Opinión

Cambio en el discurso

América Latina ha experimentado una alineación política de gobiernos progresistas en los últimos años, que muchos comparan con el surgimiento del socialismo del siglo XXI encabezado por el fallecido Hugo Chávez, el también fallecido presidente de Argentina, Néstor Kirchner, Rafael Correa de Ecuador, Lula da Silva en Brasil, entre otros mandatarios de la convulsionada América. Estos, a la vez, dejaron sus delfines políticos en su remplazo tras cuestionadas elecciones. Algunos siguen aferrados al poder y otros terminaron encarcelados o derrocados, como Manuel Zelaya en honduras, Dilma Rousseff en Brasil y la reciente condena de 6 años en contra de Cristina Fernández de Kirchner por delitos relacionados con corrupción.

En unas reñidas elecciones el pasado mes de octubre, el expresidente Lula da Silva de Brasil se impuso ante el ultraderechista y actual mandatario Jair Bolsonaro. Lula, quien venia de superar sus líos judiciales por unos pocos votos, aventajó a su rival político, de esa manera se reconfigura lo que algunos analistas consideran la alineación de la izquierda en américa latina.

Con la llegada de Gabriel Boric en Chile, producto de las protestas en el país austral, se tejía una nueva era en la democracia latinoamericana, todas estas elecciones eran seguidas de cerca por una sociedad que espera de sus gobernantes el diseño de políticas públicas más equitativas en la región. Lo mismo ocurrió en Perú donde el profesor Pedro Castillo acarició el poder durando solo un año y 130 días, para luego ser destituido por el congreso de su país el 7 de diciembre de 2022.

De todos estos mandatarios ninguno ha gozado de mayor expectativa que el presidente de Colombia, el economista Gustavo Petro Urrego, empezando por su militancia en la organización guerrillera del M19, su incursión en la política lo hicieron merecedor de un gran respaldo popular. Sus ambiciosos proyectos en la restructuración del país son sin precedentes en la historia nacional, sin embargo, Petro no llegó a la presidencia de la república solamente gracias a la fuerza política de su movimiento la Colombia Humana.

Aquí se constituyó una gran convergencia nacional que tomó por nombre el Pacto Histórico. Esto podríamos considerarlo una suerte de reciclaje político, luego de 4 años de un gobierno incompetente, que algunos se han aventurado a asegurar que fue el peor gobierno en la historia colombiana, como fue el gobierno de Iván Duque.

Los partidos tradicionales conocían su debilidad frente a los electores y decidieron aprovechar las energías del petrismo y, como en una subasta, se vendieron al mejor postor. Estas elecciones fueron tan fuera de lo común que un acaudalado ingeniero de avanzada edad y un poco esquizofrénico estuvo a punto de ganar las elecciones para más adelante reconocer que de política no sabía nada.

Alrededor del petrismo existe un optimismo moderado, ya que la Colombia humana, partido del presidente, solo mantiene su personería jurídica y pierde día tras día su capital popular al ver la forma como este gobierno solo fue un cambio de discurso, porque de las esperadas restructuraciones -en especial la política- siguen los mismos con las mismas.

La llamada austeridad social es una burla a la cansada sociedad que mira cómo se firma el alza de $ 2.500.000 mil pesos a los congresistas y magistrados, el inaceptable nombramiento de Juan Manuel Corzo, cacique conservador en Norte de Santander como embajador en Paraguay, Corzo quien fuera embajador en el gobierno de Iván Duque se hizo celebre al afirmar en el 2011 que su sueldo no alcanzaba para la gasolina de sus carros y ser objeto de un proceso por nexos con paramilitares que fue archivado en el 2012.

El nombramiento del liberal cucuteño José Fernando, el Gordo, Bautista demuestra una vez mas el pago de favores político de este gobierno. De “El gordo Bautista” no se puede olvidar su trayectoria diplomática, de la cual tuvo que renunciar el 12 de mayo del 2011, siendo embajador en Venezuela del entonces gobierno Santos, por rumores que lo relacionaban con el grupo Nule debido a su trabajo con el abogado Álvaro Dávila. Sin embargo, la fiscalía no pudo adelantar la investigación a pesar de existir elementos que lo vinculaban.

La disyuntiva del Gobierno Petro entre un cambio de paradigma o solo un cambio en el discurso no es nada fácil. Estamos quizás frente al hombre que le clavará el ultimo clavo en el ataúd de la izquierda o el progresismo en Colombia.

Nerio Luis Mejía