Opinión
Editorial: El voto latino en las elecciones estadounidenses
Tras varios meses de una carrera sin tregua (ni siquiera se detuvo después de los estragos propiciados por el paso del huracán Sandy en Nueva York), la campaña electoral de Estados Unidos llega a su término y los sondeos vuelven a presentar un empate casi técnico –por no decir tradicional– entre el actual presidente Barrack Obama y el candidato republicano Mitt Romney.
El martes 6 de noviembre, los electores norteamericanos decidirán el futuro político de la nación más poderosa del globo en medio de una situación económica todavía delicada y un liderazgo internacional que algunos países consideran debería endurecerse en medio oriente.
Más allá de los enfrentamientos televisivos, los candidatos han puesto toda su atención en los Estados claves para la reelección –como Nuevo Hampshire, Florida o Ohio para Barack Obama y Pennsylvania, Virginia y Florida para Mitt Romney– y, cómo no, en el electorado latino al igual que en las últimas tres elecciones.
Para ilustrar esta última tendencia, se ha difundido en las redes sociales el mensaje de Barack Obama grabado en español para persuadir a la población hispana indecisa de los beneficios de repetir su mandato. ¿Pero por qué tanto interés de parte de los políticos norteamericanos en la minoría latina?
Las cifras nos ayudan de inmediato a entender los cambios que ha conocido Estados Unidos a nivel demográfico y político en la última década. Según los datos de la oficina del censo de aquel país, entre 2000 y 2012 la población hispana aumentó un 43% (cuatro veces el crecimiento de la población general) y cuenta actualmente 52 millones de hispanos (es decir el 16,7% de la población).
En términos de crecimiento, se espera que la población latina supere los 132 millones de habitantes el año 2050 (o sea el 30% de la población) y que esta tendencia se concentre en los estados sureños como California, Nuevo México, Florida o Texas.
Pero para entender la velocidad del cambio y el creciente peso del voto latino en Estados Unidos comparemos con las últimas elecciones en 2008. Desde entonces, ya hay 2,4 millones de nuevos votantes hispanos. 23,7 millones de latinos podrían registrarse para votar en las elecciones de 2012 (es decir 4 millones más que en 2008).
Además, en cuestiones ideológicas, siete de cada diez latinos registrados para votar se identifican con el partido demócrata mientras que el 22% dice hacerlo con el republicano. Todo esto explica la costumbre de Barack Obama de ofrecer un guiño o un mensaje en castellano (aunque sea de manera tímida o tambaleante).
El voto latino se ha convertido en una clave tan importante que, incluso, afecta a los dirigentes en su política de inmigración y les obliga a desviar la atención sobre las masivas deportaciones que se registran en los estados fronterizos del sur.
No olvidemos que la inmigración es un “tema extremadamente importante” para el 34% de los hispanos registrados para votar y que si lo hacen es con la esperanza de que su situación familiar se vea legalizada.
En el caso de Colombia, destacamos también el mensaje complaciente de Obama con el proceso de Paz y la confianza que existe entre ambos. La popularidad de Santos puede en este caso repercutirse favorablemente en las cifras del actual presidente norteamericano y ayudarle a establecer una imagen de político dialogante como desde el primer mandato ha tratado de plantear.
Con estas estadísticas, resulta más fácil entender la maratón estratégica emprendida por los candidatos a la presidencia de Estados Unidos y la creciente “latinización” del voto. En las próximas elecciones, quizás disfrutaremos de un debate en vivo en español adornado de una comida cubana o colombiana.
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