Opinión
El vallenato y la pirotecnia
Nuestra música popular conocida en Colombia y ya en otras partes del mundo con el nombre de Vallenato se ha caracterizado históricamente por ser narrativa, descriptiva, costumbrista y poética, en la cual han predominado las letras ante las melodías. Algunos estudiosos han ido hasta afirmar que “el vallenato es para escuchar y analizar sus letras”.
Hay también quienes afirman que entre las razones del éxito duradero de este género musical se encuentra el hecho de combinar armónicamente las letras con la música y ser apetecida para escucharla, pero también para bailarla.
Sin duda, en el vallenato se han dado varios virajes y tendencias dominantes en diversas épocas, el descriptivo, el narrativo, el lirico, el bailable, entre otros. En estos tiempos en los que la tradición oral se ha dejado avasallar por la cultura de lo visual, nuestros intérpretes han ido implementando en sus presentaciones en vivo formatos mucho más atractivos para las nuevas generaciones y entre ellos se encuentra el empleo de efectos especiales o juegos pirotécnicos en tarima.
Debo confesar que, cuando yo asisto a un espectáculo musical vallenato en vivo, llevo la expectativa de escuchar una agrupación acoplada, un acordeonero creativo, una voz melodiosa y afinada, unas canciones que me lleguen al alma y, porque no, otras que me inviten a bailar. Pero nunca se me había pasado por la cabeza que los cortes o pases musicales debían acompasarse con efectos especiales pirotécnicos y de sonido.
Ahora, al tiempo que un grupo de músicos salta en la tarima suena el estruendo de una explosión o petardo, con decibeles que se salen de cualquier limite y que, si bien pueden producir emoción a algunas personas, también pueden conducir a enfermedades o accidentes auditivos, tanto a los mismos músicos como al público.
En un evento en plaza pública si se presentan 4 o 5 agrupaciones vallenatas en una noche, cuántas explosiones hay que soportar, cuántos truenos, humos, candelas, antorchas, bengalas, serpentinas y demás pendejadas, que entre otras cosas impiden que el público pueda apreciar y calificar la verdadera calidad de los artistas.
Cuando uno sale ahora de un concierto o espectáculo musical, ya no se comenta cual artista tocó y cantó mejor, sino cuales fueron los mejores juegos pirotécnicos. Supongo que el costo de las agrupaciones vallenatas ha aumentado o le han reducido la tarifa a los músicos para costear este nuevo rubro.
Ojo que nuestros cantantes ahora viven mas preocupados porque suene el petardo cuando ellos saltan que de la letra de la canción, de la afinación, timbre y vocalización. Como un adagio popular de músicos, esto se está pareciendo cada día más al nido de la paloma, pura paja y demás.
Colofón: En contraste con lo escrito en esta columna, debo felicitar de manera especial al rey vallenato Alberto “Beto” Villa Payares, quien hace ya varios años de manera persistente y quijotesca avanza en su proyecto denominado Sinfónica Vallenata, el cual cada día se reinventa y consolida. Este viernes 30 de septiembre el formato Parrandas Inolvidables se presentará en el bar Discolo de la ciudad de Barranquilla en el que 6 grandes acordeoneros y 4 damas del acordeón acompañarán a los compositores Rafa Manjarrez, Roberto Calderón e Iván Ovalle Poveda. Sin duda, un espectáculo de esos de antología.
Jorge Nain Ruiz Ditta
@jorgenainruiz
Sobre el autor
Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
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