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“El gestor cultural debe tener un amplio conocimiento de su región, su área o su sector”: Boris Serrano

María Ruth Mosquera

27/11/2018 - 07:40

 

“El gestor cultural debe tener un amplio conocimiento de su región, su área o su sector”: Boris Serrano

Son como quijotes. Sin armadura de acero, sin lanza y sin caballo Rocinante. No son de “algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”, pero sí hidalgos caballeros o damas aferrados a ideales que cumplen con los más altos índices de cortesía, coraje, generosidad, justicia y perseverancia. Tienen quizás un ‘Sancho Panza’ que los infunde alientos cuando estos les flaquean y de pronto una Dulcinea que les prodiga amor y les mantiene reverdecido el corazón y las furias de las pasiones por la vida. Y para ellos la vida es el arte.

Son porfiados y resistentes. Avanzan como las plantas adaptativas del Bosque Seco que emprender sus viajes de crecimiento tierra adentro, que bordean rocas y atraviesan troncos buscando agua que nutra sus raíces y les permita salir a la superficie, donde dan frutos y sombras a quien pueda de ellos beneficiarse.

Son personas cuyo quehacer pernocta en los procesos creativos. Viven mirando qué hay alrededor de la cultura y su estado del arte, buscado la forma de dinamizar, de perfeccionar, de conseguir un mejor estar, bien sea con procesos pedagógicos o bien mediante la consecución de circulación o puesta en servicio o en función de las comunidades esos procesos y productos.

Gestores culturales les llaman y están siempre siguiendo los senderos de la perfección, el ideal, el confort de los entornos de su sector; unos guerreros que están todo el tiempo procurando que en los diferentes procesos del arte y la cultura se generan exitosos procesos y resultados. Para ello, se adentran en la parte administrativa de todos los procesos creativos y allí edifican su hábitat.

PanoramaCultural.com.co conversó con uno de ellos para conocer de cerca su universo, sus gozos y congoja, sus paraísos e infiernos. Boris José Serrano Gómez es un maestro de arte dramático, con 28 años de experiencia como actor y gestor cultural. Se desempeñó como director de cultura departamental del Cesar, como Docente catedrático de la facultad de Bellas artes. Es actor y productor de extras, con participación en novelas como La Cacica, Diomedes El Cacique de la Junta. Fue actor en la película de Ciro Guerra, Los Viajes del Viento, entre otras. Creador y director de la fundación TEA (Teatro Estudio de Actores), que lleva 18 años dedicada a la gestión y formación de niños jóvenes y adultos. El país lo conoce como Pochorito Mimo Clown[i], donde hace gala del arte mudo, del teatro gestual. Han sido 20 años ya representando las realidades sociales y culturales del territorio, a través de la narración sin palabras.

Existen universidades, como la Nacional y de la de Antioquia, y centros educativos tecnológicos que ofrecen la carrera de Gestión Cultural; no obstante, muchos gestores culturales llegan a esta distinción de manera empírica, amén de los procesos que adelantan en favor de este sector.  

¿Qué características debe cumplir alguien para que sea llamado Gestor cultural?

El gestor cultural, primero, debe tener un amplio conocimiento de su región, su área o de su sector, debe tener un conocimiento que le permita saber qué existe y que no, en qué estado está, cómo poder trabajar, articular cosas con lo que existe y dónde hay que generar nuevos procesos, nuevas alternativas; en fin, debe ser una persona muy abierta y flexible porque tiene que estar jugando con pros y contras, con una serie de dificultades y negociaciones porque le toca ceder en algunos momentos, le toca cortar, debe tener la capacidad de negociación en cualquier horizonte que se le presente y, en ese sentido, pues la creatividad es fundamental. La creatividad en el tema de la gestión es la alternativa permanente que tiene que estar reinventando y negociando para poder hacer realidad los sueños.

 

¿Y cuáles serían los productos o escenarios para un gestor cultural?

