Otras expresiones
Los pendones que avivan la ciudad de Valledupar
Desde el primero de septiembre, los monumentos más representativos de la capital del Cesar han roto con el silencio que los envuelve habitualmente. Sus rostros han salido a la calle para reivindicarse y lo han hecho con un festival de colores.
Los pendones que desvelan y afirman la hermosura del patrimonio cultural de Valledupar no son una novedad. Hace algunos años que han empezado a exhibirse en pleno mes de septiembre –el mes en el que se celebra oficialmente el patrimonio–, y siempre que lo hacen, suscitan las mejores impresiones.
La casa de bahareque, los callejones, las fachadas de diversos edificios, las puertas o patios de distintas casas coloniales, los balcones más emblemáticos. Todos estos detalles que, normalmente pasan desapercibidos, adoptan de repente una dimensión honorable y seductora.
Y es que la ciudad de Valledupar tiene mucho que enseñar, mucho para divulgar. Su centro histórico está plagado de tesoros arquitectónicos, lugares para sentir la esencia vallenata, indagar en su historia. Todos ellos se merecen una fotografía o una visita, ser respetados por sus vecinos y admirados por los turistas.
Desde que en el año 2009 Annie Marshall –arquitectura y directora ejecutiva de la Fundación AVIVA– tuvo la idea de estampar la belleza del centro histórico en unos pendones y diseminarlos a lo largo de la ciudad, el efecto ha ido creciendo.
En aquel año empezaron con 25 pendones. Financiaron la impresión de cada uno gracias a la participación de los vecinos y habitantes concienzudos que supieron reconocer la valía de esta iniciativa.
Hoy, sin embargo, el proyecto ha superado los 40 pendones y no se descarta imprimir más para alcanzar ciertas zonas del centro. La idea es concienciar y lucir los más bellos atuendos del patrimonio para que la gente se ilusione con ello y empiece a valorarlo.
La directora de la Fundación AVIVA, Alba Luz Luque-Lommel, explica que la idea de los pendones ha tenido tanto éxito que otras ciudades de Colombia (como Santa Marta) están replicándola.
Los comentarios recabados en las calles del centro confirman estas impresiones. Rafael y María, dos jóvenes estudiantes de la UDES, consideran que los pendones son una muy buena idea ya que pueden ayudar los ciudadanos a familiarizarse con lo que tienen en su barrio.
Yuleidis, una señora que trabaja en el centro, sostiene que la idea es de muy buen gusto y que, con la ayuda de la alcaldía, “debería extenderse a todas las calles y esquinas del pueblo”.
De todos los entrevistados, Francisco Andrés –un joven estudiante de 19 años– es el único que no había visto los carteles. Al enseñárselos, los ojos se le abrieron con un aire pasmado: “¿Y eso se encuentra en Valledupar?”, exclamó señalando la casita de bahareque.
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