Pensamiento
Coronavirus, empatía y rehumanización
El mundo vive una pandemia que inevitablemente nos lleva a pensar que no importa el poder social, político o económico que tengamos, porque en estos momentos todos y todas estamos frente a una confrontación con nuestra capacidad preventiva y sobre todo con los poderes humanos que hemos ido perdiendo por despistarnos en una maratón capitalista que nos exige producir y lograr un estatus; esos poderes humanos de los que hago referencia son el amor propio, la fe, la esperanza, la empatía, el amor, la espiritualidad, el autocuidado, entre otros.
Es decir, es momento de que el coronavirus no nos lleve solamente a lavarnos las manos y mantener protocolos de higiene, sino a viajar hacia nuestro ser, rehumanizarnos y comprender que no somos máquinas de un sistema que necesita producir y que cosifica a la humanidad, que logremos ejercer la empatía y reconocer que hay personas que no tendrán como sostenerse en esta crisis, por ejemplo los vendedores ambulantes o migrantes que no tienen vinculación laboral (formal), pensar también en ellos, ser generosos y solidarios, cuando hagamos mercado podemos comprar uno para ellos, donar elementos de aseo o cualquier acto de solidaridad con quienes tienen más necesidades que nosotros pero pocas herramientas para afrontar este caos mundial.
Es momento de tomar consciencia de la gravedad de esta pandemia, aunque hacemos parte de una cultura poco preventiva y a veces un tanto “folclórica”, de nosotros depende que la tragedia se limite al máximo, que no tengamos que llorar por muertes evitables, que hagamos cuarentena por voluntad y no por imposición, que despleguemos todos los protocolos de cuidado en nuestros hogares, porque hay es preciso entender que esto nos puede afectar a todos y todas, dado que no existe una barrera que podamos poner con una pastilla, con dinero o con alguna “palanca” política de algún amigo en el poder, esto es un asunto de salud que nos ubica en una posición de vulnerabilidad sin exclusión alguna; negros, indígenas, pobres, millonarios, mujeres, hombres, campesinos o población urbana podemos ser víctimas del corona virus.
De esta manera, el gran desafío es unirnos y tener consciencia de la dimensión de esta pandemia para lograr superarla en el menor tiempo posible, aunque la ciencia establezca unos tiempos y la prospectiva fatal sea atemorizante, como humanidad podemos asumir roles preventivos y ser responsables, recordemos que podemos estar asintomáticos contagiando a otras personas, lo cual, es muy delicado.
Es lamentable que deban establecer castigos para quienes no cumplen el protocolo, personas que han llegado de otros países, pero no guardan la cuarentena o los turistas extranjeros que quieren pasearse como si nada pasara, esto no es un juego, es el momento de tejer empatía y cuidarnos unos a otros, de abandonar ese egoísmo naturalizado que nos desintegra como sociedad.
Es el tiempo de asumir esto con la seriedad exigida, porque de nada sirve padecer un “falso pánico” y seguir creyendo que estamos de vacaciones transitando en lugares públicos y poniendo en riesgo nuestra vida y la de los demás. Esto no es de decir, qué “susto el corona virus” sino que es el momento de asumir una cultura preventiva y lograr que esta tragedia mundial frene pronto. Es momento de meditar, orar, pensar, danzar, dialogar, hacer pausas, amarnos mucho y asumir cambios en nuestras vidas, comenzando por valorar el tiempo de calidad que nos negamos a vivir, más allá de limitar nuestra existencia a maratones laborales, estrés, malos hábitos alimenticios y la ausencia de momentos especiales con nuestras familias y amistades, por estar condicionados a la cosificación de nuestra humanidad.
Es momento de dejar de torturarnos por el contrato que se pierde, el dinero que dejemos de producir y por cuanto cambiará nuestra (canibalista) cultura consumista, cuando lo primordial es la vida, es salir de esto sanos y salvos.
El retorno hacia nuestro ser ha comenzado, que este caos se convierta en un generador de real evolución de nuestro ser y para terminar afirmo que no sobran los y las psicólogas, que estos profesionales se hacen absolutamente necesarios en estas situaciones, aunque algunas personas piensen lo contrario.
Todos y todas contra el corona virus y a favor de la transformación social.
Fabrina Acosta
Sobre el autor
Fabrina Acosta Contreras
Evas&Adanes
Nieta de Rita Contreras, leyenda viva de 109 años. Escritora e investigadora Guajira, psicóloga, Magister en estudios de género, Magister en Gestión de Organizaciones y Especialista en Alta Gerencia. Creadora de la Asociación “Evas&Adanes” desde la cual lidera diversas iniciativas ciudadanas como los foros “La Mujer en el vallenato”, “Tejiendo esperanzas por la Guajira”, el programa radial Evas&Adanes, entre otras.
Ha recibido reconocimientos por la causa que lidera tales como: Joven sobresaliente de Colombia TOYP 2018 (JCI Colombia), máxima distinción del departamento de La Guajira medalla Luis Antonio Robles, personaje diez en el departamento de Amazonas, medalla a Mujer extraordinaria con proyección social otorgada por la Asociación de Mujeres de la Guajira.
Ha sido columnista por más de 10 años de varios medios puntualizando temas de género y derechos de las mujeres, así como las causas por la guajira. Es autora de los libros “Mujer Sin Receta: Sin Contraindicaciones para hombres”, “Evas culpables, Adanes inocentes”, “De esas costumbres que hay en mi tierra: una mirada a los imaginarios sociales de la violencia de género”, “Mujeres sin receta: Más allá de los mitos”.
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