Opinión

El desespero del oso y sus grandes recursos nucleares

Los territorios ucranianos anexionados por Rusia / Foto: El Huffpost

El 16 de julio de 1945 se realizó la prueba Trinity, dentro del proyecto Manhattan. Era la primera vez que la humanidad utilizaba la energía nuclear con fines armamentísticos, ese día nació la primera bomba atómica que un par de semanas más tarde, en el mes de agosto del mismo año, se lanzaría sobre dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki, con el trágico saldo de 246,000 muertos.

Por tal razón el considerado padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, citando un aparte del libro sagrado del hinduismo, Bhagavad-Gita, pronuncio: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Esta gran preocupación de las naciones de la tierra se afianzó luego de que la antigua Unión soviética (URRS), consiguiera el 22 de agosto de 1949 la apetecida arma con el exitoso ensayo RDS-1. Era el inicio de la carrera armamentística entre las 2 potencias militares más grande del planeta en su época, los Estados Unidos y la Unión soviética, y también el inicio de la Guerra fría.

Luego de la disolución de la Unión soviética en 1991, se celebró en 1995 el tratado de no proliferación nuclear (TNP bajo los términos del protocolo de Lisboa). Con el Acuerdo de Cooperación Trilateral entre Rusia, Bielorrusia y los Estados Unidos, estas armas fueron trasladadas a Rusia, en ese orden de idea, heredó esta nación las temibles armas que en la actualidad ubican a este país como el dueño del mayor número de ojivas nucleares activas que hoy atemorizan al mundo, seguida por los Estados Unidos.

El 24 de febrero del 2022, Rusia decide atacar a su vecina Ucrania,  en la denominada operación especial, un plan que consistía en dejar en ruina la infraestructura militar ucraniana, pero contrario a lo que todos imaginábamos, los planes de Putin y sus generales no resultaron conforme los habían establecidos, la resistencia de las tropas de Volodimir Zelenski,  junto a la movilización civil, y a la ayuda militar de Estados Unidos y demás miembros de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), han hecho retroceder a las tropas del Kremlin,  hasta tal punto que el pasado 21 de septiembre de 2022,  el mandatario ruso manifestó que su país dispone también de varios medios de destrucción, y que, en algunos casos son más modernos y sofisticados que los de la OTAN, aseverando que si la integridad territorial de su país se ve amenazada, usará todos los medios a su disposición para protegerlo. Junto a ello, anunció la movilización parcial de 300,000 reservistas, por lo que se considera una abierta amenaza a la OTAN. Ante un ataque por parte de esta organización internacional, Rusia podría hacer uso de sus ojivas.

Ante el peligro de una confrontación armada entre los países de la OTAN y Rusia, el referéndum que se realizó el pasado 23 de septiembre y con el que se aprobó la integración a la Federación rusa de las 4 regiones ucranianas ocupadas por este país, Donetsk, Luhansk, Jerson y Zaporiyia, podría aumentar las posibilidades de un conflicto. Juntos estos territorios suman el 18% del territorio ucraniano y las elecciones han sido rechazadas por la ONU y los países que integran la OTAN. 

Por su parte el asesor de seguridad de Joe Biden, Jake Sullivan, aseguró que si Moscú ataca a Ucrania con armas atómicas la respuesta de Washington y sus aliados tendrá consecuencias catastróficas para los rusos; no solo las consecuencias la sufrirían los rusos o los países miembros de la OTAN, las sufriríamos todos los que habitamos este planeta por las desbastadoras consecuencias que producen la utilización de este tipo de armas. Por lo tanto, esperemos que el oso en su desespero no haga uso de su poder nuclear ante una guerra que cada día suma desde diferentes frentes a las potencias militares.

Nerio Luis Mejía