Pensamiento
¿Para qué sirve la historia?
Cuando estábamos redactando el título de este artículo no sabíamos si poner el mismo entre interrogaciones o admiraciones y así expresar nuestro malestar, - como decimos en España, “nuestro cabreo”- por la situación política que estamos viviendo en el país y la manera en que intentan manipularnos escondiendo las oscuras y aviesas intenciones subyacentes a las maniobras de los representantes de la soberanía popular sabiamente orquestadas por la denominada “caverna de los medios”.
Como decía el escritor español Manuel Vázquez Montalván (El Premio, 1979), “Los medios de comunicación se han convertido en la única realidad posible y todos vivimos dependientes de sus sombras, como los personajes del Mito de la caverna de Platón” y su objetivo no es otro que satisfacer las demandas de los verdaderos grupos de poder, que intentan construir un país y un mundo a la medida de sus intereses comerciales y financieros y sobre todo de los de sus cuentas corrientes a buen resguardo en Panamá, Islas Maldivas, Belice, Andorra, Barbados y hasta más de un cincuentena de Paraísos Fiscales.
Decía Vere Gordon Childe, en una obra que ha influido en varias generaciones de historiadores (Qué sucedió en la Historia, 1942), que esta Ciencia Social sirve para comprender el presente en función de los datos y argumentos proporcionados por el pasado y no volver a cometer los mismos errores en el futuro. De la misma forma, hemos repetido una y otra vez desde esta columna la necesidad de mirar a Latinoamérica para comprender algunas de las claves de los acontecimientos que se están produciendo en España y el mundo. Sin embargo, uno de los grandes defectos de la historia en particular y las Ciencias Sociales en general es el denominado Eurocentrismo, una tendencia que sostiene cómo los valores culturales y sociales de Europa Occidental constituyen patrones o modelos universales. Enrique Dussel, Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana de Iztapalapa, México -(Europa, Modernidad y Eurocentrismo, 2000)- tilda esta visión de “provinciana y regional”. Además, en esta tendencia se reconocen fuertes dosis de Clasismo.
Según dicha visión etnocéntrica, no sería posible explicar lo que está sucediendo en España con argumentos tomados de Latinoamérica, cuando esta región pertenece al “tercer mundo” y España al “primero”. Para comprender los acontecimientos del solar ibérico, habría que mirar a Europa. De esta manera decimos: si Bélgica estuvo dos años sin gobierno y no pasó nada, nosotros llevamos poco más de 10 meses, así que tranquilos. La otra tendencia, la que urge a formar gobierno al precio que sea, utiliza otra estrategia sobre la que también hemos reflexionado en estos artículos: la estrategia del miedo, en este caso el miedo a perder el tren de una supuesta recuperación económica en la que dicen estamos inmersos, cuando un paro rayano al 20% y un déficit público superior al 5 % del PIB (Producto Interior Bruto) parecen desmentirlo.
¿Por qué nuestra insistencia en mirar Latinoamérica para explicar esta situación? La respuesta es sencilla; en varias ocasiones desde estas páginas hemos citado a Samir Amin para señalar cómo desde mediados de los 70 la región se convierte en un laboratorio de la teoría económica neoliberal que, rechazando el Keinesianismo, pretende acabar con toda conquista social haciendo del mercado el único regulador económico, político y social. Si la misma hoja de ruta quiere imponerse ahora en Europa, será necesario mirar “el orden del día” desarrollado en subcontinente para entender lo que sucede.
Si miramos los titulares de algunas columnas de opinión o editoriales de la prensa española en estos últimos meses, encontraremos que varias de ellas tienen un título coincidente: “O Yo, o el Caos”, haciéndose eco de la actitud del presidente de gobierno en funciones, Mariano Rajoy, aunque en realidad de sus portavoces, porque dicho mandatario ha habla más bien poco. Es cierto que en los dos últimos procesos electorales habidos en menos de un año su grupo político obtuvo la victoria; pero una victoria que no llega a la mayoría suficiente para la investidura como presidente del gobierno. Su intención es lograr el apoyo de los grupos ideológicamente más afines -pero ni aun así obtendría mayoría- y la abstención del partido mayoritario en la oposición, el Partido Socialista Obrero Español.
En la historia de la España del siglo XIX ha habido varios pactos que aseguraban la alternancia entre los dos partidos existentes en ese momento: el “Liberal” y el “Conservador”, pero no hace falta retrotraerse tanto para encontrar en el siglo XX un ejemplo de firma de acuerdos para garantizar dicha alternancia. Nos referimos al denominado Pacto de “Punto Fijo”, firmado en esta ciudad venezolana en el año 1958 por el que se asegura la alternancia por apoyo recíproco entre los partidos mayoritarios: Acción Democrática -perteneciente a la 2ª internacional como el PSOE- y Copei -de ideología conservadora-. Los resultados, ya los conocemos. En los 60, Venezuela era una potencia económica que décadas de gobiernos corruptos ejerciendo a espaldas de la población dejaron esquilmada. Una situación que generó la elección en 1999 y sucesivas victorias del tildado como “populista”, Hugo Cháves. El resto de la historia también lo conocemos.
