Opinión

El cuento de las “cuatro presidencias” de Rafael Núñez

Eddie José Dániels García

05/05/2021 - 05:20

 

El cuento de las “cuatro presidencias” de Rafael Núñez
El expresidente Rafael Nuñez

 

Desde que abrí los ojos o, mejor dicho, desde que tengo uso de razón, vengo oyendo el cuento de que “Rafael Núñez fue cuatro veces presidente de la república”. Y es frecuente oír expresiones como estas: “Rafael Núñez, el único presidente costeño que fue cuatro veces presidente de la república”, “Rafael Núñez fue presidente de Colombia cuatro veces y mandaba desde Cartagena”, “Rafael Núñez, el autor del himno nacional, se hizo elegir cuatro veces Presidente de la República”. Lógicamente, estas afirmaciones son hechas por personas que no tienen la mínima idea de quién fue Rafael Núñez y, por supuesto, jamás han leído una letra sobre la vida de este curioso personaje. Y he notado también que las personas que se aventuran a lanzar estas expresiones lo hacen experimentando una especie de satisfacción, como queriendo significar que ningún otro colombiano, sobre todo, del interior del país ha alcanzado la categoría de estar cuatro veces en el palacio presidencial, y que nosotros los caribeños debemos sentirnos orgullosos de la hazaña lograda por el habilidoso cartagenero.

Y sobre las renombradas “cuatro presidencias”, lo más curioso es que la gente cree que Núñez permaneció los cuatro periodos, es decir, los dieciséis años en el ejercicio del poder, así como lo han hecho varios mandatarios en América y en otros países de mundo. En este sentido, los colombianos ignoran que las elecciones que llevaron a Núñez al poder no fueron elecciones populares, porque en ese entonces no existía el voto directo del pueblo para elegir al presidente de la república. Estas fueron elecciones hechas por los pocos senadores, liberales y conservadores, muchos de ellos militares, que conformaban el desmirriado Congreso Nacional, el cual funcionaba en el templo San Francisco, situado en la carrera séptima, porque aún no se había terminado la construcción del Capitolio, que se había iniciado en 1847, primer gobierno del general Tomás Cipriano de Mosquera, y había terminado en 1926, gobierno del doctor Miguel Abadía Méndez, es decir, ochenta años, de manera accidentada, demoró la construcción. 

Sobre las presidencias de Rafael Núñez, siempre he sido enfático en afirmar que “si este personaje existiera hoy, jamás habría sido presidente de la república. Ni siquiera hubiera sido gobernador del departamento de Bolívar ni tampoco alcalde de Cartagena”. Su derrota en las urnas hubiese sido aplastante. Además, sumándole los cuatro periodos presidenciales, que, en realidad, dan dieciséis años, debido a que fueron dos periodos de dos y dos de seis, el heroico cartagenero no alcanzó a vivir ni siquiera cuatro años en el Palacio de San Carlos, en aquel entonces, sede de la presidencia. Porque, como lo registran las fuentes históricas, no ha habido en la historia de Colombia unos periodos presidenciales más accidentados que los de Rafael Núñez. Primero, por los frecuentes achaques de salud que padecía y lo obligaban a ausentarse de la Capital de la República en busca de bienestar, y, segundo, por el tiempo que permanecía fuera del poder, conquistando a los incautos y armando las martingalas para hacerse elegir nuevamente en la Jefatura del Estado.

Mucho se ha comentado sobre la salud endeble que acompañó a Rafael Núñez en sus 69 años de existencia, doce de los cuales permaneció en el exterior vinculado a la carrera diplomática. Había nacido en la ciudad heroica el 28 de septiembre de 1825 y era hijo del coronel Francisco Núñez y doña Dolores Moledo, una dama de ascendencia mexicana, que ejerció sobre Núñez una sobreprotección y un exceso de afecto maternal, debido a los quebrantos de salud que sufrió desde niño. Muy joven ingresó a la Universidad de Cartagena, donde se graduó de abogado en 1845 cuando apenas transitaba 20 años de edad. Sus primeros años de andanzas políticas los vivió en Cartagena, donde fue secretario del gobernador de la provincia de Bolívar, general Juan José Nieto, con quien mantuvo una gran amistad. Luego, se trasladó a Panamá a incursionar en la política por el partido liberal y fue elegido representante a la Cámara, cargo que lo trasladó a Bogotá y le abrió las puertas para iniciar la carrera que lo llevaría a la presidencia de Colombia.

