Opinión

Del muro de las lamentaciones a los contemporáneos grafitis

Álvaro Yaguna Nuñez

08/07/2021 - 05:40

 

Del muro de las lamentaciones a los contemporáneos grafitis
El muro de las lamentaciones en Israel / Foto: AJN

 

Indudablemente, en el dinámico trasegar del hombre alrededor del amplio espectro universal, es inherente a él, la posibilidad de manifestar su pensamiento, su creación, su necesidad fundamental, y modernamente el derecho de disentir, controvertir, protestar, expresar sus ideologías en los escenarios legal y jurídicamente constituidos. Desde los periodos prehistóricos, referenciando las cavernas, sus sitios de habitación frecuentes, el arte rupestre apareció como la herramienta apoyadora del cavernícola, en el intento de darle forma a sus ideas primigenias. En el interregno entre el éxodo de Egipto hacia la Tierra Prometida, el pueblo hebreo aprovechó la coyuntura histórica para reclamar a su manera, su ideología religiosa y espiritual, desde el Muro de las Lamentaciones.

Data éste del siglo X A.C., construido como el primer templo, por Salomón, pero destruido últimamente por los romanos en el año 70, durante la primera guerra judeo-romana. Conforme a las fuentes históricas, cuando las legiones del emperador Vespasiano arrasaron por última vez el suntuoso recinto, solo quedó en pie una parte del muro exterior, dejado por el general Tito para que el pueblo judío tuviera el amargo recuerdo del vencimiento de Roma a Judea (de allí el nombre de Muro de las lamentaciones). Sin embargo, el pueblo judío siempre creyó en una perpetua alianza de Dios con ellos. Frente a dicho muro se lamenta comúnmente la destrucción de la ciudad, la dispersión del pueblo hebreo, siendo el día viernes, una jornada de especial intensidad. Es tradicional introducir un pequeño papel con una plegaria entre las rendijas del muro. Es común entre el pueblo judío realizar fervientes súplicas a Dios para que vuelva a la tierra de Israel el conglomerado de todos los exiliados judíos, la reconstrucción del templo (el tercero), y la llegada de un nuevo mesías judío.

El muro de las lamentaciones es sagrado para los descendientes israelitas por ser una de las pocas partes que quedaron incólumes, luego de que las fuerzas del imperio romano, asolaron el templo, en el antiguo Jerusalén.

Contemporáneamente irrumpe en el orbe, el arte del Grafiti, utilizando el mural, la pared, asimiladora de esa creatividad congénita, y clandestina del hombre, la mayoría de las veces. Graffitti es una voz italiana que según el Pequeño Larousse denota inscripción o dibujo realizado en la superficie de un muro, pared, paredilla o cerramiento perimetral; se relaciona con dicho termino la acepción Grafía definida como la acción de escribir; es un signo o conjunto de signos con que se representa un sonido, fonema o palabra.

En nuestro medio, Colombia, el Graffitti ha sido utilizado con cierta reticencia, dado que ha existido la tendencia de enmarcarlo en el intervalo de la intolerancia, imprudencia e insensatez, distante de la caracterización del creacionismo desprevenido del individuo aficionado a manifestar un pensamiento, una problemática social, un sentimiento interior , marcado indeleblemente por la informalidad, inconformidad, clandestinidad y el desparpajo.

Valledupar, ciudad todavía intermedia, está realizando la capacitación para graduarse de gran ciudad, condición esquiva dada la controvertida actuación de su dirigencia política, no sintonizada con los verdaderos ítems constituyentes de un desarrollo pujante y sostenible; en ella, a diferencia de Bogotá, Cali , Medellín, Barranquilla, también existen los grafiteros, ni más faltaba, solo que haciendo gala de una expresión autóctona, espontánea y folclórica, sus autores, con segundas intenciones de enojo por la no convivencia ciudadana, son capaces de manifestar, por ejemplo: “Si saca su mascota a pasear, por favor recójale la …….”; otros, más sutiles y soñadores han dicho: “El leer demasiado produce sueños”. Los poetas en ciernes tampoco han escatimado la ocasión para indicar: “Sin poesía no hay cultura, no hay país”. El eterno enamorado ha dicho: “Me ves y sufres. Reconócelo”.

Cuando el ruido vertiginoso del paso del tiempo, al igual que el leve murmullo de las aguas cristalinas del ¨Rey del Valle¨, pasando por el emblemático puente de Hurtado permitan un resquicio de clarividencia en la realidad contemporánea y los medios de comunicación desbordados se aconducten, es probable que nos demos cuenta que desde que el mundo es mundo, el hombre siempre ha utilizado, principalmente, la pared y la muralla, el papel del canalla, como reza aquel recordado refrán. Lastimosamente, las nuevas generaciones, las que se han atrevido a disentir modernamente en contra de un sistema complejo, como el colombiano, han optado por el lenguaje de la protesta social, no clara, no merecedora de la confianza esgrimida por los negociadores e interlocutores institucionales; tal vez con muchas razones en sus consignas, los movimientos han derivado en situaciones difíciles de orden público, en donde el perdedor es el de siempre. Lástima que en la coyuntura actual no aparezca una fórmula de protesta perfilada entre el muro de las lamentaciones y los contemporáneos Grafitis. El mundo es dinámico, dirán algunos, pero las primas hermanas sensatez, cordura, prudencia, y objetividad, deben prevalecer.

 

Álvaro Enrique Yaguna Nuñez

1 Comentarios


Nel perez 08-07-2021 02:31 PM

Excelente escrito

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