Opinión
Los jóvenes, una alternativa progresista y de nuevas ciudadanías para Colombia
Doscientos años de historia teñida de horror, sangre, despojos, injusticia, ausencia del Estado, corrupción, violencia, olvido de la vocación natural de esta nación, la tierra, entre otros, no se puede cambiar en un periodo legislativo o presidencial. Pero hay que empezar. ¡Sí!, hay que empezar. Hay que pensar esta nación desde su realidad, también, desde las potencialidades de su gente buena y trabajadora, capaz de creer en un cielo mejor para sus hijos, nuevas generaciones que demandan paz, equidad y justicia social, añorando una oportunidad.
En el ejercicio político de la sociedad colombiana, la tradición, el poder económico, el apellido, la posición social, los equivocados imaginarios sociales: narcotráfico y las mal llamadas “élites” han instaurado un patrón social y político en demasía equivocado y, con ello, buena parte del desatino histórico que como país somos: hambre, destierro, muerte, exclusión social, por señala, son las banderas a mostrar. Es decir, un modelo que irrumpe en la conciencia transparente de su gente de a pie y noble. Que, en muchos casos, doblega su ética y moral social. Construyendo una conciencia ciudadana pilla y corrupta.
Ahora bien, cuando alguien joven, capacitado con estudios pos-graduales, honesto y con el sentir en favor de lo que es correcto ética y constitucionalmente, se propone trabajar con la gente no solo menos desfavorecida, que, por cierto, es vergonzoso reconocerlo, a ese joven, se le califica de inexperto, de no apto para el ejercicio político, máxime, cuando aún persisten los gamonales, los clanes politiqueros, que direccionan la intención y el voto mismo del ciudadano, el clientelismo, etc., y asentimos como ovejas rumbo al matadero, estamos sentenciando al país y al futuro de nuestros hijos, a la más honda desgracia: depender de vender la conciencia, por las migajas que caen de la mesa para hallar un puesto de trabajo y con esto llevar el pan de cada día a la mesa. Esta historia hay que cambiarla. Y sólo es posible, sí y solo sí, miramos hacia el horizonte y divisamos el sueño de un país mejor. Entonces, sí, ahí, vemos a estos jóvenes, a nuestros hijos, como seres probos, preparados, con capacidad de decisión, trabajando en favor del bien común.
Así las cosas, hoy vengo a poner mi nombre y vida misma como un joven nacido en estas tierras y bautizado en las fuentes de la nueva ciudadanía; como una nueva alternativa progresista, convencido que, si se quieren resultados diferentes, hay que hacer las cosas de forma diferente. Me he formado al fragor de la exigencias académicas y sociales que impone este país como resultado de la no-inversión en educación, que debe irse de su terruño, porque no hay opciones, alejarse de su familia, asimilar una cultura diferente, pero que, luego de ver el fruto que da la disciplina y tesón, vuelvo a mi tierra a poner al servicio de la comunidad del departamento del Cesar, su saber y visión de país. En especial, volver al campo, a reconocer la vocación agrícola, pero con una visión propia del siglo XXI, renovada, pensando en una tecnificación de éste con el uso de las nuevas tecnologías, haciendo digna la vida y el quehacer maravilloso del campesino, labrar la tierra para generar trabajo y alimentos que nutran y no solo llenen de forma precaria los vacíos estómagos de esta sociedad.
Soy Jhon Flórez Jiménez y juntos florecemos.
Jhon Flórez Jiménez
Sobre el autor
Jhon Flórez Jiménez
La columna
Abogado. Especialista en contratación estatal y derecho constitucional y administrativo. Magíster en Ciencias Políticas. Analista político y activista social.
2 Comentarios
Excelente análisis Jhon , es hora de darle paso al verdadero cambio. Los jóvenes que somos el futuro del país y del mundo, necesitamos líderes con nuevos pensamientos y con un buen temple.
Excelente radiografía de la situación que hoy viven nuestros jóvenes en el departamento. Nuestros jóvenes sueñan con un Cesar progresista y progresista.
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