La Convención Nacional de Rionegro, celebrada en esta población antioqueña en febrero de 1863, escogido por ser un pueblo de mayoría liberal, y presidida por el general Tomás Cipriano de Mosquera, dio origen a la Constitución de 1863, la cual perduró 23 años, hasta 1886, cuando se firmó la Constitución Caronuñista, que tuvo vida republicana hasta 1991, es decir 105 años, hasta ahora, la más larga de la historia colombiana. La Constitución Mosquerista de 1863 cambió el nombre de “Confederación Granadina”, como se llamaba el país en ese momento, por el de “Estados Unidos de Colombia” y determinó que el periodo presidencial sería de dos años a partir de 1864. El presidente sería elegido por los nueve votos de los nueve estados que conformaban la Unión Colombiana, tomaría posesión el 1 de abril y prohibía la reelección estando en el cargo. Mientras tanto, la Convención, integrada en su totalidad por delegados adeptos al general Mosquera, lo designó como presidente encargado de los Estados Unidos de Colombia para el periodo comprendido entre el 14 de mayo de 1863 hasta el 1 de abril de 1864.  

En su orden, fueron presidentes durante este periodo: Manuel Murillo Toro, abogado liberal, dos periodos: 1864-1866 y 1872-1874;  Tomás Cipriano de Mosquera, militar conservador y después liberal, 1866-1867; Santos Acosta Castillo, militar y médico liberal, 1867-1868, asume por golpe contra Mosquera; Santos Gutiérrez Prieto, militar liberal, 1868-1870; Eustorgio Salgar, abogado liberal y militar, 1870-1872, Santiago Pérez de Manos Albas, abogado militar, 1874-1876; Aquileo Parra Gómez, comerciante liberal, 1876-1878; Julián Trujillo Largacha, militar liberal, 1878-1880;  Rafael Núñez Moledo, abogado liberal, después conservador, dos periodos: 1880-1882 y 1884-1886, con él se llega al final de la Constitución Mosquerista de 1863; Francisco Javier Zaldúa y Racines, abogado liberal, 1882-1884, muere el 21 de diciembre de 1882 en el palacio presidencial; José Eusebio Otálora Martínez, abogado liberal, 1882-1884, asume en calidad de designado por la muerte de Zaldúa, y José María Campo Serrano, militar liberal, quien estuvo encargado del Poder, desde el 1 de abril de 1886 hasta el 7 de enero de 1887 por ausencia de Rafael Núñez.

Como podemos apreciar, Rafael Núñez Moledo ocupó dos periodos presidenciales en los estados Unidos de Colombia. Del primero, entre 1880 y 1882, estuvo algunos meses ausentes, dejando encargado al primer designado, puesto que necesitaba trasladarse a Cartagena donde mantenía una relación marital con la señora Soledad Román Polanco, más tarde, “de Núñez” tras haber contraído matrimonio religioso con ella en 1884. El segundo periodo presidencial, de 1884 a 1886, solo contó con la presencia de Núñez escasamente un año. Estando ausente el día de la posesión, el 1 de abril de 1884, asumió la Presidencia don Ezequiel Hurtado, quien estuvo en el poder hasta el 11 de agosto de ese año, cuando el titular asumió la presidencia. En junio de 1885, Núñez declaró extinguida la Constitución de 1863 y ese mismo año organizó un cuerpo constituyente para reformar la Carta, integrado por dos representantes de cada Estado, todos escogidos a dedo, adeptos a la política nuñista. En otras palabras, eran “delegados de bolsillo.   