Toda obra de arte empieza en un sueño, en un ideal, en ese intangible que se vuelve tangible en el momento que tiene el contacto con el público y cuando son algunas creaciones que generan elementos materiales; otras son tangibles en el momento, como cuando ves una obra de teatro, cuando escuchas una canción –cuando la grabas se vuelve otra cosa- igual que la danza, igual que el cine, el cine cuando lo grabas es otra cosa. En fin, el tema del gestor cultural tiene que ver con la sensibilidad también, que te duela el tema y fundamental el tema del emprendimiento, tienes que tener una visión emprendedora, porque la gestión cultural, más allá de todo, busca es cómo comercializar y cómo vender, y cómo desarrollar nuevos procesos y escenarios para la sociedad y los artistas, cómo sacarle provecho a cada una de esas creaciones artísticas.

¿Cómo llegó usted a convertirse en un gestor cultural?

Ha sido un proceso en el que sin darme cuenta me fui metiendo, por las necesidades de una política cultural. Cuando no existe eso, te toca guerrearla, te toca buscarla, te toca ser árbitro, pitarlo, cobrarlo y taparlo, y a veces toca ser hasta el balón. Entonces, en la medida en que uno va produciendo sus creaciones, hay que buscarles un mercado, tiene uno unos talleres, unos conocimientos, una información; hay que vivir del trabajo que uno hace, generar procesos, generar escenarios para poder compartir esos conocimientos.

Pero, ¿y la remuneración para esos servicios o productos culturales?

Obviamente, necesitan una remuneración, entonces ¿dónde puedo venderlos?  Ah, se los vendo a la administración, a la empresa privada, a los particulares. Empiezo a buscar esos mercados donde pudiera circular ese producto que yo como artista, como creador, estoy permanentemente generando.

Pero esa es una tarea muy difícil, ¿no?

En este mundo nuestro, caribeño, cesarense, valduparense, la cosa ha sido mucho más difícil porque hay algunos escenarios en los que es más fácil; por ejemplo, en la música, la persona que viene generando el papel de un gestor pudiera ser el manager que es quien le busca mercado al músico y es quien busca la manera de perfeccionarlo, o buscarle otros espectáculos, o cómo mejorar las puestas en escena, o cómo hacer mejores eventos para el público o mercado que él está satisfaciendo. En otras expresiones que son menos contundentes en la región, porque no es una región de actores, ni de cine, donde la gente creció escuchando música, por lo tanto, me atrevería a decir que el noventa por ciento es musical. Es una sociedad completamente entregada a la música y te pagan lo que sea por ver música, pero se les hace costosa una entrada de veinte mil pesos a teatro o a cine, o pagar por un cuadro un dinero determinado, dicen que ya eso es demasiado, botar la plata; en fin, hay una cantidad de cosas, pero ya eso obedece al tema de la educación, de la formación.

¿Es entonces un tema de perspectiva, valoración y de la conexión que se logre con la obra de arte, independientemente del área?

Hay gente que no tuvo la posibilidad de envolverse con el arte, pues no lo va a valorar de la misma manera que otra persona que sí desde sus raíces, desde su formación ha estado viendo, ha estado involucrada, ha disfrutado, conoce y siente todo lo que el arte le genera a nivel de su vida, su tranquilidad, su pensamiento, sus reflexiones, sus emociones; entonces, aquí ha tocado hacer de todo, hacer de tripas corazones. Es una sociedad muy tímida en ese tipo de cosas y uno tiene que guerreársela para buscar venderles las ideas, revendérselas a la gente, tratando de que ellos puedan entender un poquito esos escenarios, y mostrarles que pueden ser transversales dentro de sus políticas y metas y todo ese tipo de cosas que tienen que ver con lo social. Cómo el arte puede involucrarse y generarles mejores resultados a nivel pedagógico, de reflexión, de sensibilización. O sea, en muchos escenarios el arte tiene una función, de hecho, su esencia es completamente social porque el artista en un ser político, siempre está en función de una sociedad, de crear, de generar cosas.

¿Hay que mirarlo –entonces- en el prisma del ser político y sustentado sobre políticas públicas?

