Opinión

Un costeño en Bogotá (segunda parte)

Diego Torres

29/06/2023 - 00:03

 

Un costeño en Bogotá (segunda parte)
Una vista de Bogotá / Foto: créditos a su autor

 

Mi día inició como planeé, a las 5:30 am con el estómago vacío y sin haber comido nada desde la tarde del día anterior. Luego de vestirme y pasear a mi perro, estaba preparado para mi nueva travesía, y el día, como toda historia épica, daba señalas de ser una odisea. El frío era brutal y la ruta me había dejado dos veces porque no lograba ubicarme en el paradero correcto, resulta que alguien se tomó literal lo de bienes públicos y se llevó la señalización.

Al fin dentro de la universidad, y luego de una hora de recorrido para llegar, me encontré con que la clase de la mañana fue infernal, solo podía pensar en dos cosas: comer y esconderme para que mis compañeros no se percatarán de que no tenía para mi almuerzo. A eso de las 11:00 am ya estábamos libres por lo que aproveché la oportunidad para ocultarme en una zona alejada. La universidad se dividía en dos grandes grupos de salones, los de posgrados generalmente dábamos clases en los edificios H e I y pregrado en los edificios de la hasta la G. El plan consistió en fingir una llamada y previamente ir anunciando que tenía una reunión de trabajo para que mi ausencia no tomará a nadie por sorpresa.

Hasta ese punto, 12:50 pm, me arrepentía de no haberle contado mi situación a dos amigos del grupo: el quillero y el pastuso. Al primero, quizás por la cercanía propia de ser costeños, le tenía confianza, y con el pastuso se creó una especie de hermandad. No obstante, la vergüenza de contarlo era más grande que el hambre. Era más de la 1:00 pm, estuve casi dos horas moviéndome por toda la universidad y solo tenía que seguir evitando las llamadas de mis compañeros y aparecer a eso de las 2:00pm.

No sé si es cierto que “Dios aprieta, pero no ahorca”, sin embargo, una conocida, amiga de mi roomie, apareció donando a la causa. De inmediato exigí a mi compañero de vivienda, quien tampoco había comido, la mitad del dinero, y una vez en mi cuenta, y siendo la 1:15 pm (entraba a las 2:00 pm), colgué y corrí hasta el otro bloque en donde estaba el cajero, mis amigos y los restaurantes. Crucé agitado la carretera, subí con la respiración entrecortada las escaleras, revisé el código de Nequi, llegué al cajero y justo cuando estaba a punto de iniciar la transacción pasó lo que pasa cuando mezclas a Nequi con una necesidad urgente…  

 

Diego Torres

 

Sobre el autor

Diego Torres

Diego Torres

El cronista de Loperena

Diego Torres, abogado, activista político y líder joven nacido en la musical tierra de Valledupar. Escritor y poeta, amante del estudio del folclor vallenato. En "El cronista de Loperena" pretendo hacer reflexiones acerca de la cultura vallenata, algo de política, anotaciones con tinte poético y narrativas que nos hunden en el acontecer caribeño.

@diegtorres97

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Cesarenses y vallenatos, ejemplo de orden y conciencia

Cesarenses y vallenatos, ejemplo de orden y conciencia

  La vida social a la que estamos acostumbrados se encuentra en una etapa de transición, hacemos parte de una realidad que debemos a...

Don Sentido Común

Don Sentido Común

Se ha ido nuestro gran amigo de toda la vida, Don Sentido Común. Estuvo entre nosotros durante muchos años. Nadie sabe a ciencia cier...

¿Qué es lo que hacen las fundaciones de los festivales?

¿Qué es lo que hacen las fundaciones de los festivales?

  Son muchos los festivales vallenatos que se realizan a lo largo y ancho del territorio nacional, y también son muchos donde uno no...

El día D de la pandemia en Colombia

El día D de la pandemia en Colombia

A través del presente acontecer incierto, la pandemia del Covid 19 ha sido forzosamente didáctica, pedagógica hasta límites incalcu...

Indignación y aullidos o recoja lo que se merece

Indignación y aullidos o recoja lo que se merece

"Normalmente cuando las personas están tristes, no hacen nada. Se limitan a llorar. Pero cuando su tristeza se convierte en indignaci...

Lo más leído

Chistes para contar en Navidad

Marian Otero | Ocio y sociedad

Máximo Movil: el talentoso campesino de la “Mujer conforme”

Eddie José Dániels García | Música y folclor

Vallenato bravo: Carlos Huertas, el cantor de Fonseca

Andrés Cuadro | Música y folclor

La Navidad en la literatura

Antonio Acevedo Linares | Literatura

La muerte de Pablo Escobar

Jorge Fuentes | Historia

Nostalgia en las canciones vallenatas de Navidad y Año Nuevo

Luis Carlos Guerra Ávila | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados