Opinión
Así se ve Córdoba

En cualquier instancia, Córdoba seduce con un encanto singular, como me sedujo a mí, un sucreño de nacimiento, y como seguramente sedujo a Luis Striffer en los mil ochocientos y a la plétora de franceses e italianos que arribaron por el mar caribe y divagaron en el rio Sinú. Lo que ocurrió con el departamento de Córdoba es que muy precozmente se dio cuenta de la magia que lo cubre, entonces le abrió las puertas a los fenómenos socioculturales que tenía enclaustrados. Desde San Bernardo del viento, madre de Juan Gossaín Abdala, hasta Tierra Alta, Córdoba emana precolombianidad. La raza indígena fluctúa con majeza por todo el departamento, demostrando el carácter genético que se une a lo político y empresarial. El Cordobés es temerario y decidido.
Mancomunado al temple bravío del zenú, se adhirió a ese cumulo de manifestaciones culturales que es Córdoba, el ímpetu comercial que trajo el río Sinú con las colonias sirio-libanesas, entonces fue así como esta tierra se convirtió en un emporio de riquezas y recursos naturales explotados para exportar al resto del país, progreso y superación de la mas alta calidad.
Del lado cruento y acibarado, ya habrá lugar de hablar. Toda regla tiene su excepción en este mundo de mortales insatisfechos. Al igual que Sucre, Córdoba tiene una identidad propia con aspectos que nos unen, incluso la nefasta incidencia de la violencia, que más que ser un pedimento para el progreso, se transmutó a un motivo más para ser resilientes. Es entonces como la música de banda, el fandango, la corraleja, la gastronomía y un sin numero de manifestaciones innumerables hacen de estas dos tierras, hermanas.
Hablar de Córdoba es referirnos a la gracia y simpatía de David Sánchez Juliao y su Lorica colonial, a Planeta rica como la madre adoptiva de los grandes juglares, a Cereté ciudad del oro blanco y musa eterna de Noel Petro, a ciénaga de oro capital casabera y a Sahagún con sus verdes arrozales. Ante el interior del país y del resto del mundo, Córdoba no es mas que prima fuente de historias, política y cultura, una tierra fértil bañada por las diáfanas aguas del rio al que le canta Miguel Emiro Naranjo. Sin duda un ejemplo de superación nacional y resurgimiento inequívoco, enmarcada en un entorno de lucha constante por la paz y la prosperidad.
Hernán Duley De La Ossa Benítez
Sobre el autor

Hernán De La Ossa Benítez
La bitácora del naufrago
Hernán Duley De La Ossa Benítez, nacido en Sincé, departamento de Sucre el 7 de agosto del 2000. Actual estudiante de la facultad de Ciencias jurídicas de la Universidad del Sinú, sede Montería. Escritor por vocación desde sus primeros años. Autor del libro “¿A dónde van las gaviotas?”, publicado por la editorial Torcaza en 2021. Asiduo lector de prensa, literatura contemporánea y amante de la poesía clásica. Poeta y columnista, refiere en sus líneas inquietudes sociales y exalta la cultura de la región sabanera con un ambiente raizal y espontáneo, sencillo y atrapante para el lector. Cursó bachillerato en el Liceo Panamericano campestre de la ciudad de Sincelejo, donde reafirmó su vocación de escritor.
0 Comentarios
Le puede interesar

Resucitar, Renacer y Florecer
Año tras año, cada vez que se acerca la primavera, las tradiciones nos recuerdan la muerte y resurrección de Cristo. En Colombi...

Ana y Juan, o cualquiera de nosotros
El mundo va acelerado como si los frenos se le hubieran averiado, el tiempo pasa tan rápido que solo logramos decir “que estrés...

San Miguel de Las Palmas de Tamalameque
Perdidos bajo el polvo del olvido, se encuentran infolios historiales que registran a San Miguel de las Palmas de Tamalameque como ...

La reivindicación del cóndor
A pesar de que mucho se ha hablado en algún momento del Cóndor, tal vez no se tengan los suficientes conceptos para denotar su im...

Historias de vida de nuestros músicos
Expresiones como “no te lo puedo creer” son las que uno exclama cuando le cuentan las historias y odiseas que viven en pleno sigl...