El ser político tiene que ver con el servicio al pueblo, el servicio al otro. Y uno cuando crea una obra simplemente está pensando en cómo hacer reflexionar a la gente, cómo generarle bienestar, alegría, tranquilidad, reflexiones; como contribuir a que se desarrollen y que haya escenarios de convivencia, paz, amor, gozo, y eso lo genera el arte, desde su gestación en el artista ya es una acción política. Entonces aquí no hemos tenido esa posibilidad realmente. En estos últimos años hemos estado tratando de generar una política pública en el tema cultural, que eso permite crear más unos escenarios que se respeten y que no se haga la voluntad o el criterio de cada político; cada persona que llega trae una visión completamente diferente en interpretación de arte y de las cosas, entonces no van acorde con las exigencias o las pretensiones que tenemos los artistas, porque tenemos unas visiones, unos sueños, unas metas que cumplir en las diferentes líneas y diferentes áreas, que cada una de las disciplinas del arte determina; entonces mientras eso no exista vamos a estar inmersos en la gestión.

¿Quiere decir que el gestor cultural termina siendo un ‘todero’?

Uno a veces hasta abandona su elemento creativo porque se dedica más a vender, a ver cómo levantas el sustento y cómo generas recursos, estabilidad con lo que has creado y dejas de producir otras cosas; no te dedicas netamente a crear. Entonces terminas siendo creador, actor, gestor, como ‘El Chavo del 8’, haciendo muchas cosas, cuando bien pudiese uno ser mucho más productivo en cada una de esas líneas porque te vas a dedicar, y a entregarle el ciento por ciento a ello. Uno como creador pudiera estar todo el tiempo leyendo, escribiendo, generando ideas, montando obras, pero te toca buscar cómo venderlas, entonces empiezan los lobbys, las citas, una cantidad de cosas para vendérselas a un sector o unos gremios, no solamente de la política sino de lo empresarial, porque la empresa privada tampoco ha generado esa dinámica de apoyo al arte como tal.

¿Y cómo es la construcción de estas alianzas gestores–aliados?

A pesar de que existen unas políticas a nivel nacional donde se les condonan impuestos y una cantidad de beneficios tributarios pueden beneficiarlos para que haya mejores resultados, tanto para el artista, como para la empresa con lo relacionado a la Responsabilidad Social Empresarial y todo lo que concierne a eso, pero no. Uno va y lo miran como si estuviera pidiendo, limosneando; es una mirada muy mezquina, no hay una mirada asociada, donde se diga: vamos a aportar y voy a engrandecer mi nombre como empresa en la comunidad y además voy a fortalecer aquí al artista y a lo que se está produciendo. En ese sentido no hay ese matrimonio, ese diálogo con la empresa privada; y con lo público, bueno, ya tú que has vivido algunas experiencias sabes que también funciona de esa manera.

Pochorito, el personaje de Boris Serrano  / Foto: Maríaruth Mosquera

Hablemos de lo bonito. ¿Cuáles han sido las mieles en este viaje cultural?

De las cosas más bacanas son las experiencias que a diario te enfrentan con la realidad porque como artista tú eres muy soñador y te creas unos mundos ajenos a la realidad; ajenos, no en el sentido comercial, porque uno lo que crea lo crea con el fundamento social; las creaciones de uno parten justamente de esas lecciones o esas reflexiones que la vida y los diferentes escenarios sociales le despiertan a uno y uno es una esponja que absorbe y genera unas respuestas a través de la creación, buscando espejos, reflexiones y todo lo que el arte implica dentro del proceso social y político.

¿Y cómo se ve la realidad del arte desde adentro?

Al estar en el campo de la gestión uno va conociendo como se está moviendo, qué intereses hay, cómo son las voluntades a nivel político y social; es como un termómetro porque dice si a la gente le gusta, no le gusta, consume este tipo de cosas, pero yo no produzco este tipo de cosas; la gente  a veces es muy facilista en temas de consumir algunas cosas en arte porque confunden; es no tener los conocimientos, la en ese universo, pues cualquier expresión para ellos es una expresión de arte y a veces carecen de mucho fundamento para poder alcanzar ese nombre, porque el arte tiene sus exigencias.

