Patrimonio

El legado tejido en metal: Liliana, Lida y el arte de la filigrana momposina

Kenia Parody

31/03/2025 - 05:30

 

El legado tejido en metal: Liliana, Lida y el arte de la filigrana momposina
Liliana Herrera y Lida Herrera, las primeras mujeres en su linaje dedicadas al arte de la filigrana en Mompox / Fotos: Kenia Parody

 

En la pequeña y mágica Mompox, donde el tiempo parece haberse detenido entre callejuelas coloniales y el implacable río Magdalena, dos hermanas han forjado un camino de oro y plata en la historia de la filigrana. Liliana Herrera y Lida Herrera, quinta generación de orfebres y las primeras mujeres en su linaje dedicadas a este arte, han transformado la tradición en una pasión de vida. Para Liliana la filigrana es más que un oficio: "Nosotras este arte lo teníamos como que, en el ADN, ya es la forma como vivimos la vida desde que nacimos" asegura. Esta frase de Liliana Herrera no sólo describe su conexión con la filigrana, sino que también revela la esencia de una tradición. Desde su taller, ubicado en la histórica Calle Real del Medio, estas dos mujeres no solo crean joyas, sino que también mantienen viva una tradición ancestral. 

La filigrana Momposina es un arte heredado de la conquista española, con influencias árabes y aborígenes que se fusionaron en la joyería Momposina. Con sus finos hilos de metal entrelazados, esta técnica se ha mantenido viva por generaciones, resistiendo el paso del tiempo y la modernidad. 

Como muchas familias Momposinas, la filigrana ha sido el eje central en la vida de la familia Herrera Romero. Liliana y Lida son herederas de este legado, y su historia familiar se entrelaza con la de este arte. Lida recuerda cómo la joyería siempre ha sido parte de su vida. Ella afirma: "Nosotras nacimos en un taller de joyería, porque antes los talleres de joyería estaban en las casas, ahora están fuera, están en locales, pero antes estaban en las casas". Liliana y Lida recuerdan cómo su infancia transcurrió entre mesas de trabajo y herramientas, un ambiente que despertó su curiosidad y pasión por la orfebrería. Su padre, Luis Herrera Acosta, trabajaba exclusivamente con oro, un metal que en su tiempo era la base de la orfebrería en Mompox.

Desde pequeñas, observaron con fascinación cómo las manos de su padre moldeaban el metal en piezas de una belleza única. Sin embargo, en un principio, él se resistía a enseñarles el oficio. "Nosotras éramos niñas en un mundo de hombres", cuenta Lida. "Mi papá nos sacaba de la mesa de trabajo porque no quería que estuviéramos ahí, mi papá no quería enseñarnos por ser mujeres, pero al final, el arte nos encontró a nosotras", recuerda Liliana, evocando la resistencia inicial de su padre y el amor inquebrantable que hoy las une a este oficio, y ambas, a escondidas, comenzaron a aprender viendo y practicando cuando nadie las observaba.

A pesar de las dificultades iniciales con su padre, su madre jugó un papel clave en su formación, no desde el taller, sino desde la visión comercial. Su madre, Magali Romero, fue pionera en la comercialización de la filigrana, abriendo una de las primeras joyerías de plata en el centro del municipio. "Mi mamá era la emprendedora, la visionaria", explica Liliana. "Fue ella quien nos enseñó que el arte no solo se hace, sino que también se vende" añade.

La vida llevó a estas dos hermanas por caminos universitarios distintos, pero el arte de la joyería siempre las encontró. Liliana estudió Administración de Empresas y Lida Ingeniería de Sistemas, ambas en la Universidad de Cartagena, pero nunca dejaron atrás sus raíces. Ambas regresaron a su Mompox natal para dedicarse al arte de la filigrana. "La carrera se metió más entre nuestra vida que nosotras en la vida de ellas", explica Liliana. Para ellas, la filigrana es más que un oficio, es una forma de vida, una herencia que llevan en la sangre. "Al graduarnos pensamos en abrir un restaurante, pero nos dimos cuenta de que nuestra pasión siempre fue la filigrana", cuenta Lida. Asumir el negocio familiar no fue una decisión inmediata, pero con el tiempo comprendieron que ese era su verdadero destino. 

