Opinión
Urbanizaciones con nombres de artistas vallenatos
El alcalde de Valledupar, el doctor Fredys Socarrás Reales, en este mes del Artista Nacional, tuvo razones suficientes para bautizar a dos urbanizaciones, que pronto se van a construir en la ciudad, con los nombres de "Lorenzo Morales" y "Nando Marín".
Los amantes del folclor, periodistas, el gremio de compositores, artistas de otras disciplinas y el pueblo en general están de plácemes porque en buena hora se les rinde este tipo de homenajes a dos Juglares de la música vallenata.
Ya no sólo perdurarán en la memoria colectiva por sus aportes musicales; sino que, siempre que se escuche el nombre de estos barrios, será una oportunidad para que se les explique a las nuevas generaciones: quiénes fueron ellos y qué hicieron para enriquecer la historia musical de la región.
La decisión del señor alcalde de escoger estos nombres no puede ser mejor antecedente, a fin de que en próximas construcciones de viviendas, avenidas, parques, casas de cultura u otras instituciones, se honre a otros artistas que hayan escrito páginas de gloria en la cultura vallenata. Para mencionar sólo algunos ejemplos:
Colacho Mendoza, un artista que puso su talento al servicio de nuestra tradición musical, y ya desde los años de la década de 1950 se convirtió en el difusor incansable de las canciones de Rafael Escalona.
Es el máximo heredero del talante musical de Lorenzo Morales, pero con su talento y su disciplina logró crear su personal estilo de auténtico vallenato, y es uno de los maestros reconocidos por Emilianito Zuleta Díaz. El barrio “Los Músicos”, de Valledupar, debería llamarse “Colacho Mendoza”.
Otro, que casi nunca se menciona, es Alberto Fernández Mindiola, la primera voz estelar que abrió puertas y fronteras para que las canciones de Escalona conquistaran a Colombia y a otros países. No hay que esperar que se muera.
Emiliano Zuleta Baquero, el famoso “Viejo Mile”, su epopeya musical en el vallenato lo hacen hombre universal. A Calixto Ochoa Campo, coloso cantautor y acordeonero de la música del Caribe colombiano, sus paisanos piden que se le haga una estatua en su pueblo natal, Valencia de Jesús.
La avenida de la entrada principal de Valledupar podría llamarse “Avenida de los tres cantores”, en homenaje a los más grandes cantantes en la historia de la música vallenata: Poncho Zuleta, Jorge Oñate y Diomedes Díaz; y la escultura que está ubicada en el parque Los Poporos, sitio poco transitado por los visitantes, debería instalarse en la entrada a la ciudad.
Décimas a Gustavo Gutiérrez
I
Noche de largo sendero,
titila el amor perdido,
para vencer el olvido
va caminando el trovero;
un racimo de luceros
mensaje de un nuevo amor,
vuelve al alma el esplendor
la musa deja su sello:
Tavo Gutiérrez Cabello
el romántico cantor
II
Entre nostalgia y penas,
pinta el paisaje de sol,
en la luz del arrebol
una gaviota en la arena,
el Hombre de piel morena
con la noche entre sus manos
y se aleja del verano
el sendero florecido,
porque del patio se ha ido
el hijo que ahora es hermano.
III
Un suspiro de rocío
hace espumas en el alma,
como la brisa a la palma
en las riberas del río.
La penumbra del estío
de caminos solitarios
con ecos campanarios
en las noches de bohemia,
un amor nuevo lo premia
y olvida los calendarios.
Sobre el autor
José Atuesta Mindiola
El tinajero
José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).
Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.
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