Opinión
Adolorido, nuevo modelo de salud de los maestros en Colombia

Este bien podría ser el nombre del nuevo sistema de salud o aseguramiento de los servicios de salud de los maestros oficiales de Colombia y sus beneficiarios. En el modelo anterior, sus operadores, ganadores de procesos licitatorios, generalmente amañados y con corrupción de por medio, en cada proceso cambiaban de nombre o siempre eran los mismos oferentes, actuando abiertamente en colusión, es decir, dos o más oferentes fuertes con sus redes de prestadores en conglomerados se unen para limitar o restringir el libre juego de mercado, restando posibilidad de acción a nuevos actores, y por ende, la libre competencia terminaba siendo vulnerada. Finalmente, el gobierno de turno terminaba adjudicando el contrato a los operadores de siempre.
Así se manejaba el asunto de la salud, de los maestros de colegios y escuelas públicas del país. La salud, como una mercancía más, de sus jugosas ganancias muchos mercaderes se beneficiaron los representantes ante el Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio (Fomag) sin excepción alguna, incluida la representación de los maestros (2) con voz y voto en la junta directiva, nombres entregados por la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación (Fecode).
Ahora bien, una vez asegurado el botín, esto es la contratación jugosa de los servicios de salud, los operadores se dedicaban a abusar de su posición dominante con la anuencia del gobierno, así ha sido desde la creación del Fomag[1], su objetivo, muy noble por cierto: garantizar recursos y condiciones a través de una cuenta especial de la nación, a fin de atender salud, pensiones y cesantías de todos los maestros y maestras del país.
Con estos recursos se crearía una cuenta especial, en condición de fiduciaria para manejarlos, Fiduciaria La Previsora o Fiduprevisora[2], es una Sociedad de Economía Mixta de carácter indirecto y del orden nacional, sometida al régimen de Empresa Industrial y Comercial del Estado, vinculada al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, vigilada por la Superintendencia Financiera de Colombia y con control fiscal reglamentado por la Contraloría General de la República.
A pesar de los permanentes reclamos de los maestros, cada licitación del servicio de salud magisterial se “blindaba” de los abusos a los operadores, nunca hubo mecanismos efectivos para hacer cumplir a cabalidad los contratos de servicios firmados, los maestros sentíamos que se burlaban de nosotros, por eso, cada paro ha estado marcado por los reclamos de un servicio de salud digno, oportuno, humano, efectivo.
Por aquellos tiempos, jamás aparecieron los medios masivos de comunicación a escuchar y amplificar nuestras quejas, Supersalud brillaba por su ausencia, tampoco el Ministerio Público (Procuraduría), mucho menos preocupaba esto a la dirigencia política de derechas (Uribismo, Conservadores, Liberales, Cambio Radical, Partido de la U., Partido Verde o Moir (hoy Dignidad), no podían hacerlo porque eran parte del gobierno, participaban en el negocio, en la corrupción, no podían levantar la voz de denuncia contra los malos servicios y la pésima atención en salud, sencillamente eran cómplices y participes.
La salud del sistema de salud magisterial es una calamidad y la reforma a sus servicios una urgencia manifiesta, impostergable, inaplazable, de vida o muerte. De las angustias, tormentos y pesares de los malos servicios, nadie se preocupaba, solamente los maestros y sus organizaciones gremiales tomaron la bandera de cambiar este perverso sistema de salud, clamor generalizado al estar la vida y la salud de por medio, siempre denunciamos con arengas en marchas, mítines y movilizaciones:
Sí no está bueno, ibuprofeno
Sí no camina, loratadina
Si sufre del corazón, acta defunción
Próxima cita, cuando se agote la lista
¿Y con el especialista?, la esperanza se marchita
¿Entrega de medicamentos? pendientes, de cada tres solo hay un
Autorización por cirugía, cuando la parca te sonría.
Se enfatiza que el sistema de salud del magisterio es un “régimen especial”, exceptuado de la ley 100, al igual que la fuerza pública, ampara más de 800 mil maestros y sus beneficiarios, en donde no existen preexistencias, periodos de carencias, copagos ni cuotas moderadoras; también es cierto, la significativa contribución mensual del maestro a su régimen de salud del 5% al Fomag, aporte nunca reflejado en buenos servicios, más grave aún, si a lo anterior se le suma la cuota parte del Estado que es nuestro patrono, el per cápita o pago por salud por maestro es más alto incluso que el régimen contributivo. En ese sentido, la salud del magisterio ha sido siempre especial especialmente caro, especialmente malo.
En ese orden de ideas, el único norte claro y camino a seguir ante esta encrucijada era exigir la reforma al sistema de salud del magisterio, de ahí la apuesta por cambios democráticos en la dirección del país, a través de las reformas de transformación, modernización y cambios sociales, políticas y económicos, por eso el magisterio apoyó y se unió a las propuestas de un pacto histórico, un nuevo pacto social bajo el liderazgo del presidente Gustavo Petro Urrego.
