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Los milagros de la Virgen del Rosario
En estos tiempos de Festival, las celebraciones de la Virgen del Rosario nos remiten a una de las leyendas más destacables de la historia de Valledupar. Esta “Fiesta del Milagro” combina elementos históricos, sociológicos y religiosos anclados en la tradición de la región.
Todo empieza el 27 de abril de 1582 cuando la hermosa india Francisca, casada con el indio Gregorio, se vio agredida por la esposa del hombre a quien servía: el portugués Antonio de Pereira. Ana de la Peña – así es como se llama la esposa– azotó a Francisca por las piernas y le cortó los cabellos en presencia de toda la servidumbre.
La humillación fue demasiado grande y, al recibir la noticia, el cacique Coroponiaimo, que residía en las afueras de Valledupar, decide vengarse y atacar la ciudad con el apoyo de los caciques Coroniaimo y Uniaimo.
Guerreros cariachiles, tupes, chimilas e ilotos inician el ataque en la noche del 27 de abril, incendiando por sorpresa todas las viviendas y el templo sagrado de la población cristiana, en las orillas del río Guatapurí.
En la ofensiva mueren los moradores, pero el templo se mantiene en pie. Los indios deciden redoblar de esfuerzos para acabar con él y, en ese momento concreto, es cuando se produce un primer milagro: entre las llamas, surge la Virgen del Rosario y, estirando su manto, logra detener las flechas incendiarias de los agresores y preservar el Templo.
Espantados por la aparición celestial, pero decididos a castigar a los españoles por su irreverencia, los indios se refugian en la laguna Sicarare y adonde deciden envenenar las aguas con barbascos. Su intención es organizar una emboscada y matar a los españoles quienes se han lanzado a su persecución.
Los soldados de la guardia española y el capuchino catequizador llegan a la laguna bajo el mando del capitán Antonio Suárez de Florez. Sedientos, se precipitan y beben del agua cayendo paulatinamente en un sopor mortal.
En aquel momento, cuando justamente los nativos se preparan para rematar a los españoles, la virgen vuelve a surgir arropada de un manto blanco y brillante. Su mirada se detiene en el sufrimiento de los españoles y, con la ayuda de un bastón, los toca uno a uno para devolverles la vida.
Tras este segundo milagro, los indígenas piensan en una alianza entre el cielo y los conquistadores. Se enfrentan valerosamente a la guardia española pero caen la mayoría de ellos.
El día 30 de abril, día de la ceremonia de Las Cargas, representa la muerte del capuchino catequizador, así como la de los Caciques Coroponiaimo y Coroniaimo.
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Anotación: También es llamada familiarmente “La Guaricha” vocablo con significado de mujer en edad de merecer en el karib antiguo.
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