Patrimonio

La Virgen de Guadalupe, Hispaniarum Regina, Reina de la Hispanidad

Alonso Fernández García

05/06/2023 - 00:12

 

La Virgen de Guadalupe, Hispaniarum Regina, Reina de la Hispanidad
La virgen de Guadalupe, Guadalupe, Extremadura / Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, donde se rinde culto a la Virgen de Guadalupe

 

Para los religiosos y no tan religiosos, la figura, no ya sólo religiosa, sino social, de la Virgen de Guadalupe representa toda una identidad cultural muy bien definida. En primera instancia, representa todo un icono devocional para los católicos practicantes, siendo, seguramente, la imagen mariana más famosa en el mundo. En otra medida, la figura de la Virgen de Guadalupe es un hito para México como nación y, por sus connotaciones, para el resto de países hispanos. En este orden, a fin de entender mejor lo que representa, es conveniente esbozar sus orígenes, su recorrido en la historia y, finalmente, sus ilaciones en la actualidad.

Los orígenes extremeños de la Virgen de Guadalupe

Guadalupe es un municipio español de la provincia de Cáceres, Extremadura. Allí se encuentra custodiada una talla original de una Virgen negra que data del Medievo. No es ni más ni menos que la “primera” Virgen de Guadalupe de la que se tiene constancia o, mejor dicho, la figura y el lugar en el que comenzó la advocación por la Virgen de Guadalupe.

Según cuenta la leyenda, esta talla se creó en el siglo I, en un taller de esculturas de Palestina creado por Lucas el Evangelista. La talla fue pasando de mano en mano hasta llegar a las del Papa de Roma Gregorio Magno, que se la regaló a Leandro, arzobispo de Sevilla en el siglo VI. Un siglo después, ante la invasión musulmana, los cristianos la escondieron cerca del río Guadalupe, donde permaneció oculto varios siglos más. Después, en el siglo XIII la Virgen se le apareció a un vaquero que iba con sus vacas por la zona, y le indicó el lugar donde la antiquísima estatua había estado oculta tantos siglos. El hombre, de nombre Gil Cordero, hizo caso de las señas y encontró la talla, avisando a las autoridades clericales, que fundaron una ermita en el lugar donde había sido hallada.

Desde el punto de vista histórico, aunque las primeras referencias de la Virgen de Guadalupe datan de 1326, se estima que la imagen pudiera tener origen en el siglo XII. Sea como fuere, a partir de entonces la advocación y culto a la Virgen de Guadalupe, que se alberga en Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (Patrimonio de la Humanidad desde 1993), se extendería por toda la península ibérica, encomendándose a ella no pocos reyes antes de sus campañas de reconquista. Isabel la Católica estaba especialmente embelesada por el Monasterio de Guadalupe y la advocación a su Virgen, pues allí peregrinó, al menos, veinte veces. Su esposo, Fernando el Católico, cedió una cruz de cinco kilos labrada con el primer oro que llegó a España desde América, además de otro tipo de ornamentos y adornos. 

En 1928 fue coronada canónicamente como “Regina Hispaniarum” (Reina de las Españas). Además de ser la Madre Patrona de la Hispanidad, la Virgen de Guadalupe también es Patrona de la región de Extremadura desde 1907. La importancia de la Virgen de Guadalupe para haber sido coronada con este renombre radica, principalmente, en dos motivos. Uno de ellos es la primacía que la Virgen ejerció en el colectivo cristiano español, así como en sus reyes durante la última etapa de la Reconquista —no en vano, el Monasterio de Guadalupe hizo grandes donaciones a los Reyes Católicos para acometer la empresa de la conquista de Granada—. Por otro lado, la gran pujanza que tendría la advocación a la Virgen de Guadalupe en el Nuevo Mundo, la convertiría, para el común de los pueblos hispanos, en la madre espiritual de su cultura y religión.

El viaje de la Virgen de Guadalupe: De España a América

En su segundo viaje de 1493, Cristóbal Colón llegó a una isla de las Antillas Menores a la que bautizó como Santa María de Guadalupe de Extremadura, pues allí había peregrinado tras el regreso de su primer viaje. Este fue el contacto, al menos nominal, de la Virgen de Guadalupe con las tierras americanas. Esta isla sigue conservando el nombre, afrancesado a Guadeloupe, como departamento ultramarino francés.

