Opinión
A mi papá
El primer papá fue tal vez una raíz o quizá una semilla; en todo caso, de ahí se germina junto a la madre que es una hermosa flor. Es el ciclo de la vida, ser raíz, brote, ser tallo o tronco, ser hojas, por donde fluye la sangre verde, y que en seres trascendentales nos convierte.
Aún el tronco u hojas secas, que, aparentemente ya están muertos, dan la vida. Un día somos brotes, y, al otro, somos ramas del árbol de la vida. La vida va, la vida viene, el legado queda, se trasmite de padres a hijos y así sucesivamente con rizomas se preserva.
De mi papá, a quien llamo "papi", admiro su nobleza, humanismo y positivismo, aún en las situaciones más adversas. A pesar de no haberse criado completamente con su padre, y que, por circunstancias de la vida, tuvo que iniciar a trabajar desde una edad juvenil, su sensibilidad me la ha expresado, no sólo con palabras, sino con acciones, sencillas pero con una profundidad sentimental que me han marcado por siempre, trasmitiéndosela ahora a mi hijo.
Aún recuerdo cuando, en la puerta de la calle, me dormía en su regazo, en un taburete recostado a la pared o a un árbol cerca del sardinel de la casa. Jugaba conmigo al dominó, bolita uñita, trompo, etc. Cuando venía de viaje, me traía panes y yogurt. Esto era el más grande tesoro para mí, cuando estaba en el pueblo, donde la refrigeración la brindaba la tinaja hecha de barro. Papi inventaba palabras de una ternura sublime, para llamarme de forma cariñosa, tal como lo hago ahora con mi “concosero”, mi “banserito”, mi “cochongo”, etc.
Cuando se tomaba sus tragos, el cariño se le exacerbaba, en esta ocasión me cargaba y me "pechichaba", dándome unas monedas para ir a comprar algo a la tienda. Las canciones de Los Zuleta y de Diomedes Díaz han sido siempre su deleite, concentrándose en sus gritos sentimentales, vestigios de los cantos de vaquería, que hoy yo curucuteo con pasión, tratando de develar sus secretos ancestrales.
Pero, no todo ha sido color de rosas. Cuando yo hacía una "tremendura", a pesar de que yo me encaramitaba en el palo de laurel en el patio de la casa, me tocaba bajarme a comer, pero mis pencazos me los llevaba, a veces, por eso, dormía "caliente".
En la época de la violencia paramilitar, siempre tenía palabras de aliento y esperanza para no desfallecer a pesar de las circunstancias. Hoy agradezco por todo su apoyo y comprensión. No soy santo, tengo mis errores, que no espero seguir cometiendo. Quiero continuar en el "kaizen" de la existencia, haciendo saltos cuánticos hacia el mejoramiento de mi nivel de consciencia.
Hoy, ya en su vida senil, mi progenitor, el cariño me lo expresa a manera de consejos para el actuar en correspondencia con la rectitud del ser humano… ¡Feliz día papi!
Tomás Martínez Montenegro
El Curucutiador
Sobre el autor
Tomás Martínez Montenegro
El Curucutiador
Tomás Martínez Montenegro, pseudónimo “El Curucutiador”. Nacido en Sabanas, corregimiento del municipio de El Piñón (Magdalena), en el año 1981. Primer hijo de la unión de José del Carmen Martínez de la Cruz y Cira María Montenegro Cantillo.
Es un amante e investigador innato de las tradiciones y costumbres de la región Caribe de Colombia. Compositor, poeta y escritor dialectal. El Curucutiador habla español, inglés y el dialecto Costeñol.
En su lugar de nacimiento vivió sus primeros nueve años, de donde más tarde se trasladó con sus padres y sus dos hermanas hacia el municipio cercano de Pivijay (Magdalena) para seguir cursando sus estudios de educación básica primaria. Ahí finalizó el quinto grado de primaria en la Escuela Urbana de Varones Número 1.
Después de finalizar su pregrado en la Universidad Industrial de Santander (UIS), hizo una especialización en Gestión de Proyectos, así mismo un MBA en Administración y Dirección de Empresas, además de múltiples cursos y diplomados.
Desde muy niño le ha gustado escribir, sin embargo, estando en Bucaramanga se le ha despertado el interés incesante en temas de investigación relacionados con la esencia y las raíces de la cultura de la Costa Norte de Colombia, a lo cual él ha denominado Cultura Costeña.
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