Opinión
Editorial: El reconocimiento de la mujer en la sociedad de hoy
La mujer ha sido uno de los grandes centros de atención esta semana en Valledupar y lo seguirá siendo durante lo que queda de este mes.
El día internacional en contra de la violencia de género –el 25 de noviembre– es uno de los motivos de esta gran movilización que ha dado lugar a tertulias y proyecciones de películas en distintas comunas (todas relacionadas con la situación de la mujer).
La biblioteca Rafael Carrillo, por su lado, también se ha sumado a este evento incluyendo en su habitual sesión de “Cine parta todos” unas películas con enfoque de género y discusiones posteriores.
A todo esto, debe agregarse el programa de la gobernación que, dentro de su proyecto de Escuela de Liderazgo, organizó la semana pasada unas jornadas dedicadas especialmente a las mujeres líderes. En este encuentro prevalecieron las nociones de emprendimiento y de mejora continua: características básicas para un cambio social.
Desde aquí, celebramos este enfoque multilateral. De este modo se está sensibilizando sobre los abusos que puede padecer la mujer en nuestra sociedad y al mismo tiempo se concientiza acerca del poder que tiene para impulsar los más drásticos cambios.
La mujer es el centro de todo desarrollo. Ella es la que, desde muy temprano, educa a los niños, la que les muestra un modelo de vida, la que ayuda a sostener económicamente un hogar, la que se preocupa por la salud y múltiples cuestiones domésticas.
Si no la tenemos en cuenta, no se puede concebir un futuro en el que se hable de calidad de vida, estabilidad, sostenibilidad y dignidad. Todo pasa por ella porque, finalmente, es un agente esencial de unión y comunicación.
Sin embargo, consideramos que esos conceptos en pro de la Mujer deben llegar a esferas más durables y profundas. La Educación de los niños es una vía imprescindible para exponer desde una muy temprana edad cuáles son los principios para una convivencia sana y respetuosa.
Es preciso dar a estos jóvenes –que en 10 o 15 años llegarán a los mercados de trabajo o emprenderán distintos proyectos sociales– modelos de liderazgo en coherencia con lo que se está buscando.
Es cierto que los programas de sensibilización a corto plazo (como los que se están organizando ahora) son necesarios, pero sólo tendrán una permanencia si van acompañados de un plan educativo estructurado en el que la mujer se vea empoderada y respetada.
Por lo demás, invitamos nuestros lectores –sean hombres o mujeres– a exponer sus ideas y visibilizar una temática que tiene especial relevancia en las comunas periféricas de Valledupar y otras aldeas más lejanas del Cesar.
Con una mujer emprendedora, respetada y dignificada, es posible pensar en un futuro donde la estabilidad, la paz y la prosperidad colectiva sean los factores principales de este departamento.
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