Otras expresiones
La labor del gestor cultural
En su definición más sencilla, un gestor cultural es un mediador entre los artistas y el público. En una acepción más compleja, podría decirse que es un ingeniero estructural que se encarga de diseñar, analizar y construir puentes entre el arte y la sociedad para generar desarrollo sociocultural. En esa mediación o articulación que logra en su trabajo diario, el gestor cultural es responsable de que la oferta o el contacto de la comunidad con las artes, se dé en la forma y en el contexto adecuado.
Aunque las características de un gestor cultural son tan variadas como pueden ser sus definiciones, y esto depende en gran medida del lugar en donde desarrolle su gestión, éste debe sobre todo tener conocimiento de causa, es decir; saber interesarse por nutrir sus conocimientos sobre el arte o la manifestación cultural que promueve y del territorio en el que lo hace. De esa forma podrá tener las herramientas para valorar e interpretar dicha práctica. Entre otras características que lo distinguen están, la organización, la eficiencia y la eficacia, la empatía, la flexibilidad porque debe convertirse en un negociador y, por supuesto, una gran capacidad de gestión y trabajo para emprender cada proyecto.
Además de apasionarse por todo ese cumulo de cualidades distintivas, espirituales, materiales, intelectuales y afectivas que distinguen a un grupo social definido como ‘cultura’ en la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales de la UNESCO en México en el año 1982, y de preocuparse por generar espacios de acceso a las artes, por la conservación de los modos de vida, las creencias y las tradiciones de los pueblos, el gestor cultural debe saber que es un garante de los Derechos Humanos, puesto que la cultura es un derecho inherente al individuo y por lo tanto, todo ciudadano necesita de ella para vivir dignamente.
Sus misiones también suelen ser múltiples y cambiantes: estar al tanto de las tendencias del acontecer cultural local, nacional y ojalá, mundial; proponer una agenda de eventos y procesos en los que su figura es esencial desde la concepción hasta la finalización de los mismos y, además, asegurarse que estos tengan la suficiente difusión; convertirse en un mago administrador para llevar bien las finanzas del proyecto, ya que generalmente el presupuesto es limitado. Pero, de manera particular, un gestor cultural debe tener presente que su labor es transformadora; en sus manos y en la rigurosidad que logre imprimir en su trabajo, comentan algunos gestores culturales consultados, está el éxito de su labor.
Pese a que la figura del gestor cultural es tan antigua como el inicio mismo de las artes, su reconocimiento como profesión y como artífice de la divulgación y apropiación del arte y la cultura, carece de institucionalidad en Colombia; hace falta fortalecer su imagen para que genere los méritos y la validez que desde su campo puede aportar a la transformación social. A propósito, el periodista Humberto Carrillo Mindiola opina que esto se debe a la “falta la reglamentación o consideración de la gestión cultural como una profesión, más que como un oficio. Una consideración académica y formal de que es un profesional que merece respeto y valoración por parte del Estado, la empresa privada, la comunidad y del mismo gremio”.
Al menos, en el plano nacional, esa desafección se debe, en buena medida a que la conceptualización de la gestión cultural es nueva en Colombia. Muchos ciudadanos desconocen la trascendencia de dicho quehacer en la sociedad, no porque se nieguen a reconocerlo, más bien porque no han tenido información sobre el tema, por la poca o nula comprensión del oficio o simplemente porque esa oferta de posibilidades y descubrimiento cultural no se ha acentuado en sus entornos, como en el caso de Víctor Calderón y Juan David Tarifa, dos jóvenes de 26 y 24 años, residentes en Valledupar, recientemente titulados como tecnólogos en Análisis y Desarrollo de Sistemas de Información del Sena que parcamente han tenido contacto con una biblioteca.
En el plano local, las personas o entidades que se le han medido a desarrollar ese rol, se enfrentan a situaciones insólitas que generalmente, se ven superadas por la osadía y la determinación con que ejercen su labor a pesar de las falencias y limitaciones que puedan tener. Marianne Sagbini, artista plástica, docente universitaria y gestora cultural, explica que “la ocupación del gestor cultural, como disciplina o especialidad es relativamente nueva, porque por lo menos en nuestro medio, muchos gestores son empíricos y el campo o área de trabajo está más direccionado hacia la parte folklórica o de artistas de naturaleza empírica, lo que deja al descubierto que faltan gestores integrales y esto se manifiesta en la poca formación de públicos, en los circuitos que alimentan las disciplinas que son de alta calidad en campos de la creatividad y de las artes que son clasificadas como disciplinas superiores”.
Samny Sarabia
@SarabiaSamny
3 Comentarios
Excelente texto. La figura del gestor cultural aunque ha venido ganando espacios en el ámbito cultural, en lo laboral aún hay mucha tela que cortar, porque a su se le resta mucha importancia, además no es un tema fuerte en la agenda política de muchos mandatarios. Bendiciones.
El artículo es excepcional. El papel de un gestor cultural en una región rica en cultura en cada esquina es esencial por diversas razones positivas, una de las cuales es elevar aún más la dignidad de nuestra cultura vallenata.
Excelente, es la realidad
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