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Un homenaje a un maestro de la gastronomía vallenata
Rafael Eduardo de la Hoz. Su nombre suena en las memorias de quienes frecuentaron el Club Valledupar durante años. Él fue uno de los Chefs más destacados de esta prestigiosa entidad y con sus habilidades consiguió cautivar los paladares de un público vallenato innumerable.
Esta semana, su nombre volvió a sonar. Quizás con más fuerza. Y no fue por casualidad, sino debido a la noble tarea iniciada por la Fundación AVIVA en Valledupar de rescatar las costumbres y memorias del Viejo Valle de Upar.
En el marco del foro sobre la gastronomía organizado en la Escuela de Bellas Artes –junto con el Banco de la República–, el gran Chef apareció exultante y, tras los discursos del alcalde Freddy Socarrás y del presidente de la Cámara de Comercio, José Luis Urón, recibió un reconocimiento de parte de los organizadores del evento.
La emoción fue inmensa y en el rostro de Rafael Eduardo de la Hoz sólo había espacio para la alegría. Sentado en la primera fila, los periodistas vinieron a su encuentro para inmortalizarlo con su bandeja de plata en las manos.
Fueron unos minutos en los que la historia gastronómica de Valledupar volvió a la primera línea, premiando a sus mayores artistas, sus personalidades más entregadas, y celebrándolo en un acto inédito.
Rafael Eduardo de la Hoz llegó a la ciudad de Valledupar con sólo 20 años y, desde ese momento, emprendió el camino tortuoso de la gastronomía vallenata. Primero como auxiliar de cocina, y luego posicionándose en los lugares más selectos de la región.
Fue un cocinero empírico que supo explorar el mundo de los sabores y los matices. Su esfuerzo constante y la investigación le permitieron convertir cada estreno de carta en un momento importante y dieron a Valledupar una dimensión gastronómica más sofisticada.
En un discurso leído por el periodista Limedes Molina, el Chef expresó su alegría y satisfacción, y describió el sentimiento de profesionalismo que lo acompañó a lo largo de todos estos años dedicados a la gastronomía. “Este reconocimiento me llena de regocijo –expresó– y alimenta ese sentimiento del deber cumplido”.
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