en mi estilo, cosa que no le agradó muchísimo a Beto porque él lo que quería era plasmar en su mural la Casa en el aire, quería recordar porqué el maestro Escalona le había dicho que quería que le hiciera una maqueta con la casa en el aire de la canción.

Me comentó que el mismo Escalona lo había escogido para que le hiciera una casa de campo que quería hacer para descansar, y él, emocionado, le dijo al maestro Escalona que porqué no había escogido a Rogelio Shalmona, aquel arquitecto universal que escogió a Colombia como su paraíso, a Fernando Martínez o al mismísimo Guillermo Bermúdez que eran sus amigos, y el maestro Escalona le contestó diciendo: “Porque me da la gana y tú para mí eres uno de los mejores arquitectos qué ha parido Valledupar y creo que eres el hombre indicado para que diseñes esa casa de mi surealismo, la Casa en el aire".

Beto me comentó que no dormía para hacer ese proyecto. Se trasnochó largos días para satisfacer el gusto del maestro Escalona, mostrándole a la final una maqueta con chimeneas de Guacharaca, con un techo de paja como sombreros de la etnia wayuu, una gran terraza con un acordeón extendido con sus fuelles de extremo a extremo, y alrededor de la escalera una gran caja que al maestro Escalona le encantaría de inmediato. Apenas Beto le mostró el plano y lo que había logrado, él le dijo: “Beto, si ya hiciste el plano necesito que realices la maqueta”. De inmediato Beto empezó a trabajar en la maqueta. Para su sorpresa fue invitado a Bogotá para que la propusiera para ser una de las esculturas representativas del maestro Escalona para Valledupar, Ya no sólo sería aquella casa campestre, sino que sería el monumento más importante del Valle de Upar, entrevistándose hasta con el mismo presidente de la época que de inmediato le daría potestad, la misma ministra María Consuelo Araújo que, por supuesto, Beto conocía por ser ella coterránea de Valledupar.

El proyecto en esa mañana o en esa tarde causó furor, alegría y todos aceptaron que fuese el regalo ideal para ese gran compositor y genio qué ha dado nuestra música vallenata, como lo es el gran Rafael Escalona. Al punto mandaron a Beto a Valledupar a buscar el sitio para realizar la anhelada casa en el aire, entrevistándose con el alcalde de ese entonces, y demás personalidades del pueblo del Cacique upar.

El arquitecto Beto les presentó un presupuesto de más de 500 millones de pesos para el magno proyecto, firmado por un hombre honesto, de buena crianza, de amor por su pueblo y los recursos y demás virtudes; pero no pasó nada, el proyecto estaba quedando en el aire como la canción, hasta que un día un joven simpático de clase popular, cristiano-evangélico como él mismo, empezó a pregonar en su campaña por la alcaldía de Valledupar que le construiría a los vallenatos la Casa en el aire. Reuniéndose con Beto en campaña junto a su líder y al jefe político, le sugirieron: "Ombe, Beto, ¿cómo pretendes tú hacer un presupuesto de la casa en el aire tan irrisorio? ¿qué nos puede quedar a nosotros de ganancia? Ombe, eso por lo menos debe costar más de 5.000 o 10.000 millones..”.

Ya siendo alcalde, aquel candidato muy astuto decidió hacer una convocatoria o licitación para que varias empresas o entidades personales hicieran dicho proyecto desconociendo el trabajo del arquitecto y primo Beto, como le digo yo por cariño. Es decir que no aparecerá su nombre ni se le reconocerá su idea, y su maqueta, que tanto le gustó al maestro Escalona, al final se quedará en el aire. El costo de la obra alcanzó miles de millones de pesos, y no la alcanzó a entregar el astuto alcalde que bien podrían haber hecho varias escuelas a nombre de Rafael Escalona con el mismo nombre "La casa en el aire", o bien podría el estado colombiano haberle llamado al satélite que tenemos desde el 2018 “La casa en el aire”.

En lo que a mí me concierne, la obra, allí donde se está realizando dicho monumento, choca al instante a la vista contaminando el hermoso cerro y su paisaje a su alrededor. He visto que, con pocos recursos, los monjes de la India han construido monasterios en las faldas de los cerros que se ven como en el aire con pocos recursos. Personalmente, esa casa debe ser como un icono y no ser habitada para que lo mágico de la canción siga tal y como es, y que sólo subido en un avión alguien pueda visitarla como dice la canción.

El proyecto del ingeniero Beto quedó en el aire tal como la canción. Seguíamos conversando y disfrutando del buen vino de Cabernet Chileno, le invité a degustar también un jamón serrano español con panecillos integrales, le piqué una tabla para que degustara entre quesos, jamones y aceitunas bañadas en aceite de oliva y oréganos; esa misma tarde que se iba decantando, divisándose poco a poco, la noche aparecía en una paleta de diferentes tonos amarillos, de esos que se ven al morir la tarde; de repente nos interrumpieron los vendedores ambulantes con acentos venezolanos, ofreciendo sus productos o contando sus historias a cambio de unas monedas y te regalaban dulces como para endulzar su tragedia.

Detuve aquella conversación con mi amigo Beto para comprar cualquier cosa que me ofrecieran. ¿Cómo haces para comprarle a todo el que pasa?, me preguntó Beto y le contesté: “Primo, mi taller queda en una esquina donde transitan todos esos vendedores de a pie, tengo un gran árbol de mamón frondoso en toda la esquina y es el sitio para descansar. Lo que me gasto en él me sirve para llenar también mi despensa y a la vez es como el diezmo en una iglesia, pero aquí sé dónde va mi diezmo”.

Seguimos la buena conversación con vino tinto que tomaba despacio mi visitante estrella rascándose suavemente la cabeza. Me miraba y su expresión era como si yo no estuviera parándole bola a su conversación. Beto se acordaría al instante de un escrito bellísimo que había escrito Escalona de su puño y letra. Escalona no sólo era un compositor, sino un genio del surrealismo mágico. Escalona le había manifestado que estaba invitado a París y que iba a llevar a esa invitación un cuento surrealista e imaginario bellísimo, un clásico mítico que hemos creído muchísimas generaciones desde la creación de la torre Eiffel de París que se decía que todos los niños vienen envueltos en una pequeña sábana y traídos desde muy lejos en el pico de una cigüeña, y que de una u otra forma todos los hombres y mujeres que nacimos en esa época somos parisinos.

Pienso que deberíamos de verdad ir a París a conocer esa hermosa ciudad de luz que nunca duerme y ver esos jardines repletos de flores y de bebés dónde las cigüeñas pasan en dirección de los océanos y mares para repartirlos en millones de hogares, como lo cita en su mundo surrealismo el gran maestro Escalona. Sé que es la ciudad de grandes leyendas, fábulas y luces porque la conocí y me he fascinado toda la vida con el más grande escritor clásico cómo lo es el gran novelista romántico francés Víctor Marie Hugo.

 

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Sobre el autor

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Fintas literarias

Uvaldo Torres Rodríguez. “Baldot”. Artista que expresa su vida, su historia, sus sueños a través del lienzo, plasmando su raza, lo tribal, lo ancestral, y deformando la forma en la búsqueda de un nuevo concepto. Redacta su vida a través de la pintura, sus fintas literarias las escribe con guantes de boxeo. Con amor al arte y a la literatura desde niño.

1 Comentarios


JOSE BAQUERO 15-02-2021 11:35 AM

Joda que bello ese escrito, me transportas a ese momento como si yo estuviera compartiendo con tigo y el arquitecto, que bacano un abrazo tío, ERES GRANDE BALDOT

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