Opinión
Ascenso y caída de un reino

El departamento de la Guajira ha sido una tierra célebremente conocida por su belleza natural, el contraste de sus suelos como a la vez las leyendas de su gente, aquí florecieron las bonanzas marimberas y el contrabando, que cuentan historias de hombres valientes que resolvían sus diferencias mediante la palabra como símbolo de respeto y honor, a la cual no se debería faltar o de lo contrario las armas serían el juez, lo que llevó a la extinción de familias enteras en las mas absurdas y primitivas disputas.
Esta tierra que ha servido de inspiración para poetas, escritores, y compositores, donde sus historias han llegado a la pantalla chica, como también a las salas de cine, refleja una imagen distorsionada de las verdades que se viven en el suelo guajiro. Sus ciudades que en otrora fueron y siguen siendo reconocidas por su dinamismo comercial de ellas solo quedan los recuerdos, lo que una vez fue Maicao la ciudad donde los productos innovadores que se adquirían a un buen precio, traídos de Venezuela y de los puertos en la Alta guajira, mantiene sus arruinadas estructuras cerradas, por consecuencia de la crisis que vive nuestra vecina nación.
La Guajira es el reflejo de una obra macondiana donde ocurren historias inverosímiles, por cuenta de políticos corruptos, que sin tomarse el más mínimo trabajo en conocer sus municipios ejecutan proyectos que doblan en cantidad el número de ellos, con la más perversa intención de saquear el patrimonio público. Aquí todo parece detenido en el tiempo, “no en el de la bonanza”, si no en ese fiel recuadro que pinta a una sociedad que sufre los embates de la más penosa pobreza, solo basta con recorrer sus polvorientas vías y observar colegios en el más completo abandono, pero se construyen complejos deportivos que incluyen hasta piscinas olímpicas, es decir todo un mundo al revés, sin acceso al agua potable, pero al menos hay como bañarse en señal de refrescarse ante la ira que causa el despilfarro o a consecuencia del abrazador calor.
La Guajira, el departamento que se dio a conocer hace muchas décadas por su prosperidad comercial, entre el contrabando y la bonanza marimbera, hoy es célebremente conocida por todo lo contrario, cada vez que ocupa la portada de un importante diario cachaco es para referirse al hambre, a la sed y a la corrupción, a pesar de los ingentes esfuerzos por promocionar la belleza paisajística y la interacción con las comunidades nativas, nada cambia, sus principales zonas de playas y las coloridas aguas del mar Caribe dependen de la furia del rio ranchería, que muestra sus fuerzas decolorando el azul del mar, por un oscuro color del barro, en señal de reclamo que la Guajira no es solo brisa, sol, playa y mar, si no que hay un pueblo en su árido suelo que muere de hambre y sed.
La colorida época decembrina, que caracterizaba a “la comercial”, como se le conocía a Maicao, es el reflejo de la gran dependencia que teníamos de Venezuela y que hoy nos arrastra en una crisis, que oscurece a nuestros pueblos en esta triste y a la vez hermosa temporada y que, con el paso del tiempo, solo habitará en los recuerdos de quienes vivieron el ascenso y caída de un reino que inspiró al conocido novelista inmortalizando en el tiempo la tierra de hombres valientes y que hoy sucumbe, frente a la sed y al hambre por culpa de quienes ven en esta tierra de contrastes una oportunidad de saquear los recursos destinados para el desarrollo de su gente.
Nerio Luis Mejía
Sobre el autor

Nerio Luis Mejía
Pensamientos y Letras
Nerio Luis Mejía es un líder comunal, defensor de los Derechos Humanos, quien ha realizado de manera empírica un trabajo de investigación acerca de las causas que han propiciado -y siguen alimentando- el conflicto armado y social colombiano. Mediante sus escritos, contextualiza las realidades territoriales.
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