Patrimonio

Las fortificaciones de Santa Marta: vestigios arquitectónicos de la colonia

Álvaro Ospino Valiente

04/05/2023 - 00:08

 

Las fortificaciones de Santa Marta: vestigios arquitectónicos de la colonia
El fuerte de San Fernando en Santa Marta / Imagen extraída de Youtube.

El mar Caribe fue el escenario de los acontecimientos políticos y militares que se dieron a partir del descubrimiento de América por parte de los europeos, y perduraron casi 300 años. El dominio ejercido en los territorios del Nuevo Mundo por la corona española y la actividad comercial monopolizada con la creación de la Casa de Contratación de Sevilla en 1503. A continuación, se inicia unos de los períodos de pillaje y saqueo más sangrientos de la historia del Caribe.

En un principio, el pillaje era una empresa particular de los ladrones de mar; luego, eran motivados por las naciones enemigas de España. Desde 1566 y hasta principios del siglo XVIII, la corona española monopolizó el tráfico comercial entre España y América, a través de las rutas de los galeones o flotas mercantes custodiadas por embarcaciones de guerra.

La preocupación más importante de la corona española a lo largo de su administración en el Nuevo Mundo, fue defender sus posesiones territoriales. Las presiones externas de otras naciones en apoderarse del monopolio económico, como Inglaterra, Francia y Holanda, y un poco la desidia y el vacío de poder en algunas zonas geográficas, fueron los elementos para una política colonial de estas naciones, que, utilizándolas como base para su comercio, iniciaron una expansión permitiéndoles finalmente el control de cierta área.

La primera medida de la corona fue definir los puntos estratégicos de ingreso a los virreinatos y gobernaciones, también claves para su actividad comercial; denominándoles "llaves de los dominios en el Nuevo Mundo", política y militarmente vital en la conservación de sus territorios, de aquí, su mayor preocupación en dotarlas con proyectos de fortificación y atender su manutención de pertrechos y tropas. Es así, como Cuba fue la "Llave al antemural de las Indias", Puerto Rico la "Llave de la Antillas" y en tierra firme, Cartagena de Indias la "Llave de Indias del Perú".

El afán de la Corona española por asegurar sus territorios en esta área, dio como resultado un conglomerado de obras defensivas, que hoy conocemos como las fortificaciones del Caribe, que integran otras de las naciones enemigas de la época, entre ellas las ubicadas en islas de posesión inglesa, francesa y holandesa. En la ciudad de Santa Marta (República de Colombia), se erigieron durante sus primeros tres siglos de existencia las siguientes fortificaciones: Casa-fuerte de García de Lerma (1530), Casa-fuerte de Bonda (1536, 1572), fuerte de San Juan de las Matas (1602), fuerte de San Vicente (1644), fuerte de Nuestra Señora de la Caridad o de Betin (1663), fuerte de San Antonio (1719), fuerte de San Fernando (1725) y fuerte de la isla del Morro (1739, 1762, 1778).

El Esquema Defensivo de Santa Marta en el Siglo XVI.

La ciudad de Santa Marta tuvo una significación propia y destacada en la conquista de los territorios recién descubiertos de Tierra Firme, desde su fundación se convertiría en punto de partida de las primeras expediciones hacia el interior de los territorios y que marcaron su realidad histórica.

Las empresas aventureras de los primeros conquistadores llegados a esta región se caracterizaron por el afán de depredación del metal en las sementeras indígenas, quienes respondieron con una tenaz resistencia. Durante este siglo, Santa Marta se caracterizó por estar en medio de dos conflictos; por un lado, los feroces ataques indígenas hacia el naciente y los primeros brotes de piratería hacia el poniente. Después de algunos intentos de construir algún tipo de defensa con materiales inestables, se realiza la "Casa del Rey', obra del gobernador García de Lerma en 1529, para guarecerse de las arremetidas de los nativos y los territorios de los indios Bandas, el gobernador Luís de Rojas, levanta en 1572, una torre-fuerte como "aloxamiento" para socorrerse de las persecuciones indígenas.

La primera fue destruida por los temporales debido a su mala fábrica y la segunda la demolió el gobernador Lope de Orozco en 1580, al hacer la paz con los bandas. En la segunda mitad del siglo XVI, la ciudad fue azotada varias veces por piratas ingleses y franceses, motivados por la codicia, más no por acciones políticas. Al concluir este siglo, la ciudad queda sin fortalezas.

Esquema defensivo de Santa Marta en la segunda mitad del siglo XVI

La historia de Santa Marta se inicia en medio de dos enemigos. Por el mar Caribe, las primeras manifestaciones de la piratería francesa con Robert Baal, Jaques de Sores y Martín Cote; luego los ingleses John Hawkins y Francis Drake. Por tierra la hostil resistencia de los Bondas.

El Esquema Defensivo de Santa Marta en el Siglo XVII.