No obstante, el hito de la devoción guadalupana comenzó en México, por entonces la Nueva España. Según el canon católico, en el año 1531 la Virgen de Guadalupe se apareció ante un indígena de nombre Juan Diego Cuauhtlatoatzin. El relato, recogido en lengua náhuatl por el noble indígena Antonio Valeriano (docto en letras al haber estudiado en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco) en la obra Nican Mopohua, narra una serie de apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, pidiéndole erigir un templo en el lugar de aparición, el cerro de Tepeyac. El indígena, que se había convertido al cristianismo unos años atrás, acudió a comunicarle el hallazgo al prelado Juan de Zumárraga, a la sazón, primer obispo de la diócesis de México. Éste se mostró escéptico con Diego, pidiéndole una prueba. El vidente de la Virgen se aprestó a ello y, en la última aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, le habló de la falta de una prueba para poder erigir el templo. Entonces, le dio la orden de ir a la cima de Tepeyac y recoger de ella unas rosas de Castilla para envolverlas en un ayate y, habiendo hecho esto, se las presentase al prelado. Cuando Juan Diego tendió el ayate frente al obispo, no se desprendió un manojo de rosas, sino que quedó impresa la imagen figurada de la Virgen de Guadalupe que se le había aparecido momentos antes. Entonces se dio inicio a la construcción del templo en su honor. Él celebérrimo tejido se venera y contempla hoy en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad de México.

La imagen, que representa una Virgen mestiza en vez de una Virgen negra, como la Guadalupe española de Extremadura, supuso, en términos simbólicos, la iniciación espiritual cristiana de los pueblos nativos de América en general, y de México en particular. Sobre la atribución del nombre de Guadalupe, hay quien sostiene que es por la asimilación de la imagen al estandarte de la Virgen extremeña que portaban las mesnadas de Hernán Cortés. Otras teorías religiosas asimilan las dos vírgenes, debido a las similitudes en las narraciones legendarias de las apariciones de la Guadalupe extremeña y mexicana. Se piensa también en una casualidad onomástica, puesto que la “Guadalupe” mexicana procedería del náhuatl «Coatlaxopeuh», traducido como “la que pisa la serpiente”.

Desde un punto de vista antropológico, se especulan varias teorías sobre el hito. Algunas contemplan la posibilidad de un sincronismo entre la Virgen y una antigua diosa nahua a la que se rendía culto en el cerro de Tepeyac. Otras sostienen que podría haber sido un artificial ardid de los religiosos españoles para lograr una conversión al cristianismo más acelerada y devota por parte de los indígenas. Sea como fuere, extremeña o mexicana, La Virgen de Guadalupe es, a muchos niveles, la encarnación del mestizaje, el nacimiento de una cultura hispana que se influenciaría de forma recíproca entre los dos continentes hasta nuestros días, cobrando un nuevo sentido icónico que sintetiza, en una sola imagen, quinientos años de historia conjunta. Son por estos méritos más que por leyendas, se crea o no, que Guadalupe es Madre y Reina y Patrona de la Hispanidad.

 

Alonso Fernández García

 

Referencias

https://web.archive.org/web/20161120233915/http://www.iseg.org.mx/

https://web.archive.org/web/20150402102220/http://www.aytodeguadalupe.es/

http://www.istor.cide.edu/archivos/num_12/notas.pdf

https://www.dip-badajoz.es/cultura/ceex/reex_digital/reex_LXXII/2016/T.%20LXXII%20n.%203%202016%20sept.-dic/86807.pdf

Sobre el autor

Alonso Fernández García

Alonso Fernández García

Entre orillas de dos mundos

Si las lontananzas de la historia nos llegan en las letras, las anchuras de un océano se estrechan en la correspondencia. Qué hubo y qué hay entre una pequeña península al sur de los Pirineos y gran parte del continente americano, son cuestiones que nos definen en lo bueno y lo malo. Comprender las respuestas permitirá contemplar la escala de grises sobre la que “dibujamos”.

Alonso Fernández García es bachiller en letras del I.E.S Campos y Torozos, estudiante en la Universidad de Valladolid y periodista en ciernes. Criado en Tierra de Campos Góticos, entre mares de mieses con sus correspondientes castillos y palomares como horizonte y fondo, vaga entre lo pasado y lo presente para comprender el devenir del futuro.

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