Opinión
El duelo musical
Ya eran famosas en todo el país las mentiras y patrañas de un acordeonero conocido con el remoquete de Gus. Quería ser rey vallenato sí o sí. Ya lo había intentado en otras ocasiones, pero sus notas repetitivas no convencían al gran jurado. Ahora regresaba de nuevo al ruedo con su misma rutina repetitiva, de modo que el presagio popular era una nueva derrota segura. No sé cómo lo hizo, pero logró quedar entre los finalistas, y junto con un gran acordeonero afinado y melodioso eran los favoritos para llevarse el gran trofeo de Francisco el hombre.
Esa noche, el parque de la leyenda estaba en su lleno total, no sé por qué razón el público estaba divido. En un ala estaban sentados los seguidores del gran acordeonero Federico guardando toda la compostura. Aplaudían respetuosamente la actuación de su pupilo. Y en la otra ala estaban los seguidores de Gus, cada vez que el gran Federico actuaba, trataban de opacar su actuación con palabras soeces, con calumnias gritando que había pelado notas, le lanzaban bolsas de agua, en fin, a lo lejos se les notaba la mala educación, pero esto no amilanaba al gran Federico, seguía tocando y fluyendo notas semejantes a un manantial inagotable.
Cuando tocaron el son, Gus fue muy lento en melodía, a veces se desviaba y caía en paseo, pero eso sí la letra de la melodía era ofensiva y calumniosa contra su rival.
En el paseo, Federico se lució tanto que hasta gente de Gus lo aplaudieron. Sus notas y la letra de la canción eran acordes al gran evento que se estaba realizando.
En la puya, Gus sintiéndose ya derrotado, con sus ojos saltones, semejante a un sapo en tomatera o a tuqueca asustada, parecía que iba a romper el acordeón. Con su letra ofensiva se fue contra el jurado, lo tildó de vendido y volteado a favor de Federico, pero en una actuación sin precedente, de repente sus ojos se tornaron rojos intensos como si un espíritu maligno lo hubiera poseído. Sus dedos adquirieron una rapidez vertiginosa, sus notas ahora eran melodiosas, todo indicaba que sería el gran ganador, se sentía un ambiente hostil, hasta el público de Federico dudaba de que su “pollo” pudiera superar esta actuación.
Llegado el momento de la actuación de Federico, éste sudaba copiosamente, su nerviosismo era ostensible, aunque le arrancaba notas a su acordeón, la presentación anterior todavía no era superada. Nico Duba, viéndolo casi derrotado, le gritó desde las barras: “Ficooo, Ficooo… el credo al revés”. Y parece que este grito avivó al gran Federico. Sin salirse del aire de la puya, su acordeón empezó a fluir notas jamás escuchadas en festival alguno, a veces parecían plegarias, pero conservaban su cadencia.
Finalmente, en la presentación del merengue, Gus estaba trasformado, ahora lucia agotado, y ya sus digitaciones ya no eran las mismas. Algo lo trastornó y el gran jurado, por votación unánime, dio ganador al gran Federico.
Arnoldo Orlando Mestre A.
Sobre el autor
Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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