El 9 de diciembre de ese año, mientras sesionaba la asamblea legislativa y faltándole cuatro meses para terminar el periodo constitucional, Núñez fue elegido nuevamente Presidente a partir del 1 de abril de 1886. A comienzos de ese año, el Presidente viajó por enésima vez a Cartagena y encontrándose ausente el día de la posesión, 1 de abril, asumió el poder ejecutivo el general samario José María Campo Serrano, quien había sido designado a la presidencia por el Consejo Nacional de Delegatarios. Por la ausencia prolongada de Núñez, le correspondió al designado Campo Serrano la histórica tarea de sancionar, el 5 de agosto, la Constitución de 1886, de la cual había sido su principal redactor el gramático conservador Miguel Antonio Caro, quien ya mantenía una cordial amistad con el presidente titular y murió, sin conocer el mar, en la Capital de la República el 5 de agosto de 1909. A estas alturas, ya se vislumbraba el “voltearepismo” del Rafael Núñez, quien había hecho su transfuguismo hacía el partido Conservador.

La constitución del 86 estableció el nombre de República de Colombia, alargó el periodo a seis años, estableció la reelección inmediata, mantuvo la figura de la vicepresidencia y eligió a Núñez, en su ausencia, para el primer mandato constitucional comprendido entre 1886 y 1892. La permanencia de Núñez en la Heroica se prolongó hasta el 4 de junio de 1987, es decir casi año y medio: los doce meses de 1886 y la mitad de 1887. Durante este largo período ocuparon la presidencia, el general Campo Serrano desde el 1 de abril de 1886 hasta el 5 de enero de 1887, y el vicepresidente Eliseo Payán, entre el 6 de enero y el 4 de junio de 1887. Núñez reasume el poder el 5 de junio y a finales de ese año, viaja otra vez a Cartagena, argumentando problemas de salud, y se encarga por segunda vez el vicepresidente Payán, entre el 13 de diciembre de 1887 y el 7 de febrero de 1888, cuando Núñez regresa nuevamente. Permaneció en el poder hasta mediados de julio, cuando presentó la renuncia definitivamente. Por unanimidad el Congreso eligió al doctor Carlos Holguín para que finalizara los cuatro años del nuevo periodo constitucional que culminaba en 1892.

Retozando en Cartagena, en su casa de “El Cabrero”, al lado de “Doña Sole”, su querida esposa, mantenía contactos telegráficos con sus áulicos y adeptos politiqueros, quienes le informaban todos los pormenores que se tejían en el alto Gobierno capitalino. En 1891, regresó a Bogotá y nuevamente se hizo elegir presidente de la república para el periodo 1892–1898, mandato correspondiente a su cuarta elección. Sin embargo, de este sexenio, no permaneció en el cargo un solo día, porque el 7 de agosto de 1892 se posesionó el vicepresidente Miguel Antonio Caro, quien permaneció los seis años en el gobierno. Núñez se negaba a asumir el poder. Afirmaba que se sentía enfermo y el frío bogotano lo afectaba demasiado y le producía una incontinencia urinaria que lo incomodaba en extremo. Asimismo, padecía de una tos permanente, que solo lograba disipar en el bosquecillo de “El Cabrero”. Allí era feliz, recibiendo las visitas de la aristocracia cartagenera y de algunos políticos e intelectuales extranjeros que visitaban a “La Ciudad de los Cangrejos”.

Como podemos apreciar, “las cuatro renombradas presidencias de Rafael Núñez”, “El único costeño que ha sido Presidente de la República”, según proclaman muchos ilusos, sumando dieciséis años, no alcanzan a llegar a cuatro. No fueron más que el resultado da la habilidosa demagogia y la capacidad embaucadora que identificaban al ilustre cartagenero. En muchas fuentes históricas se comenta que Núñez nunca fue un buen orador, que tenía una voz ronca y desapacible, que era desgarbado y dueño de modales rústicos, que tenía una pronunciación defectuosa y era inelegante en el vestir. Sólo era hábil en identificar las flaquezas humanas, sabía de sobra, “quienes tienen un precio y quienes se venden”. Sus adversarios decían que “Dios le había dado al hombre la palabra para ocultar sus pensamientos y que el estro poético de Núñez, le había inspirado un poema político, rimando el término “regeneración” con la palabra “traición”. El 18 de septiembre de 1894, a la edad de 69 años, falleció en Cartagena, víctima de una hemorragia cerebral.

 

Eddie José Daniels García

Sobre el autor

Eddie José Dániels García

Eddie José Dániels García

Reflejos cotidianos

Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.

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