Opinión
Lo vi por primera vez donde Ana Gregoria

Ahora estaba subido en la tarima, era el favorito, el público lo aclamaba, se batía a pitos y a bajos con los mejores. Ya el jurado había seleccionado a los cuatro finalistas. Años atrás, después de recorrer playones inundados por la anticipación del invierno, se presentó donde una mujer altiva y elegante, era el símbolo del festival.
Lo miró de pies a cabeza, todavía su ropa estaba salpicada de barro, sus pantalones blancos denegaban elegancia por las marcas dejadas por la montura después de cabalgar por varias horas hasta llegar a su pueblo, donde esperó largo rato hasta que un vehículo lo trajo a Bosconia. De allí todo era más fácil, en un bus de Brasilia llegó a la ciudad de Valledupar, donde todo era fiesta, sin inmutación alguna, la mujer después de observarlo minuciosamente, le dijo: “Lo siento, usted llegó tarde, ya cerramos las inscripciones”.
Recuerdo la primera vez que lo vi, fue donde Ana Gregoria Fragoso. Allí se alojaban todos sus paisanos, entre tragos de ron caña y anécdotas de su pueblo, abrió su acordeón y tocó la canción que más me gusta del vallenato, con su voz bronca para entonces juvenil, llamó la atención a toda la vecindad:
“Ya yo no siento alegría en mi corazón
Ya no tengo paciencia, ya no tengo calma…”
Finalmente, terminó con el verso más bello, que siempre yo se lo hacía sonar a mi novia que residía en la carrera 12 con calle 13, hoy 17, cuando le ponía sus serenatas.
Sin ti no puedo estar
Mi corazón se desespera
No lo dejes sufrir mas
Por lo dejas y se queja…
Ese día hasta, (mortandad) el hijo enfermo de Ana Gregoria, bailó y palmoteó de alegría.
Quizás en este momento de gloria, en la novena versión del Festival vallenato, recordaría aquella ocasión en que fue rechazada su inscripción por su vestimenta.
Aclamado por toda la multitud que tarareaba sus canciones, sin desacuerdo ninguno y en una forma unánime el jurado de 1976 lo declaraba como nuevo rey vallenato, ese día Nafer Duran lloró de alegría, pero también su corazón se regocijó de gozo, entonces para agasajar al pueblo que lo aplaudía, tocó con más avidez la canción que lo inmortalizó para siempre en el vallenato.
Con mi nota triste vengo a decirle a tu alma
Lo que está sintiendo mi sincero corazón
Ya no tengo paciencia ya no tengo calma
Solo vivo triste y loco por tu amor…
Arnoldo Mestre Arzuaga
Sobre el autor

Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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