Parece que la historia reciente de España se articula en períodos de 40 años: 40 años de Dictadura del General Franco, 40 años de Democracia ¿Qué queremos para los próximos 40 años, en este periodo que se ha denominado “segunda transición”? ¿Una situación como la alcazada en Venezuela durante ese mismo múmero de años y de la que tanto queremos huir? ¿Una nueva Latinoamérica donde los índices de inequidad, desprotección social y miseria alcancen cifras escalofriantes? Para conseguir esto sólo hay que dejar gobernar otros 4 años a Rajoy. ¿Si en cuatro años de mayoría absoluta y uno de gobierno en funciones ha conseguido limitar los derechos sociales a momentos de las primeras décadas de la Dictadura Franquista, qué puede hacer en otros cuatro? La Ley General de la Seguridad Social por la que se creó este organismo es de 1966; El Fuero del Trabajo - que consagra, entre otros, los siguientes principios: la justicia social como principio rector del Estado; la protección del Estado al trabajo; el sentido social de la empresa; la subordinación de la economía al interés nacional- fue redactado y aprobado en 1938, cuando aún no había concluido la Guerra Civil que trajo la mencionada dictadura. Hoy -aunque duela decirlo- en materia de protección social y laboral, estamos peor que durante el franquismo.
Para que la situación económica y social de España sea similar a la de Latinoamérica, los ingredientes ya los tenemos: corrupción, desgobierno, un modelo económico nefasto, desmantelamiento de lo público, etc. Sólo falta que el partido mayoritario de la oposición, como hemos dicho, se abstenga en la votación de investidura. Dentro del propio Partido Socialista, hay voces que en privado reclamaban dejar gobernar a Rajoy mientras en público utilizaban eufemismos ante el coste político que tendría decir abiertamente que hay que dejar gobernar al PP, salpicado por centenares de escándalos de corrupción y con unas políticas antisociales de las que nos hemos hecho eco. De la forma más espuria y a riesgo de hacer tambalear al partido más longevo de la historia de España -137 años- promovieron la dimisión de una buena parte de miembros del Comité Federal -el máximo órgano entre Congresos- y lograron forzar la dimisión del Secretario General para nombrar un comité que asuma la consigna de la abstención. Este proceder ha puesto en pie de guerra a militantes y simpatizantes, pero da igual; más vale seguir las consignas de los poderes económicos y sus representantes, generando unas heridas difícilmente restañables, que escuchar al teórico sostén del partido.
O Yo, o el Caos. “O Yo, o Terceras Elecciones”. La abstención del PSOE garantizaría la investidura del candidato del PP, pero según recoge la prensa estos días, ello no es suficiente para este grupo político, pidiendo al PSOE que además de la investidura garantice la gobernabilidad. El apoyo bajo estas condiciones supondría el fin de un partido ya de por si gravemente herido, ¿La intención del PP es destruir totalmente dicha formación? Pensamos que no, ya que de suceder así dejaría el espacio de la izquierda a disposición del grupo “Podemos”, a quien califica y compara habitualmente con el bolivarianismo de Venezuela. ¿Querría entonces el PP que la única oposición tuviera esta ideología? Tal vez, pues así podría imponer mejor el discurso del miedo y hacer más elocuente la frase de la que venimos hablando: O Yo, o el Caos. Sin embargo, el juego político en el parlamento se tornaría mucho más duro y dados los escándalos por corrupción en los que el grupo popular está inmerso, no pensamos se trate de esto. ¿Entonces?
El PP quiere unas terceras elecciones que, casualmente tendrían lugar el 25 de Diciembre de este año. ¿Una fecha muy adecuada para unas elecciones? Según se mire; por supuesto que no para la ciudadanía. Mientras la Constitución afirma en su Art 1.2 la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, se ejerce la política de espaladas al mismo. ¿Cuáles es entonces el interés en la fecha? La desafección, o dicho con el término coloquial utilizado en las primeras líneas, “el cabreo” de la sociedad para con sus políticos supondrá la abstención masiva y la misma beneficia claramente a Partido Popular, dada la fidelidad de la mayor parte de sus votantes.
En la historia de Latinoamérica podemos encontrar ejemplos de cómo la abstención mayoritaria beneficia a los que se encuentran en el poder. Quizás el caso más flagrante sea el de Argentina en abril del 2003. Después de la crisis de diciembre del 2001 bajo el lema “Que se vayan todos” que supuso la sucesiva caída de varios gobiernos, las elecciones de abril del 2003 –con una participación menor al 20% del censo- supuso la victoria de los mismos que la presión de la sociedad civil logró echar de sus cargos. En Venezuela, las elecciones legislativas de diciembre de 2005 nos confirman esta tendencia, pues la abstención del 75% del electorado supuso la mayoría absoluta del sector oficialista. Las elecciones regionales de diciembre del 2012, con una abstención del 47%, también supusieron la derrota de la oposición precisamente por este motivo.
¿Para qué sirve la historia? Viendo lo anterior podríamos responder diciendo: para conocer las intenciones de los grupos de poder y de esta manera resistir y no dejarse manipular por ellos. Éste es precisamente el motivo por el cual una historia plural que analice críticamente el pasado es progresivamente eliminada de los currículos educativos.
Dr. Antonio Ureña García
Sobre el autor
Antonio Ureña García
Contrapunteo cultural
Antonio Ureña García (Madrid, España). Doctor (PHD) en Filosofía y Ciencias de la Educación; Licenciado en Historia y Profesor de Música. Como Investigador en Ciencias Sociales es especialista en Latinoamérica, región donde ha realizado diversos trabajos de investigación así como actividades de Cooperación para el Desarrollo, siendo distinguido por este motivo con la Orden General José Antonio Páez en su Primera Categoría (Venezuela). En su columna “Contrapunteo Cultural” persigue hacer una reflexión sobre la cultura y la sociedad latinoamericanas desde una perspectiva antropológica.
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