Abriendo este siglo, se realiza la primera obra de fortificación en la playa por las reiteradas incursiones enemigas. El capitán Juan Guiral Belón construye el Fuerte San Juan de las Matas en 1602, cuya traza corresponde al "hábito de la encomienda de San Juan". Abrigada a esta fortaleza estuvo la ciudad por más de treinta años, dotada de una exigua artillería, municiones y armas en mal estado, sumada a la escasa guarnición asignada a la ciudad.

El gobernador Vicente de los Reyes Villalobos, en 1644, con la ayuda de esclavos e indios, levanta una plataforma artillada, con el nombre de San Vicente, un poco más al norte del San Juan de las Matas en la playa samaria; para entonces los navíos españoles de alguna manera tocaban fondo en el puerto samario.

Pero, es en la mitad de este siglo donde acontecen dos grandes hechos que marcarían para siempre el destino de esta ciudad y frustraría sus aspiraciones en convertirse en puerto clave dentro de andamiaje comercial de la Corona: primero la construcción del Canal del Dique en 1649, obra que facilitaría la comunicación de Cartagena con el resto de los territorios y, segundo, la destrucción de la ciudad por el vicealmirante inglés William Goodson que obligó a emigrar de la ciudad a numerosas familias con algún poder económico, incidiendo de alguna forma en su desarrollo y urbano. 

Esquema defensivo de Santa Marta en la primera mitad del siglo XVII

Mermada la insurrección indígena en los territorios internos, la mayor preocupación de las autoridades samarias fue la guerrilla marítima, es por eso que se inician las construcciones de las fortificaciones de la playa con los fuertes de San Juan de las Matas y de San Vicente.

Un proyecto presentado al rey de España Felipe IV, por el capitán Sebastián Fernández de Gamboa en 1660 de haberse aprobado hubiera revolucionado el sistema defensivo de la ciudad. Se trata de un frente abaluartado, dotado de las obras indispensables y en particular las recomendaciones para restablecer la normalidad en Santa Marta.

Esquema defensivo de Santa Marta en la segunda mitad del siglo XVII

Mientras Cartagena tomaba ventaja comercial en el andamiaje comercial español, Santa Marta se debatía en la extrema pobreza y ruina, causada por la destrucción de William Goodson. Para esa época se allana el cerro y se acomoda el fuerte de Betín que defendería el acceso a la bahía entre El Morro y El Morrito.

La ciudad vivía sumida en la pobreza, acosada por innumerables problemas aún no se recuperaba del ataque de Goodson. Para tomar medidas de seguridad, en 1663, el ingeniero militar Juan Betín, a la sazón gobernador interino, construye una explanada en la punta donde termina las Abras de Santa Ana y que hoy lleva su nombre, al que llamó Nuestra Señora de la Caridad, igualmente le realiza obras de refuerzos a los fuertes de San Vicente y San Juan de las Matas. Asimismo, el ingeniero militar Francisco Ficardo, ejecuta una ampliación óptima al fuerte de San Vicente, dotándolo de un cerramiento, foso, cuarteles y garita. En los años de 1679, 1680 Y 1681, sucedieron varias incursiones que fueron recordadas como el Enemigo de las Abras de Santa Ana, Enemigo de San Juan y Enemigo de San Miguel, que incidieron en algunas medidas durante el siglo siguiente. Al cerrar esta centuria, Santa Marta queda con un esquema defensivo escueto e ineficaz.

Vista aérea de los vestigios del fuerte de la isla del Morro / Imagen extraída de Youtube

El Esquema defensivo de Santa Marta en el siglo XVIII.

Abre esta centuria con una delicada situación con el enfrentamiento con Inglaterra empeñada en desbaratar el poderío español, basándose en la barbarie y excusándose en pretextos políticos, económicos y religiosos.

La situación de Santa Marta no mejoraba, en los primeros años de este siglo a pesar de la paz el peligro no se alejaba, frecuentemente se presentaban por estas costas naves contrabandistas, tripuladas por trásfugas. Por lo tanto, los primeros gobernadores, hicieron algunos refuerzos a las fortalezas de la playa, justo para una corta y débil defensa por fortuna todo transcurrió con una aparente tranquilidad.

Esquema defensivo de Santa Marta en la primera mitad del siglo XVIII

A partir del primer cuarto del siglo XVIII, Santa Marta amplía su esquema defensivo, construyendo el fuerte de San Fernando a las afuera de la ciudad y en los cerros hacia el norte, el fuerte de San Antonio para taponar la vía donde el enemigo sorprendió a finales del siglo pasado.

Por motivos de las incursiones enemigas a finales del siglo pasado por las Abras de Santa Ana y unos desembarcas por parte de piratas holandeses en playa Lipe, al sur de la bahía samaria, el gobernador Juan Beltrán de Caicedo ordenó la construcción del fuerte de San Antonio en 1719 y fuerte de San Fernando en 1725 en honor al rey Fernando VI. La importancia estratégica del San Fernando radica en el cierre inconcluso del sur de la bahía para taponar el ingreso para los desembarcas.

