Pensamiento
La globalización comenzó en Latinoamérica en el siglo XVI

En “Comentarios Reales de los Incas”, publicados en Lisboa en 1609 por El Inca Garcilaso de la Vega, se afirma que el continente americano es el “cuarto mundo, pero es parte del mundo, que es solo uno”.
Este concepto de mundo como “todo” y “uno” del que Garcilaso hablaba a comienzos del siglo XVII, puede considerarse preludio de conceptos mucho más actuales como el de Aldea global, resultados de procesos de índole económica denominados globalización. Si una de las características de la citada globalización es la existencia y funcionamiento de mercados a escala planetaria, la creación de un mercado de alcance transatlántico, cuyos productos y capitales se mueven después por toda Europa, es sin duda el preludio de todo esto; un movimiento que empezó a desarrollarse con la conquista y la colonia.
Por otro lado, la estructura política que sustenta el fenómeno económico que nos ocupa y recibe por muchos autores -como el periodista e investigador Ramonet, entre otros- el nombre de Neoimperialismo es el resultado del hundimiento del bloque soviético que supuso el paso de un equilibrio multipolar a un mundo unipolar que ha extendido la ideología del mercado a escala planetaria; una ideología que ha sido denominada, también por el citado autor, pensamiento único. El desarrollo del comercio trasatlántico del S. XVI fue posible gracias a la existencia de un sistema imperial cuasi hegemónico en lo político apoyado por un sistema ideológico también hegemónico impuesto en esas ocasiones por la cruz y la espada.
El pensamiento único, ya es una característica del siglo XVI. La propia Bula “Inter Cetera” proclamada por el Papa Alejandro VI en mayo de 1493, donde pueden leerse frases como La empresa acometida por Castilla en su limpio empeño de transportar al Nuevo Mundo las formas estrictas de la vida cristiana…, supone la justificación ideológica desde una óptica de imposición de un pensamiento único de la conquista y la colonia; en ella se concede a los reyes españoles no sólo potestad temporal sobre los territorios descubiertos por Colón, sino también define las categorías teológicas programáticas e interdependientes de una compleja empresa que comprendía descubrimientos y ocupación territorial, el despojo y avasallamiento de sus habitantes.
En la actualidad, una de las consecuencias de la globalización, motivada por las necesidades de mano de obra de unos países y así como la situación económica, son los importantes movimientos de población con el correspondiente contacto -no siempre exento de fricciones- entre grupos de procedencia geográfica y cultural diferente.
Los acontecimientos de la colonia y la conquista, que eufemísticamente han sido calificados como encuentro de civilizaciones, supuso el movimiento de soldados, aventureros, funcionarios reales de diversos niveles, pero también el movimiento por necesidades de mano de obra de millones de africanos en la vergonzosa “trata de negros”. Pero este comercio trasatlántico no solo tuvo consecuencias demográficas, pues los grandísimos beneficios económicos que generó, fueron reinvertidos -como sucede en la actualidad- en beneficio de los grupos más acomodados de los países europeos.
Con Sami Naïr (“Mundialización, interés general y civilización”), afirmamos que la extensión planetaria del capitalismo comienza en el S. XVI; esto es, la globalización comienza en esta fecha. El propio Adam Smith (“La riqueza de las naciones”), decía que el descubrimiento de América había elevado el sistema mercantil a un grado de esplendor y gloria que de otro modo no se hubiera alcanzado jamás.
Una de las características de la Latinoamérica actual es la falta de equidad, la cual es –además de otros factores- consecuencia de este proceso globalizador temprano que acarreó la dependencia económica que se mantiene en la actualidad que, además de implicar la importación de casi cualquier tipo de producto, supone además la dependencia de capitales extranjeros. Sin embargo, -y para terminar- diremos que si bien la situación de la región tiene su origen en la colonia, este origen colonial debe convertirse en causa para romper con esta situación y de una vez por todas comenzar su andadura como países maduros con una identidad propia e independiente, capaces de elegir sus propios destinos en un clima de prosperidad y justicia social.
Antonio Ureña
Sobre el autor

Antonio Ureña García
Contrapunteo cultural
Antonio Ureña García (Madrid, España). Doctor (PHD) en Filosofía y Ciencias de la Educación; Licenciado en Historia y Profesor de Música. Como Investigador en Ciencias Sociales es especialista en Latinoamérica, región donde ha realizado diversos trabajos de investigación así como actividades de Cooperación para el Desarrollo, siendo distinguido por este motivo con la Orden General José Antonio Páez en su Primera Categoría (Venezuela). En su columna “Contrapunteo Cultural” persigue hacer una reflexión sobre la cultura y la sociedad latinoamericanas desde una perspectiva antropológica.
3 Comentarios
Pienso que esta muybien , solo que no te marca el concepto principal. Pienso que tienen que mejorar eso. Gracias.
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