Por supuesto que el magisterio apoya el nuevo sistema de salud propuesto por el gobierno, no el envejecido modelo que opera actualmente como nuevo, lo que opera desde el 1° de mayo poco tiene de novedoso. Y esta decisión del cambio modelo en el servicio de salud es explicable, un gobierno aliado, concertado con Fecode, una junta directiva del Fomag del lado de los maestros, la conservación de régimen especial y la eliminación de la intermediación en la salud y el mejoramiento de las condiciones laborales, salariales y prestacionales de los profesionales de la salud.
También la posibilidad de que el maestro elija libremente su Ips., la ampliación de la red de operadores, sanciones a operadores que no cumplan integralmente el sistema, un sistema centrado en la prevención más no en la curación, eliminando el negocio de las enfermedades y fármacos que solo benefician a los mercaderes de la salud, salud ocupacional, etc., en definitiva, el nuevo modelo debe propender por una nueva arquitectura administrativa para el goce del servicio de salud de los maestros como derecho fundamental.
Nada de eso se vislumbra en el modelo recién implementado, reitero, el modelo de hoy no es ninguna novedad, es el viejo modelo sólo que más degradado, y muestra que el viejo sistema de salud se resiste a morir. Sus defensores utilizan todos los medios, vías y recursos para hacerlo fracasar y volver al pasado, caducado, ineficiente, inhumano, mercantilista. El sistema operante hoy no es un pilotaje del modelo propuesto en la reforma a la salud, aunque sus detractores así lo pregonan, sea esta oposición, medios de comunicación y financistas de la salud. El esperpento de sistema de salud operante es caótico, vetusto, en sus estertores, de allí su peligrosidad.
Sí el sistema de salud del magisterio es “especial” y anda tan supremamente mal, y sí el resto del sistema, subsidiado y contributivo, está aún peor, entonces la reforma a la salud no es un capricho del gobierno, es una necesidad apremiante, urgente, inaplazable en la sociedad colombiana. Sí sigue enfermo el sistema de salud de los maestros, entonces la enfermedad del sistema de salud en general está en cuidados intensivos. Con el caos reinante actualmente, los enemigos de la reforma al sistema de salud juegan a :
1. Desinformar, desacreditar y atacar al gobierno con la improvisación que hoy ronda, mostrando la contra-cara del sistema de salud, misma que el nuevo modelo busca corregir.
2. El caos reinante es la estrategia más contundente para debilitar la unidad del magisterio colombiano, la oposición juega con ello, sabe que el magisterio es un pilar fundamental del gobierno, que Fecode es el sindicato más grande del país, desde los tiempos de Alberto Alesina han buscado por todos los medios “quebrarle el espinazo a Fecode”, debilitándola, fraccionándola, rompiendo su unidad.
Finalizo con esto, compañero presidente, hay que ser fieles a sus aliados que han dado todo por construir día tras día el cambio en este país, por su gobierno, ahí estamos los maestros, organizaciones gloriosas y de lucha como Fecode, defendamos su unidad, se no ha dicho que estamos ante un sistema de salud de transición, pues resulta que la salud y la vida no tienen transición, no dan espera, en la medida que esa espera puede resultar dolorosa, dramática, tortuosa y en peor de los casos luctuosa. Por su puesto que esperábamos inconvenientes, fallas, inconsistencias, pero no a este nivel, sí requerimos de un nuevo modelo de salud, pero no así.
De igual manera, es prioritario avanzar en la prestación de los servicios de salud directamente por el Estado, por tanto, un primer paso que debe dar el gobierno es invertir, intervenir y recuperar la red de salud pública hospitalaria abandonada por la implementación a rajatabla del neoliberalismo a escala social. Es evidente el abandono de la red pública hospitalaria en la mayor parte del país. Con un historial tan oscuro, comprometedor y cuestionable: ¿cómo es posible que una entidad financiera y un funcionario como John Mauricio Marín, alfil opositor enquistado en el gobierno del cambio gerencie Fiduprevisora, responsable de la implementación del nuevo modelo de salud del magisterio? Asimismo, existen dudas sobre el talante, idoneidad y compromiso de funcionarios del Fomag a nivel nacional y regionales. Necesitamos funcionarios que funcionen, sean efectivos y comprometidos. Gobernar de la mano con los enemigos del cambio ha resultado demasiado costoso, son esquiroles, implosionan la transformación de la Nación desde sus posiciones estratégicas.
Gustavo A. Carreño Jiménez
Sobre el autor

Gustavo A. Carreño Jiménez
Desmitificando a la India Catalina
Economista, Universidad de Cartagena. Especialista en Gerencia de Proyectos, Universidad Piloto de Colombia (Bogotá). Magister en Desarrollo y Cultura de la Universidad Tecnológica de Bolívar. Investigador Cultural. Maestro de Ciencias Sociales Distrito de Cartagena de Indias.
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