Pensamiento
El divorcio entre las humanidades y la Colombia actual
Resulta paradójico estudiar humanidades en un país donde el desempleo y la informalidad rebosan los límites junto a la violencia urbana. Una visión pesimista hace de la Colombia actual un panorama nada consolador, como si fuera poco el reciente acuerdo de paz con las FARC–EP, que abrió las puertas para otros actores en la arena política.
Si bien tal acuerdo mejoró ciertas condiciones socio-políticas, dado que ya no vemos noticias sobre masacres y heridos de ambos bandos, el desempleo y la delincuencia tienen cabida en esta etapa de la historia reciente del país, no obstante, he aquí una oportunidad para mejorar la situación social, que en cierta medida está ligada a la formación ciudadana, es decir como los colombianos miramos y actuamos frente a las problemáticas que afronta el país a diario.
La formación en humanidades permite ser, no un “mejor ciudadano”, sino un ciudadano activo, por esa razón las humanidades en la Colombia actual no tienen razón de ser; las malas prácticas sociales, como la compra y venta de votos, la corrupción institucional y empresarial saca a relucir los peores vicios que carcomen la sociedad colombiana.
En ese sentido, las ciencias humanas –entendidas como profesiones que van desde la historia, la filosofía, la literatura y la sociología- pueden ser una vía de escape a problemas que asedian la cotidianidad del país. La corrupción se ha visto como un problema cultural, pero nada más falso, pues tiene su génesis en el poder, es decir, es un problema que se gesta en el poder político e institucional, por no decir en sus funcionarios. Se ha sostenido que sus orígenes van desde la conquista española y con la mal llamada “malicia indígena”, las malas prácticas como el clientelismo y el nepotismo han hecho del esfuerzo laboral y de las carreras profesionales una tarea que no siempre es efectiva para conseguir un nivel de vida decente.
Las humanidades expresan su quehacer en la docencia escolar y universitaria. La investigación impulsada a través de la docencia provee excelentes frutos, pero el panorama se oscurece cuando los estereotipos priman en la opinión pública, ya que las humanidades no gozan de un estatus socialmente aceptado en el imaginario colectivo. Representan una rama de profesiones desconocidas, o en el peor de los casos para “guerrilleros”, y todo ello se explica porque en los años 70, con la llegada del marxismo y distintas ideas de izquierda a Colombia, las universidades y las humanidades se convirtieron en foco de discusión y de adoctrinamiento a favor de ideas venidas de la revolución cubana o el mayo francés del 68. Esto obligó a intervenir la universidad pública, principalmente, desde la inteligencia militar, esto fue una característica del impacto de la guerra fría en Colombia y en otros países del cono sur donde las dictaduras generaron experiencias traumatizantes.
El marxismo está muy ligado a las interpretaciones históricas y sociales, sin embargo el problema de las humanidades se da por el casamiento con una sola escuela de pensamiento. En este caso, muchos maestros asimilaron esta escuela como única y verdadera para trasformar la realidad social. No obstante, el eclecticismo resulta ser más provechoso pues amplia los horizontes metodológicos y pedagógicos desde la docencia, y aleja a los maestros de una mirada romántica que a lo sumo es peligrosa. De todas maneras, frente a un escenario de posconflicto, esas estigmatizaciones son provechosas pues se instrumentalizan para agredir o reducir la capacidad de reclamo ante problemas laborales de los docentes.
Las humanidades en la Colombia actual son provechosas para conocer la memoria de las víctimas del conflicto armado al igual que sus causas. Nos permiten la no repetición de otros conflictos mediante la sensibilización que a su vez se convierte en una didáctica para la paz. De alguna manera, el área de ciencias sociales en los centros educativos ha perdido interés entre los dicentes por los mismos maestros aburridos que emplean un lenguaje discursivo, cargado de muchas leyes y extensos temas que no se alcanzan a culminar.
La alternativa para las humanidades en la Colombia actual versa entre la ciudadanía activa, la tecnología y el debate. Suena a palabrería, pero son cuestiones prácticas que, desde la docencia y la participación ciudadanía, cobran sentido. Es un proceso análogo, pues es bien sabido el desarraigo entre historiadores, filósofos y sociólogos con la tecnología. En ese orden la enseñanza de la historia mediante cortos educativos, o la enseñanza de la geografía, filosofía y las ciencias políticas a través de problemas cotidianos y en compañía de las TIC son la solución al desapego de estas ciencias. Por eso los docentes e investigadores tendrán que capacitarse en estas áreas para llegar de una manera didáctica y practica a los aprendices.
El país necesita retomar su literatura con fines educativos, pues no existe otra manera de sensibilizar y conocerse más eficaz que la literatura. Nuestros autores son de una lírica universal inmensa, a grandes rasgos nuestras letras evocan los referentes de lo social y político a nivel local y regional, a lo sumo de la nación colombiana. Son nuestros referentes culturales. Literatos, directores de cine, deportistas y demás artistas gozaron de una buena formación humanística que se refleja en la calidad de sus obras.
La política vulgar y clientelista es por antonomasia enemiga de las humanidades. Acapara una visión plutócrata donde lo humano no tiene cabida. Los dogmas dentro de las mismas humanidades crean en estas profesiones, visiones distorsionadas y enajenadoras de la libertad individual y de la participación ciudadana. Las tecnologías son perfectas para acompañar al estudiante del siglo XXI, que en nuestro país debe mirar hacia la globalización, los procesos socio-políticos de su medio, pues las humanidades giran en torno hacia la convivencia y el debate plural entre ciudadanos de una misma nación.
Brayan Buelvas Cervantes
Sobre el autor
Brayan Buelvas Cervantes
Antagonismos
Estudiante de Historia de la Universidad del Atlántico. Cinefilo, antagonista, sigiloso, lobo y oveja; sensible amante de las artes en general, escribo sobre temas que van desde la politica hasta el arte, aprovecho las nimiedades coyunturales para opinar sobre lo ordinario y lo selecto. Facebook: Bryan Cervantes.
1 Comentarios
Hola Brayan me parece interesante tu articulo. Respecto a la frase; "Los dogmas dentro de las mismas humanidades crean en estas profesiones, visiones distorsionadas y enajenadoras de la libertad individual y de la participación ciudadana" Te pido el favor que me des uno o varios ejemplos. Saludos, gracias.
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