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Conversaciones en la Casa de la Cultura de Río de Oro (Cesar)
El director de la Cultura de Río de Oro nos invita a su oficina. Entre máscaras alusivas a las Fiestas del 6 de enero y trofeos de la banda municipal –que adornan la sala–, Yesid Ramirez trabaja en un ambiente tranquilo (aunque siempre está yendo y viniendo con un paso apresurado, pensando en centenares de proyectos y responsabilidades).
Es un trabajo que requiere disponibilidad y entrega, nos explica, y al que se dedica con el mayor de los gustos, consciente de que, desde la Cultura, se ayuda a defender y promover la imagen y las costumbres de un pueblo.
Profesor de sociología y comunicación durante más de diez años en la Universidad Francisco Paula de Santander, en la vecina Ocaña, el gestor cultural ha sabido adaptarse a este nuevo reto con éxito. Prueba de ello está la distinción hecha a su labor en el encuentro de 25 municipios del Cesar en junio del 2013: un reconocimiento a su gerencia de puertas abiertas y de hechos concretos.
Hombre de logros, Yesid Ramírez mantiene una cercanía con todo el municipio. En la calle, jóvenes y mayores lo saludan con el título de “profe” y él responde siempre con un efusivo saludo, invitando a que pasen por su oficina para conversar sobre diversas iniciativas.
Entre sus grandes preocupaciones está la Escuela de música que registra más de 140 alumnos y a la que Yesid Ramírez quisiera convertir en un semillero de grandes profesionales. El reto está en mantener una disciplina férrea para que la caja, la guacharaca y el acordeón sigan enseñándose con una seriedad irreprochable.
Las Fiestas de Río de Oro –también conocidas como el desfile tradicional de disfraces–representan el otro gran orgullo del director de la Casa de la Cultura quien lucha por preservar su carácter popular y cercano.
En su oficina el director atesora algunas de las quinientas máscaras que llegan a verse en el desfile. Muchas de ellas hacen referencia al tigre (y la mítica matanza que se rememora en las fiestas), pero también se hallan otros animales misteriosos y alegres. El anfitrión nos invita a probar algunas de ellas, nos toma una serie de fotos y nos invita a compartirlas para que la magia de las máscaras siga perdurando mucho después de las fiestas.
Le preguntamos por la relación de Río de Oro con el Cesar y el Norte de Santander –es imposible esconder nuestro interés por el sentimiento que existe en este pueblo–, y el director nos responde enseguida que la gente se siente muy orgullosa de su identidad. “Somos orgullosos de que nos digan cesarenses”, subraya con una sonrisa.
Durante nuestra conversación, Yesid nos comunica algunas de sus preocupaciones. La primera tiene que ver con la conservación del patrimonio. Algunas casas claves del centro de Río de Oro, cerca del parque Francisco de Paula Santander, han sido reemplazadas por nuevas construcciones que borran la huella histórica de la ciudad. La segunda se refiere a los encuentros con los gestores culturales del departamento que, a su modo de ver, deberían ser más seguidos y responder a un proyecto cultural global y concreto para todo el departamento.
Antes de despedirnos, Yesid Ramírez nos recomienda pasearnos por el parque, tomar una buena “chicha” –la bebida típica del lugar– y nos invita a volver el 6 de enero: una fecha en la que Río de Oro se transforma. Desde luego, no hay nada como la hospitalidad riodorense.
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