Liliana y Lida trabajaron durante muchos años en el taller de sus padres, aprendiendo cada técnica y proceso desde la base. Sin embargo, con el paso del tiempo, sintieron la necesidad de emprender su propio camino. Con los ahorros que habían acumulado durante años, decidieron dar el salto y fundar su propia joyería. El 16 de junio de 2007 se constituyó legalmente Joyería L & L. Alquilaron un pequeño local y comenzaron con apenas unas cuantas herramientas. Durante el primer año, ellas mismas diseñaban y producían las piezas, pero pronto se dieron cuenta de que la demanda crecía más rápido de lo esperado. "Al principio éramos solo nosotras dos, pero en poco tiempo ya no dábamos abasto con los pedidos", recuerda Liliana. Fue entonces cuando decidieron contratar a sus primeros ayudantes, dos jóvenes aprendices que hoy en día siguen siendo parte del equipo.

Con el tiempo, su taller creció y se convirtió en un referente en Mompox. Hoy, L & L cuenta con dos sedes y un equipo de 22 personas, manteniendo viva la tradición de la filigrana mientras se proyecta hacia el futuro.

Cada pieza que sale de su taller es el resultado de un cuidadoso proceso que han perfeccionado con los años, combinando tradición e innovación. La creación de una pieza de filigrana es un proceso meticuloso que requiere habilidad y paciencia. Todo comienza con la idea del diseño, seguido de la preparación del material, la fundición del metal y el trefilado para obtener los hilos finos que dan forma a las joyas. Es decir, el trabajo de la filigrana inicia con la imaginación de un diseño, que algunos plasman en papel y otros crean directamente en su mente. Luego, el metal plata u oro se funde y se lamina hasta convertirlo en hilos finos. Estos hilos se moldean, se entrelazan con precisión y se soldan con mucho cuidado. "Cada pieza lleva impregnada nuestra dedicación y hasta nuestros sentimientos", explica Liliana. Dependiendo de la complejidad del diseño, una joya puede tardar desde un día hasta tres meses en completarse.

Cada pieza es única, elaborada con técnicas ancestrales que Liliana y Lida han perfeccionado a lo largo de los años. Utilizan plata de la más alta calidad, proveniente de minas locales, y han innovado en sus diseños, incorporando nuevas técnicas y estilos sin perder la esencia tradicional de la filigrana Momposina. Liliana y Lida han sabido innovar en sus diseños. En el tiempo pasado, la filigrana se limitaba a formas planas de mariposas y flores. Hoy, sus piezas tienen volumen, texturas variadas y combinan diferentes rellenos típicos de la filigrana. "Antes usaban solo un tipo de relleno, ahora mezclamos hasta tres en una sola pieza", dice Lida.

Otro cambio significativo que ha aplicado Liliana y Lida ha sido la eliminación de sustancias tóxicas en la producción. Tradicionalmente, se utilizaban ácidos peligrosos como el cianuro de potasio, que afectan la salud de los joyeros. Ahora, en su taller emplean métodos ecológicos, como el uso de ácido cítrico, que es menos agresivo para el ambiente y la salud.

El camino de Liliana y Lida no ha estado exento de desafíos. Desde la resistencia inicial de su padre hasta la competencia desleal de quienes venden filigrana a precios bajos sin considerar el valor del trabajo artesanal. "La gente no siempre entiende el esfuerzo que hay detrás de cada pieza", afirman. A pesar de ello, han logrado posicionar su marca y la de otros orfebres a través de la asociación de joyeros de la que Liliana es presidenta. Además, participan activamente en la enseñanza del oficio, ofreciendo talleres a jóvenes y turistas. "Queremos que la filigrana de Mompox trascienda fronteras y tenga el reconocimiento que merece", dice Liliana.

En cuanto al futuro, ven la tecnología como una aliada. La pandemia de 2020 les enseñó la importancia del comercio digital y de las redes sociales para la venta y promoción de sus piezas. Hoy, trabajan en la obtención de la denominación de origen para la filigrana Momposina, lo que garantizaría su autenticidad y prestigio a nivel internacional. "Nuestra meta es seguir compartiendo este arte, que no se pierda y que cada pieza siga contando historias", concluyen. En sus manos, la filigrana no es solo una técnica, es un legado vivo que sigue brillando en el corazón de Mompox.

 

Kenia Parody 

Acerca de este artículo: este artículo es producto de la asignatura "Periodismo Cultural", integrada en el programa de Gestión Cultural y Comunicativa, Universidad Nacional de Colombia, Sede de La Paz

 

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