Un amigo me decía “el arte es elitista”, no en el sentido económico sino de su estética, de la reflexión, del privilegio; no todos tienen la posibilidad de acercarse a un libro, a una música, a una obra de teatro, un cuadro; si no tienes la sensibilidad no lo vas a ver nunca, podrá ser la mejor creación del universo, pero si no tienes la sensibilidad podrás pasar por los cuadro de los grandes (Picasso, Dalí…) para ti será un mamarracho más y podrías hasta corregirle el huevo que está derretido en la mesa si no tienes la sensibilidad de que esa es una creación y una propuesta. Entonces en ese sentido me refiero a lo privilegiado.

Ese efecto o sensibilización son entonces alimento para el gestor o artista

La idea es que toda la sociedad tenga la sensibilidad, sin que ello signifique que todos tengamos que ser artistas, pero sí que haya un alto porcentaje porque cuando garantizamos una sociedad abierta a las expresiones artísticas tenemos gente sensible que puede transformar y entender y convivir con los demás y eso es lo que fundamentalmente al arte ofrece en su inconsciencia, porque realmente a uno le nacen cosas que transforman sociedades. Eso es lo positivo. Lo mantiene a uno aterrizado en el contexto en que vive porque uno en su intento de gestionar se da cuenta hasta dónde la sociedad consume lo que uno y los demás artistas producen.

¿Y cuáles las hieles que deben beber los gestores culturales?

Es esa indiferencia, uno lucha y a veces discute y hasta se malentona de ver cómo se ignora o se desconoce todo lo que al arte ofrece o todo lo que un gestor cultural puede lograr a nivel social; eso parece no interesarles y ese tipo de reacciones generan mucha inconformidad, mucha impotencia, porque sientes que a veces eres un quijote en un desierto de rocas. Entonces, eso también es bastante delicado porque uno es muy sensible; uno deja de producir, de ensayar, de leer para irse a gestionar, para irle a vender al otro un mundo de ideas y un mundo ideal que uno crea para la sociedad, no para uno porque uno crea es para los demás.

¡Claro! Desestimula la falta de comprensión y receptividad

Cuando sientes que no hay eco, que no te respaldan, que no hay apoyo, que no entienden, porque  a veces no entienden; uno trata, pero a veces termina siendo el loquito de la ciudad o del momento porque tus ideas no calan, a veces o son  muy ambiciosas frente a las expectativas que ellos tienen, entonces uno se da cuenta que también a veces el nivel o la visión que tienen del arte no es la más elevada y uno está soñando con cosas, mientras uno se conforma con un escenario de 200 o 300 personas otros, de mi área por ejemplo, estamos aspirando a tener un teatro con capacidad para 300 mil personas para que la gente pueda ver un elenco de 40 actores en un escenario; o sea, yo me estoy imaginando otra cosa, pero para otros administradores, incluso para otras personas, 200 o 300 personas es un escenario suficiente para la ciudad. ¿Ves? Entonces ahí se encuentra uno con un tema de visión, de cómo visionas tu mundo, tu escenario artístico dentro del tema cultural.

Y en este contexto ¿cómo está la gestión cultural en el Caribe?

Aquí lo que hace falta es crear unas políticas. Aquí estamos completamente caídos porque no ha habido fundamentos. Si bien el Ministerio de Cultura y otras regiones se recomienda y han estado creando políticas, por ejemplo Medellín, Cali, Bogotá han generado políticas frente a diferentes áreas y han sido exitosas porque garantizan la estabilidad del sector, garantizan la planificación y esta tiene que ver desde las diferentes áreas o metas que cada una de las expresiones tiene, cómo crear nuevos semilleros, cómo poder a producir y a circular la gente que ya existe; entonces cada área de esas cómo formarlas y así en cada una de las disciplinas, en cine, en pintura, en danzas. Y yo no estoy hablando de los temas artísticos. Porque en el tema cultural entran otros elementos: las artesanías, lo patrimonial, lo gastronómico, todas esas cosas que tienen que ver con folclórico y las creaciones que cada uno hace y que no necesariamente llegan al escenario del arte, pero que tienen que ver con lo cultural. Entonces en ese sentido, nosotros en el Caribe estamos completamente limitados.

