Opinión
Están bien informados o se enloquecieron

Pueblo Bello es el municipio más hermoso y privilegiado del departamento del Cesar. Está situado en el corazón del sistema montañoso más joven del mundo, con una temperatura promedio de 24 grados y con un clima bastante moderado. Se encuentra en una meseta constituidas por dos ríos, el Ariguani y el Ariguanicito, con una altitud variable en algunos sitios de 1100m sobre el nivel del mar.
Sus habitantes son en gran medida el fruto de una mezcla con los indígenas arhuacos, emigrantes santandereanos y familias rancias que fueron sus primeros habitantes. No hay que olvidar que aquí, existió primero el viejo pueblo de Valencia, que más tarde por los ataques inclementes del mosquito je-jen y el hostigamiento de las tribus que habitaban la zona, sus pobladores bajaron a las sabanas planas y se reagruparon en el nuevo pueblo de Valencia, hoy Valencia de Jesús.
Por invitación de un primo cercano, de nuevo visité al pueblo del cual tengo los más hermosos recuerdos de mi niñez. Apenas subimos la meseta, empezó mi nostalgia y mi inconformismo, ya en la calle principal no está la pista donde aterrizaban las avionetas, que le daban el toque de belleza único en Colombia. Algún alcalde por hacerse el célebre, la cubrió con árboles no nativos del lugar, con canchas deportivas que se transforman en bebederos ruidosos que perturban la tranquilidad de los vecinos.
Bueno, vamos a lo del titular, que es el tema principal. El motivo de la visita de mi pariente cercano era averiguar por unas tierras a lo largo de la vía. Con energía, abundante agua y con una altura superior a los mil metros sobre el nivel del mar, podrían ser quebradas. Sólo algunas faldas serían propicias para el proyecto que le encargaron, pero en ningún momento me quiso decir para qué era el uso de esas tierras.
Inicialmente, por información que ya llevaba mi anfitrión, vimos unas tierras a las afueras del pueblo, después de malabares del conductor y del 4 x 4 en el que íbamos, llegamos a la finca, una tierra abrupta de suelos pobres y pendientes pronunciadas, su propietario, cuando puso al descubierto su precio, pensé que estaba haciendo una broma.
Desde arriba pude apreciar varios terrenos encerrados con plástico, como invernaderos, y sin preámbulos, le lancé la pregunta al propietario de la finca: ¿qué es eso? Me dijo: “Son invernaderos, ahora están de moda, siembran lechugas, algunas verduras y ahora cannabis medicinal”. La hermosa imagen me recordó a las sabanas de Bogotá vistas desde el avión que alza su vuelo hacia Valledupar.
En el pueblo nos encontramos con mi sobrino Osvaldo Mestre B. Ya habíamos acordado encontrarnos en una de las tiendas más antiguas del pueblo, donde la prima Icha Mestre, conocida como Icha Poncho. Osvaldo es propietario de una de las mejores tierras de la zona, las que adquirió por herencia de su padre.
Mi hermano, el veterinario Armando Mestre Liñán, cuando empezó a cotizar las tierras urbanas y rurales, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, en Pueblo Bello, un lote urbano vale más el metro cuadrado que en el mejor barrio de Valledupar y sus fincas aledañas son más costosas que en la meseta cundiboyacense.
Mi compañero de viaje regresó totalmente desanimado y en la carretera de regreso me comentó: “Primo, esta gente está loca, o tienen información de algo grande que se les viene”. Le respondí: “Primo, me suena la maracachafa medicinal”.
Arnoldo Mestre Arzuaga
Sobre el autor

Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
1 Comentarios
Arnoldo muy buenas tardes Tienes toda la razón y no es sólo en pueblo bello esto ocurre en municipio cómo Manaure entre otros Creo que se debería analizar la ley 2 del 59 y en lo posible la actualización catastral en todos los municipios del país
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