Opinión

Cuando el fin no justifica los medios

Quienes nos desplazamos por el corredor vial que une los principales puertos de la Costa Caribe colombiana y el interior del país, observamos que en ambos lados de la carretera los habitantes de los municipios que están sobre la importante vía ofrecen sus productos en su mayoría agrícolas, otros ofrecen animales de la fauna silvestre, como conejos, iguanas, hicoteas en fin un mercado variado de fauna y productos agrícolas, que algunos transeúntes compran para llevar a sus casas.

El solo mirar cómo se abalanzan los vendedores ambulantes con jarras de jugos, y bolsas con limones en sus hombros y manos sobre los vehículos que por allí circulan, automóviles, tractocamiones, motocicletas nos conmueve la imaginación, que su plato de comida depende de las habilidades de mujeres y hombres que desafían al tráfico y al inclemente sol, que los castiga sin misericordia sin distinguir la piel y el asfalto.

Sudorosos, con olores a sales corporales, pero convencidos que llevarán comida a sus casas no le importa la exposición al tráfico ni a las temperaturas, la voluntad y el deseo de convencer a los conductores y pasajeros es su único fin, vender sus productos.

Es irónico pensar que una de las vías más importante del país, por donde se mueven toda clase de mercancías y por donde circulas el desarrollo de la nación, sea un espacio que comparten con aquellos que cuelgan sobre sus hombros la poca esperanza de sobrevivir juntos a sus familias, representada en la bolsa de limón y el kilo de yuca, que ofrecen de manera competitiva en una carrera que no tiene final. Es esa misma situación la que ha llevado a convertir este corredor de la movilidad, en una de las rutas más inseguras en nuestro país.

Desde generosos vendedores de tintos, hasta hordas de personas que se suben a los camiones transportadores de cargas, con el objetivo de hurtar las mercancías, es una situación que muy poco llama la atención de las autoridades competentes, pero si preocupa a quienes utilizamos esta vía.

Este corredor de movilidad que transporta más que mercancías, también transporta esperanzas para todo un país, se ha convertido en un lugar donde han ocurrido trágicos accidentes, el más recordado por la magnitud de la tragedia tuvo lugar el 6 de julio del año 2020, en el corregimiento de Tasajera, municipio de Pueblo Viejo Magdalena, dónde  el volcamiento de un camión cisterna que transportaba gasolina hacia la ciudad de Barranquilla fue saqueado por los lugareños que, aprovechando el accidente, decidieron extraer el combustible, como también partes del vehículo ( batería), lo que al parecer en su manipulación generó una chispa y un incendio que acabaron con la vida de 45 humildes pobladores. El fin no todas las veces justifica los medios, ya que no se puede responsabilizar a la pobreza extrema, en la que viven los lugareños, para que cometan esta clase de saqueos.

El tramo carreteable que comunica al municipio de Ciénaga Magdalena, con la ciudad de Barranquilla Atlántico, no sólo es noticia por los recurrentes trancones producto de los bloqueos por parte de los inconformes lugareños que reclaman soluciones a los distintos problemas que enfrentan, también es célebremente conocida, por el número de accidente que allí ocurren y el despojos de las mercancías que sufren los vehículos siniestrados, como ocurrió el pasado 10 de noviembre del 2023, cuando se produjo un choque vial entre un camión que trasportaba productos de la reconocida marca de bebidas “Bavaria”, el cual fue objeto de los saqueadores lo que, posteriormente, arrojó la captura de dos personas vinculadas al robo de los productos del camión siniestrado.

No todas las veces el fin justifica los medios, y más aún, cuando nos apropiamos de las cosas que no son nuestras, dejando de lado auxiliar a los afectados, como máximo gesto de humanidad, por recoger elementos superficiales que en nada transforman nuestras vidas.

Nerio Luis Mejía