Opinión

Cuando venda un cuadro, te pago

Baldot

15/09/2021 - 04:45

 

Cuando venda un cuadro, te pago
Obra del artista Uvaldo Torres (Baldot)

 

––Ve, cómo es la vida…

Unos vecinos se encontraron en la tienda de la esquina.

Una le dijo a la otra:

––¡Vee!  ¿Supiste a quién dejaron? ––mientras espuntaba unas yucas que con un cuchillo para saber si estaban buenas.

––No, mijita ––le respondió la otra––. ¿Qué cuento nuevo tenei, Lola? A ti que te encanta la chimosería.

––¿Tú te acuerdas de la parejita que vivía con una muchacha trigueña? Él un moreno alto boxeador y ella, una agraciada, de quien todos hablaban por el barrio…  "¡Qué bien se veían con sus niñas!".

––Si, si claro que me acuerdo.

De pronto se mete a la conversación el dueño de la tienda.

––¿Ustedes hablan del pintor?

Y una de las viejas expresa:

––Tai miando fuera del coco, ¿tamo hablando es del boxeador?  Ese mismo ahora es pintor. Veee, yo no sabía que él era… Como ahora todo el mundo es artista. Ve, como son los golpes, mira  adonde lo llevaron…

––Pero lo que sé es que la mujer disque lo dejó por pobre, y la muy desgraciada hasta los hijos le dejó.

––¡Veee! ¿Por pobre? Será por otra vaina, si ellos han sido pobres toda la vida ––le responde la otra.

––¡Qué corazón tan duro el de esa mujer! A lo mejor se mamó del hombre, esos pintores son muy locos.

Riéndose el cachaco atiende en la caja registradora a las viejitas y, al pesar la yuca, una le dice al cachaco:

––Haga que no salga mala porque se la devuelvo, cachaco chismoso.

El muy sinvergüenza le dice:

––Vea, vieja Lola, esa yuca está tan buena que si le sale mala me trae con queso y dejemos esa familia que resuelva su peo.  

La vieja contesta:

––No es que yo no creí, porque la mujer del boxeador se veía tan sumisa tan tranquila, pero todo lo que brilla no es oro.

––¡Comadre! ––le dice la compañera de Lola––. Vea, ombe, quien conoce a esa pareja y la familia de ambos soy yo. La verdad, no creo que al boxeador-pintor haya abandonado a la hembra, porque ese muchacho, o boxeador, yo que viví frente a ellos, puedo decir que es trabajador y buena gente. Lo veía salir con un maletín a vender camisa y pantalón, después que abandonó su carrera de boxeador, y se caminaba en las calles de allí para acá como un loco y su mujer, que nunca la vi camellar, como ama de casa la veía feliz...

––¡Pero Miriam! ––le contesta Lola––. Todo no es como tú lo ves, recuerda que ese muchacho a veces formaba tremendos parrandones, a pesar que trabajaba se tomaba un ron. Sí, yo creo que le gustaba el ron.

De repente, interviene el cachaco:

––Yo que le despacho y le apunto pide comida y pide su ron.

Una mujer que está escuchando comenta:

––Perdón, no es que quiera meterme, pero yo ese pintor-boxeador lo conozco también. ¿Y quién no lo conoce a ese muchacho por mi barrio? Yo hasta conocí la suegra y sus cuñadas, a ese muchacho lo conocía como vendedor de camisa y pantalón. Ve, si yo muchas veces comí en su casa, y, en casa de ese pintor o boxeador, como usted dice, comía toda la familia de la mujer, por qué nunca en la vida he conocido a un hombre tan bondadoso pa' la comía que ese boxeador… Pa' que se fijen, expresaba la vieja, Lola.

––¿Quizás por qué lo dejó? ¿Será que le pegó los cuernos? ––expresaba otro que se metió en la conversación. El hombre estaba tomando cervezas y en la mano tenía un cigarrillo, pero siguió hablando la mujer: “A mí no me echan cuento, ves”.

––Cuando uno se aburre del hombre, se desencanta y lo deja ––expresó una de las mujeres––. Es que los hombres creen que, porque lo dan todo, uno puede dejarse hacer lo que quieren, esos desgraciados, no señor.

El hombre empinado en su cerveza le contesta:

––Por algo lo dejó.

El cachaco iba hablar y, de repente, llega su mujer y se mete en la conversación. ¿De qué están hablando, vecinos? Le contestan varias mujeres al mismo tiempo: “Del boxeador-pintor”. La mujer del tendero les dice: “es que los hombres del valle se creen lo mejor, no sacan a las mujeres a ninguna parte y se creen que porque les dan todo hacen lo que le da las gana con uno”.  Luego, expresa la vieja Lola: “La culpa también es de la mujer de ese pintor, nunca la vi trabajar en los años que vive por este pedacito. Ya son más de veinte y nunca la he visto trabajar...”.

La vieja Lola paga su yuca y expresa:

––A lo mejor lo dejaron por mal polvo, o por pinga pequeña, pero por cachón no lo dejan, el viejo Juancho mi marido nunca me ha llevado a ningún cine ni ningún restaurante, ni me ha comprado ropa, como a las mujeres de ahora, lo amo y esa es la razón, uno cuando quiere tolera y aguanta el hombre, a la final se ajuicia, pero yo a mi Juancho nunca lo he dejao'.

De repente, apareció el boxeador-pintor en la tienda y todos se fueron despavoridos. Él le comentó al cachaco: “¿Qué pasó, hombre? Pareciera que hubiesen visto el diablo”.

––Sí, es que estaban hablando de ti, que te dejaron con las niñas.

Le contesté: “Sí, ¿y a quién le importa?”. Seguí molesto rumbo al refrigerador lleno de latas de cervezas, después me fui al stand donde había whisky, tomé una botella de las grandes y le dije: “Anótame eso en mi cuenta y cuando venda un cuadro te pago”.

––No puedo, pintor. Ya me debes demasiado y no fío trago.

––¿Qué tiene que ver? ––le contesté––. Apúntame eso y más nada, que yo te pago, te he pagado siempre. Ahora porque crees que mi mujer me abandonó, ¿no te pagaré?  

Él me miró y me dijo:

––Te anotaré una botella de las chicas y las latas de cerveza.

––Dale, hasta la otra semana no hay más crédito...

Estos escritos continuarán en el libro ''Le vendí mi obra al diablo''...

 

Baldot

Sobre el autor

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Fintas literarias

Uvaldo Torres Rodríguez. “Baldot”. Artista que expresa su vida, su historia, sus sueños a través del lienzo, plasmando su raza, lo tribal, lo ancestral, y deformando la forma en la búsqueda de un nuevo concepto. Redacta su vida a través de la pintura, sus fintas literarias las escribe con guantes de boxeo. Con amor al arte y a la literatura desde niño.

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