Opinión
La Teoría de la Yuca

Sí. Valledupar es un pueblo. Ésa es su génesis y no representa necesariamente algo despectivo. Hemos creído que llamándola así expresamos lo que le falta y el deseo de verla crecer, pero no hace falta condenarla al estancamiento eterno. Es pueblo y de la manera más hermosa. Partiendo desde su naturaleza ancestral para entenderla, la autenticidad en sus calles y su energía, que muchas ciudades grandes quisieran tener y no es palabrerío.
En varias ocasiones le he escuchado a la cantante Adriana Lucía que, cuando uno vive en casa de sus papás y le sirven todo el tiempo yuca para la comida, uno termina aborreciéndola, pero al mudarnos lejos anhelamos así sea un ¨chicotico¨. Ésa es la teoría.
Me fui creyendo que lo bueno estaba por fuera, y tuve que mirar de lejos mi ciudad para reconocer con claridad sus carencias, pero, sobre todo y más importante, sus virtudes y poderes. Digo importante porque de ahí es que hay que “agarrarse pa’ coger el impulso” que requiere amarla. Es algo que supera la nostalgia y el romantizar.
No me fui tan lejos ni por mucho tiempo. Pude regresar para comprender con los pies descalzos en la arena del patio de mi casa, que es válido protestar, emputarse ante las injusticias, ante la falta de sentido de pertenencia, querer buscar otro espacio, etc. Justo ahí sin pretender condicionar, acudo a un recuerdo de infancia en el que un primo regresando de su colegio compartió una frase que su profesora había dicho en clase: ¨La gente estudia sus carreras universitarias aquí y lo primero que quieren hacer es irse. Así nunca va a haber progreso en la ciudad¨.
Palabras que llegaron a mí cuando desempacaba mi maleta recién llegado a esa otra ciudad y en ella vi mi gorra amarilla de Maderos Teatro, el colectivo que le ha dado tanto a estas tierras… El ejemplo de ellos y su resistencia, su siembra de la esperanza.
Así fue que entendí. Sin pretender ser el salvador del mundo, puedo intentar aportarle a mi ciudad (viviendo en ella o no), en vez de quedarme sentado esperando el cambio o irme por el camino más fácil, esquivarla como si tuviera nada que ver con mi raíz.
Parte de esa transformación empieza reemplazando la criticadera por ideas y el señalamiento por mayor solidez a los espacios de construcción. A lo mejor estoy siendo poético con un tema que alberga tantas cosas, aunque aquí eso no puede causar extrañeza si es lo que mejor sabemos hacer, solucionar la vida cantando, escribiendo versos, pintando, cocinando o echando cuentos. Algo más poético que eso, imposible.
Me ha tocado aprender la teoría y vivirla, sintiendo que, al final, el ingrediente inevitable pa’ determinar si la yuca está rucha o no es el de la confianza. Una teoría para agradecer y honrar el territorio desde el sentir más honesto, luego marchar si es el destino, pero entendiendo que antes de volar, todo empieza por casa.
Camilo Ochoa Montero
Sobre el autor

Camilo Ochoa Montero
Letras amarillas
Humano de río, enamorado de la tradición, receptor del llamado ancestral, mensajero de sensibilidades.
3 Comentarios
Muchas gracias Camilo, por tus palabras desde el camino, .
Muy hermoso
Un excelente artículo, súper centrado y majestuoso el lenguaje, el concepto y su estructura. Buenísimo ✨
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