Creo que de las ciudades que más generan producciones –y tiene aún muchas limitaciones- son Barranquilla y Cartagena; sin embargo, con todas las fiestas y las gestiones que hacen no hay unas políticas trazadas. Los artistas en esencia no tienen presencia como tal. Los eventos que se hacen los hace gente de otros lados; es decir, se gestiona desde la ciudad unos empresarios que tienen dinero, pero el festival lo hace gente de todas partes del mundo, todos los eventos los hace gente de otros lados; no como la fiesta del 11 de noviembre en Cartagena que sí las hace la gente del pueblo y hasta hace dos años fue que pudieron rescatarla nuevamente.

Digamos que ese tema de la gestión cultural ha sido de poco interés para los políticos, que de una u otra manera tienen que meterle la ficha, y la desidia en que caen los artistas también porque ya cansados de estar chapaleando, tratando de lograr esos ideales y arañando, no encuentran eco y se echan también al ‘amanecerá y veremos’, con esa incertidumbre del día a día y no en esa búsqueda. Hay muy pocos gestores que se mueven en esa dinámica de crear políticas, que es lo que permite o nos da un paso agigantado para que la gestión cultural pueda ser mucho más fluida y los artistas y las nuevas generaciones puedan trascender con otros escenarios mucho más dinámicos que con los que nosotros hemos estado batallando durante todos estos años, que nos agota y sin embargo estamos allí y queremos fugarnos para otros lugares donde este tipo de etapas ya han sobrepasado. Me estoy refiriendo a otros países; uno con el anhelo de irse a buscar sus sueños porque siente que aquí el paso es completamente atollado, tiene un almizcle allí que no te deja avanzar y es la falta de una política que te permita fluir y no seguir agonizando frente a las necesidades y las creaciones que a diario uno está generando.

 

Mariaruth Mosquera

@Sherowiya

 

[i] Pochorito es un personaje que simboliza a un desplazado que llega a la ciudad se enfrenta a un mundo completamente nuevo; el citadino. Su crecimiento se nutrió de universo social y político desdibujado en la región, rodeado de mucho conflicto. Y fue creciendo en la medida en que el conflicto se agudizaba en la región; eso ayudó Boris a darle el fundamento psicológico a este personaje.

Pochorito transita por todos los escenarios sociales. No obstante, la realidad misma del conflicto le empañó el panorama y se volvió riesgoso para el personaje. Entonces su creador decidió mirar hacia otros horizontes, sin dejar de mirar lo social. Fue en ese momento cuando se encontró con otras cosas que podía narrar; se llenó de requisitos y se fue reconstruyendo desde otras ópticas, ponderando aspectos como el espectáculo y personaje cinematográfico. Empezó a crear guiones, storyboard y una cantidad de escenas y episodios que dibujan muy bien al personaje, que fue madurando dentro de todos los requisitos que requiere la construcción de un personaje. Entonces Pochorito deja de ser un personaje primario, como era inicialmente y adquiere una esencia más profunda y direccionada a un lenguaje exigente como el cine y el teatro en su esencia pura, dentro del origen y los contextos sociales. “En eso estoy. Ya estoy preparando algunas cosas para mostrar los primeros episodios con Pochorito y el espectáculo que estoy montado a nivel teatral también tiene que ver mucho con la esencia de lo que es el hombre vallenato, el campesino vallenato, desde la música, desde lo cultural, lo político. Pochorito ha estado madurando porque en los afanes de mostrar y querer estar a la vanguardia me estaba descuidando un poco de lo que era e perfil del personaje, el perfil psicológico y físico que influye mucho dentro de toda este lenguaje y lo que el personaje necesita transmitir para que pueda ser; de lo contrario sería otro personaje que a la vuelta dela página se olvida, y la idea es que sea perdurable en el tiempo, el folclor y la cultura nuestra.

 

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