Opinión
Los olores del ambiente

"Y el Señor percibió el aroma agradable, y dijo el SEÑOR para sí: Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud; nunca más volveré a destruir todo ser viviente como lo he hecho" [Génesis 8,21]
Los olores tienen un gran impacto en nuestras percepciones y emociones. Los aromas agradables, como el del chorizo, las butifarras o el chicharrón, pueden despertar nuestro apetito y generar una sensación de placer. Incluso olores naturales, como el de la lluvia y la tierra mojada, o el aroma característico de la sierra, pueden ser muy agradables y evocar recuerdos o sensaciones específicas.
Por otro lado, los olores pueden resultar incómodos. El olor de una piscina de aguas residuales o las cloacas de alcantarillado en una calle pueden ser demasiado fuertes para nuestros sentidos. También los olores de animales en descomposición, veneno o materia fecal humana o animal pueden resultar muy desagradables.
Nuestro sentido del olfato es poderoso y puede influir en nuestra percepción del entorno. Los olores pueden evocar recuerdos a través de perfumes y fragancias, desencadenar emociones como el caso de los gases lacrimógenos, e incluso alertarnos sobre posibles peligros, como el fuerte olor a gas en una vivienda. Es importante reconocer que cada persona tiene sus propias preferencias y reacciones ante los olores, y lo que puede ser agradable para alguien que está acostumbrado al olor puede resultar desagradable para otro que no lo experimenta de la misma manera
Siempre es interesante observar cómo los olores pueden afectar nuestras experiencias y cómo pueden contribuir a la riqueza de nuestros recuerdos y vivencias.
Un amigo que viajó a París, Francia manifestó que se percibe en el ambiente del metro un olor muy desagradable, y lo han llegado a catalogar como el más pestilente del mundo.
En un chat de WhatsApp al cual pertenezco, específicamente "El chat de Codazzi", se ha generado una discusión sobre los paisajes y el entorno que se experimenta al viajar desde Codazzi hacia la ciudad de Barranquilla. En este contexto, mi gran amigo, el médico Luis Suárez Ariza, ha compartido la siguiente descripción:
“En la década de los sesenta, mi padre, Tulio Rafael Suárez Ponce, transportaba madera de Tolúa, Carreto, Guayacán, entre otros, en un camión Chevrolet modelo 56 con cabina y techo de lona o carpa, pero sin puertas, desde la región de Casacara, Codazzi, y la Loma de Potrerillo, hacia los diferentes aserraderos que existían en la ciudad de Barranquilla.
Al adentrarse en ese mundo mágico y único de la Zona Bananera, especialmente desde Aracataca (Magdalena) hasta la ye de Ciénaga, se percibía, se respiraba, se inhalaba y hasta me atrevo a afirmar que se palpaba ese aroma "exquisito, agradable" de la vida, con los distintos olores y fragancias de las plantaciones de mangos. Destacaba en particular el aroma del mango de Azúcar, asociado con la fruta inolvidable de la guama, aquella que tiene la pepa revestida de blanco nieve. Y qué decir al llegar a Ciénaga y disfrutar de sus famosos guineos pasos, que hoy día están en camino a la extinción.
Al pasar por el inolvidable Puente de la Barra, construido en madera, con el mar Caribe a la derecha y la inmensa Ciénaga de Santa Marta a la izquierda, los olores y sus matices que se percibían eran de salitre, yodo y todos los componentes del agua de mar y la Ciénaga, no muy agradables para los foráneos. Al llegar a la isla de Palermo, las distintas especies de plagas y mosquitos hacían su agosto en la humanidad de aquellos que esperábamos pacientemente el Ferry para el trasbordo y poder llegar a la ciudad de Barranquilla, que nos recibía con su característico olor a podredumbre de sus distintos caños. Finalmente, llegamos felices y descansabamos para disfrutar plácidamente del confort que brindaba en esa época el hotel "El Gran Ciervo", ubicado en el paseo Bolívar, sector plaza de San Nicolás, un referente e icono de los provincianos o rivanos.
El dueño del hotel El Gran Ciervo en Barranquilla era el señor Fortunato, QEPD. Uno de los platos favoritos era el arroz blanco acompañado de guineo largo pintao casi maduro”.
Un excelente escrito que nos acercó a esos olores que se perciben en el ambiente, y que comparto por su gran aporte al tema.
Tachi Guerra
Sobre el autor

Luis Carlos Guerra Ávila
Magiriaimo Literario
Luis Carlos "El tachi" Guerra Avila nació en Codazzi, Cesar, un 09-04-62. Escritor, compositor y poeta. Entre sus obras tiene dos producciones musicales: "Auténtico", comercial, y "Misa vallenata", cristiana. Un poemario: "Nadie sabe que soy poeta". Varios ensayos y crónicas: "Origen de la música de acordeón”, “El ultimo juglar”, y análisis literarios de Juancho Polo Valencia, Doña Petra, Hijo de José Camilo, Hígado encebollado, entre otros. Actualmente se dedica a defender el río Magiriamo en Codazzi, como presidente de la Fundación Somos Codazzi y reside en Valledupar (Cesar).
1 Comentarios
Muy significativo y excelente descripción. Me gustan mucho los perfumes, especialmente con aroma maderable. Me gusta mucho el olor limpio de la naturaleza y el de las cosechas de tabaco, cuando se ha partido una patilla o un melón, las cerezas maduras, el aroma de las mazorcas de maíz etcétera. También me gusta el olor de los pescados fritos, tanto de mar como de río. Un buen olor de sopas de hueso blanco o de costillas. Un guiso de gallina criolla o de pato. Un buen consomé de pavo y el muy apetecido cerdo en cualquiera de sus preparaciones. Y ni que hablar de . . .
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