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Un viaje al centro del conflicto armado en Colombia

El ejercicio de la memoria no puede esperar el fin del conflicto armado. Con esa idea se inauguró oficialmente el Centro de memoria el pasado miércoles 12 de diciembre del 2012 en la Biblioteca Rafael Carrillo.

En la tercera planta del edificio, lo “que nunca debió ocurrir” ocupa un espacio destacado. Todo aquí converge en una dirección: recordar la infamia para que no vuelva a suceder, y honorar a las miles de víctimas anónimas del Cesar.

En este contexto, las instalaciones responden con creces al propósito. La tecnología más atractiva y eficiente sirve los objetivos de un museo moderno no solamente centrado en el texto, sino también en la imagen y el sonido.

Así es como descubrimos en su interior una sala de reuniones donde una pregunta escrita en una pared resalta a la vista: ¿Qué es bueno pa´ la memoria?”. La respuesta se hace intuir: el espacio, la palabra, el soporte material, el encuentro, el esfuerzo colectivo, la emoción y la expresión.

Pero esto sólo es un entrante. En una segunda sala, descubrimos el tesoro recopilado durante los últimos 3 años por los integrantes de la Corporación Grupo de Memoria del Cesar y distintas fundaciones del departamento: centenares y miles de archivos al alcance del gran público gracias a modernas herramientas.

Entre todas ellas sobresale el mapa del Cesar plasmado en una pantalla táctil enorme. Es la columna vertebral de este espacio didáctico. Con ella, viajar a los escenarios más inesperados del conflicto es posible. Sólo basta hacer un simple gesto de la mano para acceder a miles de testimonios audiovisuales y escritos que retratan los peores momentos del horror.

La inversión ha sido importante, es innegable. Al lado de esa pantalla de última tecnología, otra pared expone unas canciones con diversos mensajes. Es el espacio dedicado a la música como forma de recordar el dolor y la angustia. En esa pared se apilan centenares de letras.

La luz también juega un papel importante. Tamizada y situada en lugares estratégicos, es uno de los elementos que más contribuyen a un ambiente de reflexión y de escucha, de concentración y comprensión.

Como bien lo describió Orlando Carreño en su presentación emotiva, este museo es el testimonio de tres años de trabajo intenso. Un lugar para descubrir lo que sucedió en el mismo pueblo, en casa del vecino o del pueblo de enfrente.

Pero, mucho más que un viaje al pasado, el Centro de Memoria del Conflicto representa también la primera piedra de un ambicioso proyecto de participación ciudadana para construir la paz de mañana y rendir homenaje a las víctimas. Aquí debe iniciarse el gran esfuerzo para que la memoria sea activa y continua.

Un reto enorme, pero que vale la pena.

Johari Gautier Carmona