Después del primer cuarto de siglo, frecuentemente se presentaban esporádicas incursiones que contrastaban con la paz acordada, aunque no eran patrocinadas por las naciones rivales, éstas tampoco adoptaban medidas contundentes para frenar la piratería, el contrabando se acentuaba y la corrupción se hacía presente. Para entonces, Santa Marta era una ciudad fantasma, es de destacar el bloqueo realizado por el almirante inglés Edward Vernon en 1741 para evitar que Santa Marta, diera refuerzos y abastecimiento a Cartagena.

Hacía la mitad del siglo XVIII, Santa Marta era una plaza inactiva y abierta al desembarco adversario, por lo que el virrey Sebastián de Eslava, envía al novel ingeniero militar Antonio de Arévalo a realizar un plano de la bahía con las obras de refuerzos necesarias.

Estos levantamientos planimétricos son la fuente documental más valiosa de las fortificaciones de Santa Marta y nos permiten idealizar y comparar las transformaciones en menos de un siglo. Aunque lo proyectado por Arévalo, resultaba lo más económico a las circunstancias, sólo se realizaron algunas obras pequeñas. Como ingeniero, jamás volvería a plantear obras de fortificación para Santa Marta y como ingeniero en jefe, sólo autorizaría pequeños refuerzos. Al pasar los años, su posición en rechazar cualquier obra de refuerzo, sería invariable dada las circunstancias geopolíticas y económicas, aumentando su empeño a la atención de las fortificaciones de Cartagena a la que le dedicó 58 años de trabajos continuos hasta su muerte en 1800.

Esquema defensivo de Santa Marta en la segunda mitad del siglo XVIII

Ante la inminente guerra contra Inglaterra, el brigadier general Agustín Crame, considera reforzar con obras sencillas a los fuertes de San Fernando, San Antonio e isla del Morro, definiendo su triangulo defensivo para defender la bahía de Santa Marta.

A reconocer a Santa Marta, pasa en 1752, el ingeniero militar Manuel Hernández quien propone resguardar la entrada por el sur con un nuevo fuerte, más arriba del fuerte de San Fernando y un refuerzo en la antigua explanada de Betín, obras que no llegaron a realizarse. Por el año de 1761, el gobernador Gregario Rosales Troncoso, presenta a solicitud del rey de España, Carlos III, un completo informe del estado de las fortificaciones y las necesidades de refuerzos; igualmente, expone lo peligroso que era para Cartagena, si el enemigo se tomase a Santa Marta. El proyecto es remitido al jefe de las fortificaciones en este Virreinato, el ingeniero militar Antonio de Arévalo, quien rebate punto por punto lo expuesto por Rosales. Quizás, retirando lo expuesto por su maestro, Ignacio Sala, recogida en una frase por Arévalo para referirse a Santa Marta:

“que. ni la razón del Puerto, ni la situación del Comercio obligan á que. la Ciudad de S.ta Martha sea una Plaza de Guerra”.

Vientos de guerra soplaban por el Caribe, España e Inglaterra, nuevamente estaban al borde de un nuevo conflicto bélico. A realizar reconocimiento por los puertos del Caribe, es enviado el brigadier general, Agustín Crame, quien llega a Santa Marta en agosto de 1778; realiza un corto diagnóstico de su situación y define que sólo los fuertes San Fernando, San Antonio e Isla del Morro, debían reforzarse. Era un plan de defensa bastante sencillo y económico, basado en pequeñas ampliaciones. No eran tácticas, sino acomodadas y circunstanciales por lo sencillos refuerzos planteados que, en la práctica, no fueron llevados tal como se proyectaron. Con él, se cierra el ciclo de reconocimientos e intervenciones a las fortificaciones samarias, coincidiendo con el fin de la dominación española, teniendo un destino diferente para lo cual fueron levantadas, lámina 7.

De las ocho fortalezas levantadas en Santa Marta, sólo dos se resisten a desaparecer: los fuertes de San Fernando y de la isla del Morro, declarados en buena hora Monumentos Nacionales, constituyéndose en los únicos ejemplos de la fortificación abaluartada no reglada de nuestro país y de gran interés para la historia de nuestra identidad arquitectónica.

 

Álvaro Ospino Valiente

Arquitecto y urbanista 

 

Acerca de esta publicación: El artículo titulado “ Las fortificaciones de Santa Marta: vestigios arquitectónicos de la colonia ”, de Álvaro Ospino Valiente, corresponde a la primera parte del ensayo “ La ciudad de Santa Marta en el sistema de defensivo de la América colonial española ” del mismo autor, publicado anteriormente en Monografías.

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